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El café que George Orwell dejó pendiente en el cerco de Huesca de 1937

El Colectivo Ciudadano oscense y la Orwell Society impulsan la instalación de un bajorrelieve en bronce dedicado al escritor, que sobrevivió a un disparo cuando participaba en el sitio de la ciudad con las milicias durante la guerra civil.

Orwell en Monflorite
Orwell, en el centro, y su mujer, Eileen, con un grupo de milicianos en Monflorite (Huesca) en el invierno de 1937.— Cedida por Víctor Pardo

George Orwell nunca se tomó un café en Huesca, aunque sí dejó por escrito la promesa de hacerlo si un día regresaba a España, donde a comienzos de la guerra civil pasó seis meses, casi cinco de ellos en tierras oscenses, que le cambiaron una vida que estuvo cerca de perder por un disparo y que resultaron fundamentales para perfilar el antitotalitarismo que marcaría su obra literaria.
¿De dónde viene esa historia del café? Él mismo la dejó escrita en el cierre del cuarto capítulo de Homenaje a Catalunya, la obra más veces reimpresa de las escritas sobre la guerra civil española, donde narra el traslado de su unidad de las milicias del POUM (Partido Obrero de Unificación Marxista) desde el frente de Los Monegros, al que habían llegado el 3 de enero, al cerco de Huesca, al que se incorporarían el 16 de febrero tras "un viaje de 90 kilómetros a través de la planicie invernal".

"A cuatro kilómetros de nuestras trincheras, Huesca brillaba pequeña y clara como una ciudad formada por casas de muñecas. Meses antes, cuando cayó Siétamo, el comandante general de las tropas gubernamentales había comentado alegremente: Mañana tomaremos café en Huesca. Resultó estar equivocado. Se produjeron sangrientos ataques, pero la ciudad no cayó, y Mañana tomaremos café en Huesca se convirtió en una broma en todo el ejército. Si alguna vez regreso a España, no dejaré de tomar una taza de café en Huesca", recoge una de las traducciones del original, en un párrafo que en otras concluye con un "si alguna vez vuelvo a España, prometo firmemente tomarme un café en Huesca".

El autor de dos textos fundamentales para la izquierda democrática, como Rebelión en la granja y 1984, nunca volvió, algo que sí han hecho en varias ocasiones parientes suyos como su hijo Richard Blair, miembro de una familia con evidentes vínculos sentimentales con Huesca y que suele desplazarse cada dos años a los escenarios de la peripecia bélica de su padre por la ciudad de Barcelona y la provincia altoaragonesa.

Un 'crowdfunding' y una emisión de bonos en las librerías

Esos vínculos han dado lugar a una iniciativa conjunta del Colectivo Ciudadano oscense y de la Orwell Society, presidida por Richard Blair, para dedicar una escultura en una céntrica ubicación de Huesca al escritor inglés.

"Nos parece muy interesante que George Orwell tuviera una escultura para tomarse ese café que no pudo tomarse en Huesca", explica Víctor Pardo Lancina, miembro del colectivo que hace tres años comisarió la exposición que la ciudad dedicó al escritor y que resume el objetivo de la iniciativa es "vincular más a Huesca la figura" del escritor británico.

El objetivo de la iniciativa es "vincular más a Huesca la figura" de Orwell

El proyecto prevé en engaste de un bajorrelieve de bronce de 120 centímetros de base por 90 de altura, obra del escultor Javier Sauras y titulado Orwell toma café en Huesca, en una piedra de mayor tamaño, un conjunto que sería donado a la ciudad para ubicarlo en una plaza cercana a la céntrica de Navarra, la del casino del Círculo Oscense.

"Esperamos poder encargarla antes de abril", anota Pardo, mientras que la concreción de la ubicación definitiva quedaría pendiente de tratar con el ayuntamiento que salga de las urnas el 28 de mayo.

Para financiar el proyecto, que tiene un presupuesto de 25.000 euros y cuya web se encuentra en fase de construcción, el colectivo y la Orwell Society han puesto en marcha un crowdfunding y una emisión de bonos de diez euros en cuatro céntricas librerías de la ciudad que "está teniendo bastante éxito", señala Pardo.

