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La crispación política tiene causas: deslegitimar las urnas rompe la convivencia

Algunos expertos apuntan que España vive un pico de crispación que se ha dado en otras épocas, como en el último Gobierno de Felipe González o en la primera legislatura de Zapatero. "Los picos de polarización son momentos donde el partido que pierde las elecciones y se queda sin gobernar no lo acepta, y eso es lo peor que le puede pasar a una democracia".

07/01/2019 . El líder del Vox, Santiago Abascal (i), e Iván Espinosa de los Monteros, este martes en el Congreso. / EFE - JUAN CARLOS  HIDALGO
El líder del Vox, Santiago Abascal (i), e Iván Espinosa de los Monterosen el Congreso / EFE

Una obra recurrente en la Ciencia Política, Los principios del Gobierno representativo, de Bernard Manin, recoge un extenso estudio de la evolución de la democracia, desde los griegos hasta la modernidad, pasando por las politizadas ciudades-estado italianas entre los siglos X y XV. En este libro se analiza cómo la democracia griega de la designación por sorteo de los gobernantes, donde los ciudadanos se turnaban para ocupar directamente los cargos públicos, acaba derivando en el gobierno representativo de las elecciones y el sufragio, donde la columna vertebral del sistema se basa en "consentir el poder" (elegido en las urnas) en lugar de ocupar cargos.

Si este consentimiento se rompe, afirma Manin, el sistema democrático peligra. Más allá de principios generales y de los libros de Ciencia Política, las broncas, los discursos enardecidos y los debates tensionados que se han podido ver últimamente en las instituciones por parte de los representantes políticos podrían tener algo que ver con ese "consentimiento del poder" al que apuntaba el filósofo francés.

Desde hace unos meses, el Congreso de los Diputados y el resto de instituciones donde tienen lugar los debates políticos son los escenarios de discursos subidos de tono y cargados de insultos y reproches, hasta el punto de que la primera sesión plenaria dentro del luto oficial decretado por las víctimas del coronavirus, celebrada el pasado miércoles, terminó derivando en uno de los Plenos más tensos que se recuerdan.

Esta tensión en la vida política, además, parece no haberse quedado entre las paredes institucionales, y se han producido algunos episodios de tensión en la calle que coinciden con la crispación política. Algunos expertos consultados por Público apuntan a que la polarización actual tiene causas concretas y antecedentes.

Para Luis Miller, sociólogo del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y vicedirector del Instituto de Políticas y Bienes Públicos (IPP), "el principio general es que para que una democracia tenga salud y funcione bien lo más importante es que se acepte el resultado de las elecciones y los cambios de gobierno; en los momentos donde hay picos de polarización en España y de conflicto son momentos donde el partido que pierde el Gobierno y las elecciones no lo acepta, y esto es lo peor que le puede pasar a una democracia porque la democracia al final es alternancia, es la capacidad de poder pasar de un tipo de gobierno a otro sin ningún trauma, y eso es lo que estamos viendo que está pasando".

"La situación no es muy distinta de la que se ha vivido, por ejemplo, en 2004 o en otros momentos en los que el Gobierno ha sido cuestionado no solo en términos de las medidas que impulsa, sino sobre la legitimidad que tiene", apunta Berta Barbet, politóloga y editora de Politikon.

Los expertos aseguran que tanto en el momento actual como en los antecedentes conocidos, la crispación ha llegado cuando el partido o partidos que pierden las elecciones o el Ejecutivo han articulado un discurso para defender que el Gobierno no tiene un origen legítimo. "No es lo mismo hacer oposición a las medidas y poner en cuestión y enfrentar las decisiones de un Gobierno, que hacer oposición al fundamento de ese Ejecutivo, que en el caso de las democracias son, directamente, las urnas", apuntan estos expertos.

Antecedentes de la crispación: González y Zapatero

El profesor de Ciencias Políticas de la UNED Jaime Pastor sitúa dos antecedentes claros en el sistema español en los que se produjeron importantes momentos de tensión política derivados, en gran medida, del discurso deslegitimador de la oposición. "Como antecedentes situaría dos momentos desde la Transición. Uno que sería en los años desde 1994 a 1996, cuando hubo todo un momento de escándalos, juicios de corrupción, de terrorismo de Estado con el PSOE de Felipe González; y otro momento, después del 11M en 2004, con la victoria de Zapatero".

"Hubo otro pico muy importante que fue el del periodo en el que ya se ha desgastado completamente el PSOE de González, que viene de varios escándalos (Gal, Roldán, Filesa…). El PP esperaba ganar las elecciones de 1993 y no las ganó, y esa legislatura fue durísima, con unos ataques durísimos en el Congreso de los Diputados (el famoso ‘váyase, señor González’)", explica Miller. "El discurso del PP después de la victoria socialista el 14 de marzo de 2004 también fue durísimo", añade el experto; "muchas de las cosas que vemos ahora nos recuerdan a la primera legislatura de Zapatero: todo el tema judicial en torno al 11M, la autoría del atentado, cómo se polarizaron los medios de comunicación… En esa legislatura surgen muchas de las cuestiones que tenemos ahora abiertas, como el Estatut de Catalunya".

Algunas de estas medidas impulsadas por Zapatero, explica el experto, no fueron asumidas por la oposición, que, en un momento de crispación, inició importantes batallas en contra de las reformas. La falta de consenso de aquel momento sería una de las causas por las que ciertos conflictos políticos continúan hoy abiertos.

