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Los bulos de la ultraderecha La autarquía informativa de Vox: eliminar al intermediario para colar su mensaje sin filtros

En el clima confuso e incierto provocado por la pandemia, el partido ultraderechista aviva la desconfianza contra medios de comunicación, Gobierno, verificadores y redes sociales. Una estrategia de doble filo que, en el largo plazo, podría perjudicarle en su carrera contra el PP para erigirse como líder de la derecha y la oposición.

Vox se aferra a la conspiración en la pandemia, pero podría pagarlo en las urnas. EFE
Vox se aferra a la conspiración en la pandemia, pero podría pagarlo en las urnas. EFE

juan corellano

Semanas después de su llegada, el virus sigue acompañado de más interrogantes que certezas, arrastrando cifras confusas y generando un clima de incertidumbre general. Viendo reducida drásticamente la actividad de su principal altavoz mediático, el Congreso, los partidos políticos han tenido que adaptar sus discursos a las anómalas circunstancias actuales. En el caso de Vox, lejos de navegar a la contra, ha decidido emplear el vendaval a su favor, avivando a través de su discurso la desconfianza hacia los medios de comunicación, el Gobierno, las agencias de verificación y las redes sociales.

Con sus diferencias, todos estos guardan algo en común: son intermediarios, por tanto obstáculos, entre el mensaje de Vox y la ciudadanía. Esta creciente intención de desacreditar el trabajo de todos ellos tiene, según el politólogo Pablo Simón, un claro objetivo: "Todo lo que sea una crisis de intermediación les ayuda a controlar mejor su discurso". En definitiva, otorga al partido la posibilidad de hacer llegar su mensaje sin filtros de ningún tipo, algo por lo que ya abogaron Donald Trump y Jair Bolsonaro en Estados Unidos y Brasil, respectivamente.

Un mensaje que, según apunta Simón, también ha sufrido cambios con la pandemia, abandonando temas recurrentes (lucha contra el feminismo, bajadas de impuestos, reacción católica…) en favor de "un vector propio de la ultraderecha como es la conspiranoia". Un nuevo discurso que señala directamente a todos los grupos anteriormente mencionados, a los que Vox acusa de intentar ocultar la verdadera dimensión de la crisis sanitaria y económica que vive España. Así, la ultraderecha esgrime un complejo complot con el Gobierno como punto de partida.

Querella contra Sánchez

"Por su exclusiva responsabilidad, señor Sánchez, España, además de enfrentarse a la muerte y a la ruina, se enfrenta al mayor ataque a las libertades fundamentales que ha padecido nuestra democracia. Esa es nuestra verdad, señorías", aseguraba Santiago Abascal en el Congreso durante su intervención del pasado 22 de abril.

Vox acusa de censura a Twitter y Whatsapp mientras en la red social Gab sigue abiertamente a cuentas que ensalzan el nazismo, el franquismo y la islamofobia

Estos ataques al Gobierno, al que exige una dimisión inmediata desde hace semanas y acusa de manipular y maquillar la crisis a través de los datos oficiales, no se limitan a lo dialéctico. Vox, asiduo usuario de la vía judicial, anunció una querella en el Tribunal Supremo contra Pedro Sánchez por "delitos de imprudencia grave con resultado de muerte".

Nuevos vetos al periodismo

No obstante, Vox no deja solo al Gobierno en sus imprudencias, sino que también ha señalado a algunos medios de comunicación como supuestos cómplices del mismo. Son habituales los ataques e intentos de descrédito a través de Twitter hacia medios y periodistas, entre los que se incluye este diario, al que días atrás el portavoz del partido, Iván Espinosa de los Monteros, tildó de "brigada mediática de la izquierda" en una airada respuesta a la directora de Público.es, Virginia Pérez Alonso.

Destaca el caso de RTVE, al que la secretaria del partido, Macarena Olona, acusaba de "servicio al régimen" y de "tapar lo que está sufriendo España" al no publicar imágenes de los féretros de las víctimas del virus. Un bulo que fue desmentido en directo por el presentador que la entrevistaba, Xabier Fortes, pues dichas imágenes habían sido emitidas por la televisión pública días antes.

Además, esta crisis ha servido también para ampliar la ya extensa lista de medios vetados por Vox, de la cual forma parte este periódico, y a la que recientemente se ha unido ABC.

