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PP La 'otra' agenda de Zoido en Sevilla: el pulso con Arenas por controlar el PP sevillano

Ni el ministro de Interior ni el vicesecretario general, ambos expresidentes del PP andaluz, se han ausentado de la sala de mandos del partido en Sevilla. Ambos tienen una presencia constante aquí y libran una lucha a través de sus afines por hacerse con las riendas.

Javier Arenas conversa Juan Ignacio Zoido en una reunión del PP andaluz. EFE/Julio Muñoz

daniel cela

La agenda sevillana de Juan Ignacio Zoido tiene una doble lectura más compleja. El ministro de Interior no se limita a improvisar actos oficiales cada lunes en Sevilla para alargar el fin de semana con su familia y amigos. Es extraño, claro, que el responsable de los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado aparezca tanto por la ciudad de la que fue alcalde entre 2011 y 2015, y más extraños son los actos oficiales con los que disfraza esas visitas: la charla sobre la Constitución a los alumnos de un colegio católico en Triana; la visita a una fábrica de polvorones en Estepa; inaugurar una campaña navideña de "compras seguras"; darle un premio a Raphael…

Hay otra explicación más razonable que aportan varios dirigentes populares en la capital andaluza: "Zoido se ha ido a Madrid, pero sigue con un pie dentro del PP de Sevilla, porque aún se libra una batalla soterrada por el control del partido aquí y en Andalucía". Y es razonable, porque el otro pie que más pesa en la sala de mando del PP sevillano es el de otro veterano emigrado a Madrid, Javier Arenas, que aún monitoriza lo que puede desde la sede central del partido en la calle Génova.

Las visitas de Arenas a Sevilla son casi tan frecuentes como las de Zoido, pero mucho más discretas. El expresidente del PP andaluz no publica cada uno de sus movimientos en su cuenta de Twitter, como hace el ministro, y su papel en la dirección nacional del partido —Vicesecretario de Política Territorial— no está tan expuesto como el de su compañero, por tanto, logra pasar más desapercibido. Arenas es senador por designación autonómica de la comunidad andaluza y es esto lo que responde cuando se cruza con algún periodista, a horas muy tempranas, por los pasillos del Parlamento andaluz. "¿Qué hace aquí Arenas?", se le pregunta a algún miembro de la actual dirección del PP, que ahora preside Juanma Moreno. "Hará lo que hace siempre Javier", responde con sorna un veterano del partido.

"Lo que hace siempre Javier". Hay pocas crónicas políticas en Andalucía, por no decir ninguna, que no incidan en el hecho de que Javier Arenas sigue controlando el PP andaluz desde Madrid por mediación de sus leales en Sevilla (Patricia del Pozo, Macarena O’Neill, Felisa Panadero, Jaime Raynaud…). Es difícil actualizar la lista de fieles arenistas, porque todos lo han sido en algún momento, incluido Zoido. Algunos aún lo son, de ahí la dificultad del actual presidente del PP-A para controlar Sevilla y legitimar su liderazgo definitivo en Andalucía.

Esto no quiere decir que Arenas mande más que Juanma Moreno, pero sí que no sucede casi nada en el PP andaluz sin que él se entere. Zoido, que fue destacado arenista antes de aliarse con su rival orgánica, la ministra Dolores de Cospedal, ha aprendido el juego de su mentor, de ahí su querencia por seguir de cerca las intrigas del PP en Sevilla. En 2012, el ministro le hizo el favor a Arenas de sucederle en la presidencia del PP-A después de que éste se marchase a Madrid tras su victoria insuficiente en las elecciones autonómicas de aquel año. Zoido era entonces alcalde de Sevilla, le gustaba ser alcalde, y asumió el puesto con desgana.

El control sobre el PP andaluz, aunque el partido lleve 38 años siendo incapaz de arrebatar el poder al PSOE, es un aval de peso en los pasillos de Génova

Fue por entonces cuando Cospedal se sintió desplazada en Génova por la complicidad que vio entre Arenas y Rajoy. La ministra empezó a maniobrar junto a Zoido en Sevilla para colocar a alguien de su confianza al frente del PP-A, creyendo que así dejaría cojo el poder del andaluz en Madrid. El elegido fue el entonces secretario general del partido, José Luis Sanz, persona próxima a Zoido, pero la jugada salió mal porque Arenas se la vio venir a leguas, ejemplo más del control que mantenía en Sevilla. El resultado es que ahora el líder popular andaluz es Juanma Moreno, un outsider que se postuló desde Madrid, sin arraigo ni peso orgánico en Andalucía, que no era un arenista puro, pero tampoco era el hombre de Cospedal y Zoido.