Más allá de los antecedentes, la situación política actual tiene elementos diferenciales respecto a los dos momentos mencionados. "Lo que es distinto esta vez es que la mayoría de las veces en las que hemos visto un aumento de la crispación se daba entre dos partidos; y cuando se decidía bajar el tono, porque la estrategia no tenía mucho sentido, el PP en su momento dejó de considerar al Gobierno como ilegítimo y empezó a hacer una oposición más basada en críticas a "un mal Gobierno", pero que tenía legitimidad. Lo que hay ahora son dos bloques en los que hay partidos que compiten entre sí por dominar el bloque, y eso genera una situación en la que es más difícil bajar la tensión. Si el PP decide que la estrategia de la tensión no tiene sentido y decidiera bajar el tono, tendría el problema de que Vox no se lo permitiría", apunta Barbet.

"Este tercer momento supera a los otros dos por varios factores. Primero, por el contexto internacional de ascenso de la extrema derecha, de un discurso mucho más reaccionario en general hegemonizado por Trump; segundo, por el hecho de que estamos ante una crisis de régimen y de gobernabilidad en un Parlamento fragmentado y con un Gobierno débil", añade Pastor.

El papel de las redes sociales, la "encuesta permanente"

También los formatos y las herramientas que permiten a la ciudadanía interactuar con la política influyen en la crispación. La politóloga y asesora de La Cimera Marina Pla explica en este sentido que "algo novedoso de nuestro tiempo es que la estrategia de la crispación ya no actúa solo en una dirección lineal emisor (político) - receptor (ciudadano), sino que se retroalimenta gracias a la capacidad de las redes sociales para dirigir la agenda política. Además, las redes sociales actúan como una forma de encuesta permanente, para la que hay que hacer campaña política constante. Esta retroalimentación conduce a una espiral inflacionaria en la confrontación".

La permeabilidad de la tensión entre las instituciones y la calle también es un fenómeno que está en el debate, y algunos de los expertos consultados aseguran que la sociedad civil también se contagia de la crispación manifestada por sus representantes. "Cuando las élites se polarizan y entran en conflicto, el conflicto se traslada a la calle. Tenemos poca memoria porque todo avanza muy rápido y siempre pensamos en Trump, pero la polarización en Estados Unidos no se produce por Trump, que es una consecuencia. La polarización en Estados Unidos, los picos, se producen durante el mandato de Obama, donde hay toda la movilización del Tea Party, y eso acaba en Trump", explica Miller.

"Una de las principales causas de la radicalización de los ciudadanos es la radicalización de las élites. Si las élites se permiten insultarse, amenazarse, etc, eso nos hace llegar a los ciudadanos que no existen límites, que no hay normas, y que insultar a alguien o golpear a alguien porque sea de una ideología distinta está permitido", añade el experto.

"Si las élites se permiten insultarse y amenazarse, eso nos hace llegar a los ciudadanos que no existen límites, que no hay normas"

Para Marina Pla, "la crispación parece formar parte de una estrategia coordinada con las movilizaciones populares en las calles y las campañas mediáticas en las redes sociales y algunos tabloides digitales. Si nos fijamos en las manifestaciones convocadas por Vox el pasado fin de semana, observamos una clara similitud con las impulsadas por el trumpismo en EEUU o por el bolsonarismo en Brasil".

"Para la gran mayoría de la gente, la crispación política no se ha traducido en un aumento de la tensión, pero hay grupos que sí se sienten legitimados con el aumento de la crispación; grupos que sí sienten que tienen que traducir en la calle lo que está pasando en las instituciones", añade Berta Barbet.

Más allá del análisis de la situación y sus antecedentes, una de las preguntas recurrentes es cómo frenar la crispación y cómo se lograron reducir las tensiones en momentos anteriores. Barbet explica que "la tensión se ha ido rebajando tradicionalmente porque para la mayoría de actores es muy cansado mantener ese nivel de tensión, por lo que llega un tiempo en el que el debate se gira".

Huir de la polarización es posible, pero "difícil"

Sin embargo, "estamos viendo en los últimos años que hay movimientos sociales que viven casi exclusivamente de mantener esa tensión. Vox no deja de ser un partido que ha recibido asesoramiento de Bannon (ex estratega de Trump) y sabemos algunas cosas de su libro de recetas. Sabemos que Bannon juega mucho a no dejar nunca de tensionar a la vez que no se desgasta con la tensión".

Para confrontar esa estrategia, explica la editora de Politikon, "la clave es que el resto de actores no participen de esa tensión y asuman, como han asumido en el pasado, que esa estrategia es muy cansado de mantener y que no van a ganar en ese nivel de tensión, y busquen un debate propio más destensionado que ignore el debate tensionado de la otra parte. Es mucho más fácil crispar el debate hablando de golpes de Estado o de terrorismo que de renta mínima o de inversión en Sanidad.

"Intentar llevarte el debate para no estar siempre jugando en el campo polarizado del otro no es un ejercicio fácil, pero sí es imprescindible. Pero para hacer eso, la mayoría de actores que no viven de esto (deberían ser todos menos Vox) deberían salir de esa pista de juego para jugar en otra", concluye Barbet.

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