03/03/2023. Richard Blair (izquierda), hijo de George Orwell, junto a Quentin Koop (derecha), hijo del comandante de su milicia, durante una visita a Huesca en 2017.
Richard Blair (izquierda), hijo de George Orwell, junto a Quentin Koop (derecha), hijo del comandante de su milicia, durante una visita a Huesca en 2017. Pablo Otín

Un miliciano siete años más joven que su fusil

Orwell, nacido como Eric Blair hace 120 años y que acuñó hace 90 el pseudónimo con el que sería mundialmente conocido, "es un personaje contradictorio, y rico por eso", explica Pardo, quien apunta que el título de Homenaje a Catalunya para un periplo que se desarrolló en un 80% en tierras oscenses se debió a que "se encontró allí una revolución" que le marcó, como lo hicieron los hechos de mayo de 1937, la refriega del PSUC y la Generalitat contra los libertarios del POUM y la CNT, a los que asistió durante un permiso de una semana del frente oscense poco antes de caer gravemente herido el día 20 de ese mes, a su regreso.

"Siempre dijo que la guerra civil le cambió la vida. Vino como periodista y se alistó en las milicias del POUM sin estar afiliado, era alguien muy comprometido", añade Pardo, aunque su primera filiación política, la del Partido Laborista, no tendría lugar hasta 1938, cuando ya había vuelto a Inglaterra.

Pardo: "Siempre dijo que la guerra civil le cambió la vida"

El escritor narra en Homenaje a Catalunya varios topetazos con la realidad, como cuando durante sus últimos días en el frente de Los Monegros y tras ver la disparatada narración de una escaramuza en la que había participado aprendió "a leer en los periódicos, con actitud menos crédula, las noticias de la guerra" o, también, cuando en esas mismas fechas caló en los milicianos la convicción de que la caída de Málaga y la sanguinaria Desbandá que la siguió "se debía a una traición", algo que -asegura- introdujo en su mente "la primera duda inconcreta sobre aquella contienda en la que la cuestión del bien y del mal me había parecido hasta entonces fabulosamente sencilla".

Orwell llegó a Barcelona el 26 de diciembre de 1936 y partió el 3 de enero con una columna del POUM hacia la sierra de Alcubierre (una ruta recuerda su paso por allí), donde permaneció hasta el 16 de febrero, fecha del traslado al cerco de Huesca, armado con un fusil máuser siete años más viejo que él.

Una bota de piel de cabra y un candil de aceite

Allí permanecería destinado, con la excepción de la semana de permiso, en la que fue objeto de seguimientos por parte del espionaje soviético como el entonces también periodista y futuro canciller alemán Willy Brandt, hasta el 20 de mayo, cuando resultó gravemente herido por un disparo.

"Nunca reveló dónde estaba cuando recibió ese disparo que casi le cuesta la vida, aunque es de suponer que se encontraría en las inmediaciones del castillo de Montearagón, que era la zona de las milicias del POUM", señala Víctor Pardo. Se recuperaría en hospitales de Lleida y de Barcelona antes de ser licenciado definitivamente y regresar a Inglaterra por Francia, a donde llegó con su esposa Eileen el 24 de junio de 1937.

"Los únicos recuerdos que me llevaba de España eran una bota de piel de cabra y una de esas pequeñas lámparas de hierro en las que los campesinos aragoneses queman aceite de oliva y cuya forma es casi idéntica a la de las lámparas de terracota usadas por los romanos hace dos mil años. La había encontrado en una choza en ruinas e inexplicablemente seguía en mi poder", narra en Homenaje a Catalunya.

La iniciativa del Colectivo Ciudadano promueve la escultura, que sería la primera que se le dedica en España, como recuerdo de su paso por tierras oscenses, con las que, pese a lo breve de su paso, "tuvo una relación tan directa, intensa y peligrosa, porque casi le cuesta la vida, como no ha tenido ningún otro escritor británico".

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