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La carrera de las vacunas airea una lucha geoestratégica, financiera y económica entre las grandes potencias
Las campañas de vacunación contrarreloj para alcanzar la inmunidad de rebaño dejan traslucir la retórica nacionalista que acompaña al negocio de la venta de las dosis de inoculación contra la covid-19.
La poción mágica de las vacunas encierra un doble e imperioso desafío: recuperar la normalidad social, la libertad de movimientos ciudadanos, por un lado, y el despegue del ciclo de negocios poscovid, por otro. Es la disyuntiva indisoluble que presiden las campañas de vacunación en todo el mundo.
Países como Israel, que han comprado a golpe de talonario la solución médica de Pfizer BioNTech, hasta registrar una tasa de 92,5 inoculaciones por cada 100 habitantes y la reducción de contagios en más de un 94%, o la jugada soterrada de Reino Unido de acelerar la adquisición de dosis de AstraZeneca, poniendo en tela de juicio la estrategia de contratación conjunta de la UE y propiciando el mensaje de optimismo de su premier, Boris Johnson, de una vuelta a la movilidad de la sociedad británica a partir del 21 de junio, revelan que el componente nacionalista ha arraigado en medio de la emergencia sanitaria global.
Al igual que los intentos de socios comunitarios del Este -también de países como Dinamarca o Austria-, de salirse de la central de compras europea airea el juego geopolítico que ha irrumpido, entre bambalinas, pero ya con una visibilidad manifiesta, en el proceso de distribución de las vacunas. Maniobras que dejan un interrogante elocuente: ¿prevalecerá la salud pública sobre la retórica geoestratégica? La urgencia por encauzar la salida de la recesión, la diversidad de las condiciones financiera de los Estados -esencial para ganar la batalla de la inmunidad- y los ocultos intereses nacionalistas y de la industria farmacéutica que subyacen tras las entregas y la capacidad de suministro de las vacunas no auguran buenos presagios para el desafío de la protección social contra la pandemia.
La rivalidad EEUU-China -ambos con altos niveles de contagios, en el caso del gigante asiático, con altas suspicacias sobre la transparencia de sus datos- se ha trasladado también a la crisis sanitaria mundial más grave de la última centuria. Las dos superpotencias combaten contra unos desafíos comunes: sus paulatinas pérdidas de apoyo a su gestión entre sus conciudadanos, sus significativos retrocesos económicos y sus caídas de reputación internacional. Fruto de ello, es el cruce de acusaciones y de teorías conspiratorias sobre el origen de la epidemia, sin evidencias científicas que las respalden, o sobre la eficacia real de las vacunas surgidas de sus respectivas estructuras productivas.
No por casualidad, de las diez soluciones farmacológicas candidatas a obtener las próximas autorizaciones oficiales, cinco las desarrollan instituciones chinas; una sexta, surge de la colaboración conjunta de Pekín con una compañía alemana y otra estadounidense y las cuatro restantes, las desarrollan entidades de EEUU y Reino Unido. En una reciente información del diario Politico incluye en este tacticismo nacionalista a Europa, al resto de naciones de rentas altas, la OMS y la industria farmacéutica. "Un juego complejo, de múltiples niveles, en el que las agencias reguladoras, la reputación exterior o el conocimiento científico" son fichas ineludibles del tablero de ajedrez geoestratégico en el que se mueven todos los contendientes que relegan a un calendario sine die las expectativas de países emergentes y en desarrollo. No por casualidad el America, first de Donald Trump fructificó en su decisión de que EEUU abandonara la OMS e instaurara una dudosa gestión de contención de la pandemia; no sin pocos tintes nacionalistas.