Este diario publicó informaciones en las que dejaba constancia de cómo el partido de Abascal rectificó con respecto a la donación de las dietas de sus parlamentarios a la lucha contra la covid-19. En un primer momento, Vox no planeaba renunciar a este dinero, pero finalmente sí se comprometió a destinarlo a asociaciones de víctimas del coronavirus. Por entonces, las dos únicas existentes resultaron estar vinculadas con antiguos cargos del PP y su propio partido, tal y como reveló El Plural.

Desprestigio de verificadores

Sin salir de los medios de comunicación, existe un sector especializado que ha sido atacado con particular dureza por parte Vox durante esta crisis: las agencias de verificación, a las que acusan, falsamente, de ejercer como censoras en las redes sociales. De nuevo, el partido de ultraderecha no se ha conformado con las críticas y el desprestigio, sino que incluso ha llegado a reclamar –a través una petición a la Comisión de calidad democrática del Congreso– que los responsables de Newtral, el equipo de verificación de EFE y Maldita.es comparezcan en la Cámara Baja.

La cofundadora de esta última, Clara Jiménez, aclara que han llegado a acusarles de "gestapo" del Gobierno sin señalar ningún error o fallo por el que deben rendir cuentas ante el Congreso. Además, recuerda el rápido cambio de opinión del partido de Abascal con respecto a las publicaciones de Maldita.es: "Antes de todo esto Vox estaba compartiendo nuestras verificaciones en Twitter y Abascal sacaba nuestros desmentidos en el Congreso".

Falsas censuras en redes

Sin embargo, la supuesta conspiración no se reduce a las agencias que, como Maldita.es, verifican de manera externa contenidos en Facebook. Las acusaciones de censura por parte de Vox involucran también a las propias redes sociales. Tras ver cómo una publicación de Abascal era calificada como falsa en Facebook, la formación verde emprendió a finales de enero una guerra abierta contra Twitter después de que la plataforma bloqueara algunas funciones de su cuenta oficial por "incitación al odio".

Vox se negó a borrar el tuit causante de dicho bloqueo e incluso presentó una querella contra Twitter, pero, en plena irrupción de la pandemia, finalmente cedió y recuperó su cuenta tras eliminar la publicación en cuestión a principios de marzo. Enterró esta disputa y poco después, a mediados de abril, abrió una nueva, esta vez contra Whatsapp. Para ello difundió el bulo de que la aplicación censuraba los mensajes críticos con el Gobierno, alentando a sus adeptos a migrar a Telegram. Una falsedad que el propio servicio de mensajería se vio obligado a desmentir, pues simplemente se trataba de una medida global que limitaba los reenvíos en un intento frenar la difusión de bulos a través de su plataforma.

Mientras, a mediados de febrero, tal y como recuerda a este diario el experto en análisis de redes Marcelino Madrigal, Vox estrenó cuenta en Gab. Un trasunto de Twitter que su creador, Andrew Torba, impulsó bajo la promesa de ser una red libre de censura y que, en la práctica, se ha convertido en el refugio virtual de la extrema derecha mundial y la alt-right estadounidense. Sin duda, el partido de Abascal ha terminado haciendo buen uso de la laxitud en la moderación de esta plataforma, pues a través de cuenta oficial sigue a usuarios, e incluso interactúa con ellos, que ensalzan abiertamente el nazismo, el franquismo y la islamofobia (como puede verse en la imagen de abajo).

Imagen de las redes sociales vinculadas a Vox. / ARCHIVO
Imagen de las redes sociales vinculadas a Vox. / ARCHIVO

Una estrategia de doble filo

"Lo que haremos será llevar las pruebas ante los tribunales y ante los españoles para que, cuando sea el momento, las urnas y los jueces emitan el veredicto", continuaba Abascal en su ya mencionada intervención parlamentaria del pasado 22 de abril. Con estas palabras, y su explícita mención de las urnas, dejaba reflejada de manera confesa la intención última del discurso que Vox ha mantenido durante la pandemia: pescar votos en el río más revuelto de nuestra historia reciente.

Más allá de sus connotaciones morales, se trata de una estrategia electoral "de doble filo" y potencialmente nociva para Vox, según apunta Simón. El politólogo asegura que esta deriva hacia la conspiranoia podría "terminar enajenando a sectores que votan a Vox viniendo del PP" y con ello perder votos en favor de los populares, principal caladero electoral para una ultraderecha española que "no es capaz de comer entre las capas obreras de la izquierda". Además, en esta disputa por liderar la derecha y la oposición, el PP parece mejor posicionado y con más avales que Vox de cara al debate venidero en torno a la gestión sanitaria y la regeneración económica.

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