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análisis Vox evita sacudir el Gobierno de Moreno tras engullir a Ciudadanos en Andalucía

Las fuerzas de izquierda vencen en escaños a las de derecha en la Comunidad, pero pierden por los pelos en número de votos

Alejandro Hernández, portavoz de Vox en Andalucía.

raúl bocanegra

El dos de diciembre pasado, ante la posibilidad de gobernar por primera vez en Andalucía, el PP de Juanma Moreno no dudó ni por un momento en apoyarse en Vox, un partido de ultraderecha que irrumpió entonces, más de 40 años después de muerto el dictador, en las instituciones democráticas surgidas de la Constitución de 1978.

Poco antes, Ciudadanos, que quería jugar la carta de un partido liberal, facilitador del crecimiento económico, había roto con el PSOE de Susana Díaz y se había decidido a jugar la carta de cambio en Andalucía. La apuesta le salió bien y las urnas le dieron una mayoría junto con el PP y con Vox.

Como para Ciudadanos un pacto con la ultraderecha era una suerte de ruleta rusa, quiso al principio a mantener una distancia, utilizando al PP como una suerte de puente entre ambas formaciones.

Ciudadanos aseguraba que sus pactos en Andalucía eran exclusivos con el PP, mientras que después el PP, en ejercicio de su autonomía, pactaba con Vox y, al final de este proceso, Ciudadanos sostenía la ficción de que ellos no habían pactado nada con la ultraderecha, a pesar de que se beneficiaban de sus votos.

Esa estrategia de desmarque de Ciudadanos duró hasta que, tras las elecciones autonómicas y municipales de mayo, Vox exigió acabar con ella. Si Ciudadanos quería los apoyos de Vox para entrar en Gobiernos autonómicos y municipales y también para aprobar los presupuestos de la Junta de Andalucía, tenía que pasar por el aro y sentarse a firmar acuerdos directamente con ellos y, en consecuencia, darles la misma legitimidad democrática que le otorgaban al PP. Y Ciudadanos lo hizo.

Y no lo hizo solo en Andalucía, donde el monopolio socialista podía justificar, de acuerdo con una óptica derechista, medidas de excepción que favoreciesen la alternancia en la única Comunidad en la que no la había habido, sino que el hoy dimitido Albert Rivera se aplicó a ello en todas partes.

En todos los ayuntamientos –incluidos los andaluces– y comunidades donde Vox, PP y Ciudadanos sumaban, Rivera eligió. Y lo hizo de tal modo que perdió su identidad. Abandonó el centro, se negó a producir un cambio en la Comunidad de Madrid, escenario de mayúsculos escándalos de corrupción, con lo que puso en entredicho su discurso sobre regeneración democrática y después dilapidó la centralidad en la que los electores le situaron el pasado mes de abril cuando con el PSOE llegó a sumar 180 escaños, mayoría absoluta, lo que habría podido desbloquear el país.

Esa huida de la responsabilidad, ese giro sin remedio hacia la derecha, ese echarse en brazos de Vox, ese blanqueo, esa normalización de las tesis e ideas de  Vox hasta el punto de firmar en Andalucía acuerdos sobre inmigración y sobre educación que se ubican en un marco ideológico de extrema derecha ha fulminado a Ciudadanos –está por ver que logren recuperarse del golpe– y la obra de Rivera. En Andalucía, Vox los ha engullido.

El vicepresidente de la Junta, Juan Marín, líder de Ciudadanos en Andalucía, manifestó este lunes en Madrid: "La vida sigue y tenemos que seguir trabajando con más fuerza que nunca. Tenemos que estar a la altura para demostrarle (a Rivera) que los que estamos aquí somos capaces de seguir adelante con este proyecto de centro, liberal, progresista, capaz de rehacerse a pesar de que algunos hayan querido hundirnos”.

Las fuentes consultadas por Público manifestaron que el Ejecutivo andaluz no está en riesgo y que, por tanto, Ciudadanos tiene dos años por delante en Andalucía para arreglar el desaguisado. Y que ahora toca un periodo de reflexión y de acertar con el relevo de Rivera y con la estrategia a seguir.

El 'sorpasso' de Vox

Los resultados en Andalucía en estas elecciones fueron estos: PSOE, 25 diputados –antes tenía 24– y 1.420.005 votos; PP, 15 escaños –en abril, 11– y 874.190 sufragios; Vox, 12 diputados –venía de 6–y 867.429 votos; Unidas Podemos, 6 escaños –tenía 9– y 555.902 sufragios, y Ciudadanos, 3 diputados –cae desde 11– y 344.274 votos.