El control sobre el PP andaluz, aunque el partido lleve 38 años siendo incapaz de arrebatar el poder al PSOE, es un aval de peso en los pasillos de Génova. Es lo que garantiza la inmortalidad de Arenas en la dirección nacional del partido, además de su amistad personal con Rajoy y su indudable valía política. Zoido ha intentado "matar al padre" para reconducir el rumbo del PP andaluz, empezando por asegurarse el control del partido en Sevilla, la plaza más importante, de ahí sus regresos constantes a la capital desde que es ministro.

El partido, el ayuntamiento, el candidato

Tras la marcha de Zoido a Madrid, llevándose consigo a su equipo de máxima confianza en el Ayuntamiento (incluido el actual Director General de Tráfico, Gregorio Serrano), el PP de Sevilla se precipitó hacia una batalla por el control interno entre oficialistas y críticos, un pulso nuevamente monitorizado desde Madrid por el propio Zoido y otra vez Arenas.

Esto ocurrió en abril de 2017, coincidiendo con la Feria de Sevilla, así que no era extraño ver a los dos dirigentes por la capital andaluza aquellos días. Esta vez, sin embargo, el pulso entre ambos terminó por dinamitar el PP de Sevilla. Un partido poco habituado a lavar los trapos sucios en públicos vio cómo los candidatos a liderar la organización se despellejaban, filtraban conversaciones privadas a la prensa, denunciaron que se había inflado el censo de militantes y amagaron con impugnar los resultados de las primarias.

El presidente Juanma Moreno, casi un convidado de piedra en esta pugna, amenazó con dejar el control del partido en Sevilla en manos de una gestora si los dos candidatos en liza no eran capaces de consensuar las reglas del juego. Al final ganó Virginia Pérez, la candidata de Arenas, que derrotó contra todo pronóstico al hasta entonces presidente del PP sevillano, el diputado Juan Bueno, que contaba con el favor de Zoido.

De modo que el equipo ganador está repleto de compañeros populares que estos días no han ahorrado críticas anónimas al ministro de Interior, por estar viendo el derbi Sevilla-Betis mientras 4.000 conductores estaban atrapados en la AP-6 por la nieve en plena Operación Retorno de las vacaciones navideñas. Y más aún contra el director de la DGT, el que fuera todopoderoso concejal de Fiestas Mayores en el Ayuntamiento hispalense, Gregorio Serrano, por cómo ha gestionado esta crisis del temporal, culpando a los conductores e ironizando por Twitter cuando todos los partidos, incluido el suyo, pedían disculpas por lo sucedido.

Con la guerra interna del último congreso provincial del PP de Sevilla no se ha terminado el pulso entre Zoido y Arenas. Aún es posible una réplica de aquel terremoto en el grupo municipal del PP, que también quedó descabezado tras la marcha del ministro a Madrid. El leit motiv de este nuevo enfrentamiento es quién será el candidato a la Alcaldía de Sevilla en las elecciones municipales de 2019. Una situación tan tensa, que la dirección del PP andaluz aún no ha sido capaz de desbloquear el nombramiento de los carteles electorales con tiempo suficiente para que sus candidatos ganen proyección.

Una vez más, Zoido y Arenas pisan terreno en esta liza sevillana, el primero quiere postular a alguno de los concejales leales de su viejo equipo; el segundo promociona al actual portavoz, Beltrán Pérez, que lleva más de 15 años en el Ayuntamiento y está próximo a la nueva presidenta del partido, Virginia Pérez. En medio del fuego cruzado vuelve a encontrarse el líder del PP-A, Juanma Moreno, que no tiene prisa por confirmar la candidatura de Pérez, quizá por miedo a que rebrote el arenismo desde el mismo Consistorio de Sevilla. Si es que alguna vez se fue.

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