En esta aventura geoestratégica hay sobre la mesa de operaciones miles de millones de dinero público, dirigido a la consecución de vacunas, con inversiones en investigación para su desarrollo y a la canalización de sus suministros y distribución. Transferencias de tecnología y subsidios que han desembarcado en activos de empresas que, finalmente, determinan su precio final. Siempre que los gobiernos, de nuevo, puedan asegurar el acceso a las vacunas mediante contratos al mejor postor. Todo ello hace que la amenaza se tiña con tintes geopolíticos. Suerie Moon, la codirectora del Global Health Centre de Ginebra, equipara los "activos estratégicos" en juego en el proceso de vacunación en marcha con una "carrera armamentística" en el que la industria del sector farmacéutico ha priorizado las ventas a las naciones industrializadas. Y, dentro de ellas, al mejor precio de subasta. De ahí la victoria británica sobre Europa -a las pocas semanas del brexit- con la que Londres se ha asegurado 30 millones de dosis de Pfizer BioNTech y un acuerdo separado de 100 millones de la vacuna AstraZeneca que ha ralentizado la entrega de los 400 millones de dosis al club comunitario.
Suerie Moon, la codirectora del Global Health Centre de Ginebra, equipara los "activos estratégicos" en juego en el proceso de vacunación en marcha con una "carrera armamentística" en el que la industria del sector farmacéutico ha priorizado las ventas a las naciones industrializadas y, dentro de ellas, al mejor postor
Las vacunas 'made in Russia and China'
El juego geoestratégico, sin embargo, no se reduce sólo al espacio industrializado. La Sputnik V rusa ha logrado vender casi 200 millones de dosis en el exterior. A pesar del veto levantado a la primera vacuna comercializada en el mundo -tras la autorización del Kremlin en agosto pasado- por parte de las agencias del medicamento de EEUU y la práctica totalidad del mundo occidental.
En un total de 50 países -asegura la consultora Statista- aunque en sólo 39 de ellos con licencia. India ha sido su destino preferencial, con más de 100 millones de unidades. Pero la utilización de la vacuna rusa como arma de política exterior -una característica estratégica de Vladimir Putin, que ha usado en innumerables ocasiones sus fuentes energéticas (petróleo y gas) para ganar peso internacional, elevar el poder de influencia sobre países como Ucrania o dividir a la UE- se ha propagado por varias naciones a las que Moscú a colgado el cartel de áreas de su protectorado.
Al inicio de 2021, el 30% de la población rusa había recibido su dosis de la vacuna Sputnik V
Egipto, Nepal, México, Serbia o Bielorrusia están entre sus mercados exteriores. Y la autorización de la UE, que sopesa desde la pasada semana la licencia a la vacuna rusa a partir de sus resultados de laboratorio y los estudios clínicos, ha posibilitado ya sus primeras ventas a Hungría o Eslovaquia. Países a los que se sumará en breve la República Checa, que también ha anunciado que adquirirá la fórmula desarrollada por el Instituto Gamaleya. Ya al inicio de 2021, el 30% de la población rusa había recibido su dosis de la Sputnik V. Y su distribución fuera de sus fronteras abarca países latinoamericanos y africanos. Expansión internacional que también está propagándose a través de su rápida involucración en el programa Covax de la OMS, creado a finales de abril de 2020, y que planea distribuir más de 330 millones de dosis de vacunas a 145 países antes de junio, dentro de su reto de vacunar a "al menos el 20% de la población" de los países de bajos ingresos a lo largo de 2021.
Brasil, con 10 millones de dosis, y Argentina, con 22 millones, también están entre sus clientes. El nombre del primer satélite enviado al espacio por la extinta Unión Soviética de la vacuna rusa deja sobradas muestras del talento geopolítico de su comercialización. Aunque también de rigor científico. La revista Lancet la otorga un 91,6% de eficacia en los primeros 21 días de inoculación y un 91,8% en los mayores de 60 años. En línea con los resultados de Pfzer BioNTech y Moderna. Y con un precio por debajo de las soluciones farmacéuticas preferidas. Otra muestra del calado geoestratégico de Moscú es el anuncio del Kremlin de enviar vacunas Sputnik V a áreas ucranias controladas por los separatistas que patrocina el Gobierno de Putin. A pesar de la prohibición expresa del Parlamento de Kiev, de la inclinación de su vecino por las dosis de Sinovac Biotech, -su rival china- de las que acaba de recibir 1,9 millones de unidades, o de su petición de entrega al programa Covax. La matriz de la Sputnik V espera producir 700 millones de dosis este año y seguir abasteciendo a clientes como Argentina, Bielorrusia, Bolivia, Serbia, Argelia, Palestina, Venezuela, Paraguay, Turkmenistán, Hungría, Irán, EAU -el segundo país, tras Israel, en número de vacunaciones por cada 100 habitantes- Guinea y Túnez.