Respecto a las pasadas elecciones generales de abril, el voto de los bloques de izquierda y de derecha sigue igualado, aunque en esta ocasión no en escaños, pero sí en número de votos, pierde la izquierda. Si en los comicios de abril la suma de PSOE y Adelante Andalucía dio 2.223.626 votos y 33 escaños, en estos arrojó –añadiendo los sufragios de Más País– 2.031.802 y 31 escaños, mientras que la de PP, Vox y Ciudadanos, que venía de 2.211.867 votos y 28 diputados, se quedó en los 2.085.893 sufragios y 30 escaños.

Es decir, que la caída en la participación en Andalucía ha beneficiado a las fuerzas de derecha, aunque el PSOE haya mejorado su resultado en un escaño, lo que, con todas las cautelas porque se trata de unas elecciones generales –disputadas además bajo el signo de la exhumación del dictador y con la sentencia del Procés y los disturbios posteriores en Barcelona– en las que no se juzga la actividad del Gobierno andaluz, invita a pensar que la pelea en Andalucía está abierta entre los bloques y por el liderazgo en el de la derecha. En otras palabras, el PP ha evitado el sorpasso de Ciudadanos, pero ahora debe enfrentar el de Vox.

El secretario de Organización del PSOE de Andalucía, Juan Cornejo, proclamó este lunes: “Vox se ha comido a Ciudadanos, se va a comer al PP y será nuestro adversario político al paso que va”. Luego, Cornejo recomendó a Moreno y a Marín que reflexionen por el auge de Vox, según recoge Europa Press.

A la vista de los datos, ciertamente, el siguiente en la cola es el PP, partido al que Vox ya le pisa los talones: a pesar de que el reparto de los escaños por la Ley D`Hont derivó en que la diferencia entre ambos pareciera mayor -quince a doce-, la realidad es que en número de votos lo que separó al PP de Vox en Andalucía fueron unos escasos 6.761.

Fue el PP el que inició, por razones estratégicas de calado –acabar con la hegemonía socialista en Andalucía– esa política de blanqueo de la ultraderecha que ha acabado con su socio de Gobierno en la lona. Los conservadores no la han abandonado ni siquiera durante la campaña electoral.

El día siguiente a que Rocío Monasterio, presidenta de Vox en Madrid, acudiera a Sevilla a un acto a las puertas de un centro de menores de la Junta de Andalucía en el que fomentó la xenofobia y criminalizó a los menores migrantes, Elías Bendodo, la mano derecha del presidente Moreno, se limitó a ponerse de perfil y a decir que cada uno hace la campaña que considera pertinente. “Hemos sido capaces de abrir todos los debates prohibidos”, proclamó Santiago Abascal, satisfecho, el mismo domingo, la misma noche electoral. Sin embargo, no le dio las gracias al PP y a Ciudadanos por ello.

El presidente de Vox lo dejó claro en el debate a cinco, el lunes pasado. Va a por todas. Allí dibujó un escenario en el que todos, excepto Vox, son “progres” y funcionan de acuerdo a unos consensos –sobre feminismo, sobre igualdad, sobre inmigración, sobre el Estado de las Autonomías, sobre Europa, sobre fiscalidad…– que su partido está llamado a reventar.

Frialdad y sangre fría y estabilidad

Vox, de momento, ha decidido tomarse con calma el nuevo escenario y gestionar la subida en Andalucía con frialdad y sangre fría. Nada de prisas. Preguntado por si van a apretar al Gobierno a raíz de estos resultados, el portavoz parlamentario. Alejandro Hernández, la materia gris de Vox en Andalucía, manifestó que ellos aprietan a la Junta “en función de los acuerdos alcanzados”. A ello agregó que en Vox son "leales a los pactos", porque son "un partido serio que hace “honor y gala de los acuerdos”, según recoge Europa Press.

En esa misma línea reaccionaron la consejera de Empleo, Rocío Blanco, nombrada por Moreno a propuesta de Ciudadanos –“en absoluto los resultados van a afectar al Gobierno andaluz. Somos un Gobierno tremendamente cohesionado, no son palabras vacías ni falsas”– y la secretaria general del PP, Loles López.

La número dos de Moreno en el partido se mostró segura de que el 10-N no afectará a la estabilidad porque las elecciones generales, en modo alguno, son “extrapolables” a Andalucía, según recoge Europa Press unas declaraciones a Canal Sur Radio. López destacó la “estabilidad” de la Comunidad, con dos presupuestos aprobados, y agregó que tanto Vox como Ciudadanos saben qué necesita Andalucía, por encima de “ideologías”.

López apuntó que una de las causas de la subida de Vox en la Comunidad obedece también a que apoya las políticas del Gobierno. Ciertamente, la actitud del partido ultra, una vez que forzó a Ciudadanos a sentarse en la misma mesa que ellos, ha sido ejemplar en términos de lealtad política hacia el Ejecutivo al que apoya.

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