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Catalunya El sudoku del Parlament

Las disensiones entre JxCat y ERC, que han llevado al independentismo a perder, al menos temporalmente, su mayoría en el Parlament, han dado como resultado una aritmética parlamentaria compleja en Catalunya, que abre la puerta a diversos escenarios igualmente complejos

El president, Quim Torra (derecha) ,el vicepresidente del Govern Pere Aragonès (centro) y La consellera de la Presidencia, Elsa Artadi (izquierda) observan el resultado de una de las votaciones del pleno del Parlament. EFE/Toni Albir

El independentismo está fracturado. Las semanas de disensiones públicas entre ERC i JxCat a cuenta de como afrontar la suspensión de los diputados presos o exiliados y procesados por rebelión culminaron este martes, cuando el voto de ERC en la Mesa del Parlament fue decisivo para impedir la delegación de voto de los cuatro parlamentarios de JxCat afectados. Una decisión que deja al independentismo sin mayoría en la cámara, lo que ya se visualizó el mismo martes, en forma de propuestas de resolución de las formaciones independentistas rechazadas por el pleno. Otras se aprobaron, con el concurso de los Comunes. E incluso otras no han prosperado por otras disensiones de los partidos del Govern con la CUP, definitivamente instalada en la oposición. Un complejo sudoku que abre otros no menos complejos escenarios de futuro.

JxCat recula

La opción que reclama ERC. La más sencilla a priori. Y la más complicada de aceptar, hoy por hoy, para JxCat. Los diputados de la formación de Puigdemont suspendidos por el juez Pablo Llarena –Carles Puigdemont, Jordi Sánchez, Jordi Turull y Josep Rull– podrían volver a delegar su voto en cualquier momento, solo con designar un diputado de su grupo para que les sustituya en el ejercicio de sus funciones. Este paso –que ya han dado los diputados afectados de ERC, Oriol Junqueras y Raül Romeva– equivale de facto a pedir una nueva delegación de voto. Algo a lo que se opone JxCat, que considera que debe seguir vigente la delegación de voto efectuada al inicio de la legislatura, y que lo contrario equivaldría a acatar la orden de Llarena.

La diferencia es, de entrada, simbólica. Pero con efectos claros. JxCat profundiza así en la estrategia de enfrentamiento por la que apuesta Puigdemont. Además, contribuye a erosionar entre parte de las bases independentistas la imagen de ERC y del president del Parlament, el republicano Roger Torrent, que fue quien solicitó el informe de los letrados de la Cámara que desaconsejó aceptar el voto de los cuatro diputados de JxCat suspendidos por Llarena, y a quien no pocos ven como un próximo candidato de ERC a la Generalitat. Una erosión, no obstante, relativa: otra parte del independentismo apoya la estrategia actual de ERC de levantar el pedal del acelerador y aparcar nuevas acciones unilaterales hasta aumentar la base soberanista.

Aritmética variable

Sin el voto de los cuatro diputados procesados de JxCat –ni el del republicano Toni Comín, pendiente de otras vías judiciales–, los dos partidos que apoyan al Govern solo disponen de 61 diputados en la cámara, lejos de la mayoría absoluta de 68. Pero eso no implica en absoluto que los partidos de gobierno no puedan sacar adelante sus iniciativas, aunque no sin dificultades. La cifra puede llegar a 65 con los cuatro representantes de la CUP. La misma que suman las fuerzas no independentistas, lo que puede dar lugar a situaciones de bloqueo. Para algunos casos, no obstante, el independentismo puede contar con los Comuns, que ya el martes posibilitaron aprobar diversas propuestas de resolución –como la que se expresa a favor de un referéndum en Catalunya–. No para otros, y Catalunya en Comú Podem ya lo ha mostrado, haciendo que no prosperara, por ejemplo, una reprobación del rey Felipe VI.

La complicación aumenta teniendo en cuenta que la CUP, descontenta por lo que entienden que es una renuncia de JxCat y ERC a implementar el "mandato" del 1-O, se ha descolgado definitivamente de la unidad de acción independentista y se halla firmemente instalada en la oposición. Esta compleja aritmética, no obstante, no es suficiente para que la oposición españolista pueda intentar dar un vuelco a la situación.

La 'imposible' moción de censura

Este miércoles, el líder estatal del PP, Pablo Casado, ha invitado a Cs a que presente una moción de censura en el Parlament. Una invitación envenenada, que el partido naranja ni siquiera contempla. Y es que es más que improbable que los Comuns –soberanistas– puedan dar su apoyo a un candidato del bloque del 155. Que tampoco sería suficiente: necesitarán también un del todo imaginable visto bueno de la CUP. Tanto Cs como el PSC son también conscientes de que una iniciativa como esa podría ayudar a recoser las diferencias dentro del independentismo.

Lo que es mucho menos imposible –de hecho, es bastante factible– es que Comunes y constitucionalistas se unan o, al menos, coincidan, para hacer fracasar iniciativas importantes del Govern, incluyendo próximos presupuestos.

Elecciones anticipadas

El pasado viernes, el president Quim Torra aseguró que el Govern se mantendrá, como mínimo, hasta la sentencia de la causa contra los presos y exiliados en el Tribunal Supremo. El escenario de una disolución del Parlament –posible, legalmente, a partir del día 27 de este mes de octubre– ha ganado fuerza en los últimos días, a la vista de las diferencias entre ERC y JxCat. En contra, diversos factores. Por una parte, la sensación de fracaso que representaría en el electorado independentista no haber sido capaces de mantener la mayoría del 21-D, presentada como un claro triunfo, en unas elecciones celebradas bajo el 155 y con una participación récord. Por otro, la decisión corresponde a Torra. Y es dudoso que JxCat quiera exponerse a unos nuevos comicios antes de consolidar la apuesta de la Crida Nacional per la República, presentada este mismo verano y aun en un estado muy inicial.

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