Desde S&P Global se admite que las alternativas de financiación para acelerar las vacunaciones en África y América Latina ofrece unas oportunidades geoestratégicas de primer orden a Rusia y China. Robert Besseling, CEO at Pangea-Risk, firma de inteligencia especializada en las regiones africanas, alerta de que las prioridades de las naciones occidentales hacia sus sociedades civiles, deja vía libre a Moscú para ganar cuota de influencia en estas latitudes -donde ha iniciado con un decalaje temporal su presencia económica y política respecto a China- y Pekín, un espacio en el que ha desplegado su mano invisible -junto a las naciones latinoamericanas- de inversiones y de financiación de infraestructuras. Porque el objetivo en África es lograr que se vacune el 60% de sus 1.200 millones de habitantes en los próximos dos o tres años. Y la mayoría de estos países necesitarán ayuda externa para ello, explica Deepak Dave, jefe de la Oficina de Riesgos de la Agencia Aseguradora de Comercio Africano. Hasta ocho países africanos, entre ellos Mauritania, Botsuana, Túnez o Sudáfrica, buscarán financiación internacional para sus programas nacionales de vacunación. Mientras Egipto, Marruecos, Guinea y las Seychelles han iniciado ya sus procesos de inoculación. Desde el African Centres for Disease Control and Prevention se calcula que casi las dos terceras partes de la población africana deben ser vacunadas para alcanzar la inmunidad, lo que suponen 1.500 millones de dosis -si son dobles- con un coste de entre 10.000 y 15.000 millones de dólares.
Duarte Pedreira, responsable de mercados emergentes en Crown Agents Bank recuerda que "el continente africano al completo ha empezado con los cálculos de vacunas desde la perspectiva financiera -coste de las vacunas- y económica, para lograr la recuperación de sus actividades". Un escenario idóneo para que Rusia y China "exploren y extiendan sus lazos comerciales, diplomáticos, geopolíticos y de seguridad" con todos ellos.Pedreira recuerda las inmensas inversiones chinas en el continente africano en la última década y el reciente aterrizaje geoestratégico de Rusia en la región. Las vacunas son un nuevo salvavidas para que, especialmente Pekín, "consolide sus ventajas competitivas y la generación de negocios a sus empresas" en los mercados africanos. De hecho, ya ha emprendido iniciativas de retrasos en el pago de los elevados niveles de endeudamiento contraídos por los países africanos en los últimos años con Pekín, mecanismos de flexibilidad en los pagos e, incluso, la suspensión con acuerdos con doce países de la región de sus deudas bilaterales y líneas de préstamo preferentes con otros quince, dentro del programa de financiación del G-20.
La vacuna de Sinopharm, propiedad farmacéutica estatal, con una eficiencia del 86%, según EAU, uno de los países donde se ha inoculado con su activo, y suministrada a más de 50 millones de personas y la de la biotecnológica Sinovac, con un 91% de efectividad, aseguran investigadores turcos, y del 78%, según sus homólogos brasileños -que sólo conceden, sin embargo, una eficacia del 50% sobre la cepa brasileña- son los dos buques insignias de Pekín. Entre las más de 200 vacunas contra la covid-19 que están en desarrollo, de las que sólo once de ellas se encuentran en fase de comercialización plena o están en visos de lograr autorizaciones de diversas agencias oficiales del medicamento, según datos de Business Insider.
Varios países asiáticos, entre ellos Singapur, Malasia, Indonesia o Filipinas tienen suscritos acuerdos con Sinovac. También Turquía y se encuentra en fase de negociación final con Brasil o Chile. Sinopharm, además de con EAU, ha alcanzado alianzas de suministro con Baréin, Marruecos o Egipto. Clientes comunes en ciertos casos que refuerzan la tesis de que Rusia y China, pese al creciente grado de cooperación en cuestiones geoestratégicas, compiten directamente en el mercado de las vacunas por ganar una mayor presencia e influencia en sus espacios de interés. Y que ha llevado al Gobierno de Japón a alertar de la agresiva diplomacia de vacunas por parte de Pekín. Para, por ejemplo, asegurarse el retorno de beneficios de los casi 70.000 millones de dólares inyectados por el régimen chino en naciones del Sudeste Asiático -en especial, en redes de infraestructuras rodadas, ferroviarias y eléctricas y de comunicaciones- para sustentar el mercado de su Nueva Ruta de la Seda o con el propósito de ganar voluntades en la carrera por el despliegue del espectro 5G, que también está entre sus prioridades con sus socios latinoamericanos. Venezuela ha recibido las primeras 100.000 unidades de la Sputnik V y acaba de cerrar -los primeros días de marzo- un contrato de abastecimiento con Sinopharm.
Las vacunas de China y de Rusia han eludido el veto de las agencias de medicamento de EEUU, Reino Unido y otras naciones de rentas altas trasladando su producción a países de su órbita de influencia; sus oportunidades geoestratégicas para obtener retorno de beneficios políticos y económicos se concentra en África
La Soberana 01 apunta hacia Irán
Otra de las soluciones médicas contra la Covid-19 en fase avanzada es la Soberana 01 de Cuba que, a los ojos de los observadores internacionales, "está tejiendo una alianza estratégica entre la isla caribeña e Irán", como alerta Michael Shifter, presidente del Diálogo Inter-Americano tras un tweet oficial del gobierno de Teherán en el que dice que "juntos, Cuba e Irán, avanzaremos más rápido". Kianoush Jahanpour, alto cargo del Ministerio de Alimentación y Medicamentos, lo expresó de manera muy descriptiva: "Irán recibirá vacunas de un país extranjero porque está coproduciendo con la compañía estatal cubana su solución médica a través del Instituto Pasteur iraní, además de las cuotas que le corresponden del plan Covax de la OMS". Jahanpour precisó que la Soberana 01 acaba de superar la Fase II de experimentación y que los trabajos científicos están siendo especialmente complejos porque ambos países están sujetos a sanciones de EEUU, lo que limita el acceso a vacunas. Antes de señalar que "la alianza [entre ambos países] de índole geopolítica, no solo pragmática". Un objetivo que corrobora Shifter, quien asegura que la vacuna cubana está inmersa en el tercero y último test de pruebas. El Ministerio de Sanidad iraní, en paralelo, afirma que 16 firmas del país están avanzando en varios métodos de investigación de vacunas contra la covid-19. Cuba, que tiene otras tres variantes en investigación -Soberana 02, Mambisa y Abdala, dice disponer de la capacidad "para inmunizar a la población cubana contra el virus a lo largo de 2021", según la presidencia de BioFarmaCuba, que pretende exportar sus soluciones especialmente a la comunidad latinoamericana.
Esta carrera competitiva de corte nacionalista está poniendo en riesgo las acciones concertadas globales para expandir con celeridad las vacunaciones en todo el planeta, alertan desde el World Economic Forum (WEF), después del éxito de las investigaciones en 2020 y de la luz al final del túnel que suponen los procesos de inoculación puestos en marcha. Y que "no deberían excluir a ninguna persona en ningún rincón del mundo". El riesgo de un "nacionalismo de las vacunas" es alto.
Los gobiernos deben comprender que los deseos de proteger a su población y fortalecer sus sistemas sanitarios no se pueden saldar mediante acuerdos bilaterales con las empresas manufactureras, porque atentan contra programas como el de la Facilidad Covax. Porque las adquisiciones masivas por parte de los países ricos a precios desorbitados "generan caos en los mercados y daña la coordinación de los compromisos internacionales adquiridos". Es una suerte de "sobre-contratación" -critica el WEF- que "no se justifica ni por las necesidades de recuperar los esfuerzos de capital y de inversiones en I+D"; al contrario, "obliga a las vacunas en pruebas clínicas a someterse a una presión adicional para cubrir cuanto antes sus fases de desarrollo" y poder encaramarse así a la velocidad de crucero de la carrera de vacunaciones.
Las compras masivas por parte de los países ricos a precios desorbitados "generan caos en los mercados y daña la coordinación de los compromisos internacionales adquiridos"; es una suerte de "sobrecontratación", critica el WEF, que "no se justifica ni por el afán de recuperar los esfuerzos de capital e inversiones en I+D"
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