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El coronavirus, la mayor prueba de fuego del Gobierno de coalición

Aunque ha habido discrepancias, se ha logrado alumbrar un plan de de choque que ha contado con el apoyo de la oposición y ha llevado a Pablo Echenique a afirmar que se siente orgulloso del Gobierno. Ha habido codazos, filtraciones interesadas y afán de protagonismo por ambos partidos, pero el balance que hacen los socialistas es que se ha actuado como un solo Gobierno.

Pedro Sánchez y Pablo Iglesias en la firma del pacto del gobierno de coalición, el pasado diciembre, en el Congreso de los Diputados. REUTERS
Pedro Sánchez y Pablo Iglesias en la firma del pacto del gobierno de coalición, el pasado diciembre, en el Congreso de los Diputados. REUTERS

MANUEL SÁNCHEZ / ALEJANDRO LÓPEZ DE mIGUEL

Si hubiera habido que buscar un escenario complicado para poner al límite al recién estrenado Gobierno de coalición, sólo un adversario político podría haber imaginado que tuviera que enfrentarse a una crisis económica, social y sanitaria del alcance del coronavirus.

A sólo tres meses el acuerdo de coalición ha pasado a un segundo plano y ya es lo menos importante, porque ahora todas las previsiones han cambiado y toca establecer todo un plan de gobierno distinto.

Aunque ha habido discrepancias, se ha logrado alumbrar un plan de choque que ha apoyado la oposición y ha llevado hasta al siempre inconformista portavoz de Unidas Podemos en el Congreso de los Diputados, Pablo, Echenique, a afirmar en la tribuna de la cámara que se siente orgulloso del Gobierno de España.

Pero el camino no ha sido fácil durante estos días y ha habido codazos, filtraciones interesadas y un evidente afán de protagonismo por las dos dos partes.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha protagonizado los momentos claves de esta última semana y media, compareciendo ante los medios de comunicación -eso sí, de manera virtual- en más ocasiones que en el último año de mandato, y anunciando siempre los grandes acuerdos.

Sánchez anunció la proclamación del estado de alarma, compareció para concretarlo una vez declarado, y volvió a salir a la palestra tras el Consejo de Ministros en el que se aprobó el "escudo económico y social" por valor de 200.000 millones, el martes. Tres comparecencias públicas en cinco días.

Además, los cuatro ministros designados para llevar las riendas de la crisis son socialistas: Margarita Robles (Defensa), José Luis Ábalos (Transportes), Fernando Grande-Marlaska (Interior) y quien se está convirtiendo en el dirigente político más valorado en este crisis, el ministro de Sanidad, Salvador Illa.

La imagen que se quiere dar es que los Ministerios determinantes para afrontar esta crisis están en manos del PSOE, y serán los que más presencia mediática tengan mientras dure el estado de alerta.

Unidas Podemos busca protagonismo

Unidas Podemos, por su parte, siempre ha querido aparecer ante la opinión pública como el partido que tira del Gobierno para llevarlo a políticas sociales más ambiciosas de las que estaban en las previsiones de los socialistas. Y, cuando no salían, culpaban veladamente a las posiciones del PSOE.

Un ejemplo de esto llegó el sábado, cuando, tras el largo y difícil Consejo de Ministros que aprobó la declaración del estado de alarma, el vicepresidente segundo y líder de Unidas Podemos, Pablo Iglesias, dejó ver que las medidas incluidas en el real decreto les sabían a poco, pero sin críticas.

Al día siguiente, destacadas figuras de su partido y algunos de sus aliados, pero también la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, salían en tromba en redes sociales a reclamar la aprobación de nuevas medidas para proteger a los más vulnerables. Parte de ellas vieron la luz el martes, pero las discusiones han sido intensas, y la pugna sigue de cara al Consejo de Ministros del próximo martes. Esta vez, con todo, la sangre no ha llegado al río.

Pablo Iglesias ha buscando intencionadamente mayor protagonismo en la lucha contra esta crisis

De hecho, mientras en el caso de la mayor crisis en el seno del Ejecutivo, en relación a la Ley de Libertad Sexual, las peleas entre Unidas Podemos y una parte del PSOE se hacían públicas, en este caso han optado por cerrar filas, por reconocer la discusión en el Consejo de Ministros es intensa, pero de puertas para afuera todos salen a una. "Un gobierno que no debate no es un gobierno", diría Iglesias el jueves.

Precisamente, en los últimos días ha sido Iglesias quien ha estado buscando intencionadamente mayor protagonismo, integrándose en los órganos claves creados por el Gobierno para afrontar la crisis, y tratando de situarse por delante de la vicepresidenta primera, Carmen Calvo, que también ha estado más en segunda fila que en otra ocasiones, aunque ella haya intentado disimularlo.

Las filtraciones y las victorias

También ha habido malestar entre ambas partes cuando se han filtrado borradores de los asuntos que estaba tratando el Consejo de Ministros, mientras estaba reunido. Es ya un clásico que los socialista culpen a Unidas Podemos, y los del partido morado a los socialistas. Pero filtraciones hay y, en su mayor caso, interesadas para quien filtra.

Pese a todo, fuentes socialistas consideran el balance de cómo se está gestionando la crisis hasta ahora como razonable, sobre todo, por la envergadura del reto que tiene por delante el Gobierno. Un miembro del Ejecutivo dice que una cosa muy importante que se ha conseguido es que se esté funcionando como un solo Gobierno, aunque esté formado por dirigentes de dos partidos distintos. Y esta era una obsesión de Pedro Sánchez cuando se decidió por el Gobierno de coalición. No obstante, admiten que quedan cosas por mejorar y por engrasar.

De momento todo ocurre fuera de cámara, con discreción y sin voluntad de reabrir heridas

A su vez, en Unidas Podemos celebran haber ganado algunos asaltos al sector del Consejo de Ministros representado por Nadia Calviño, vicepresidenta Económica. Sacan pecho por haber convencido a sus socios de tomar medidas de calado por su envergadura económica, e insisten en que seguirán dando la batalla porque la clase trabajadora no se vea arrasada por esta crisis, como ocurrió en 2008.

Y se jactan también de que nadie se haya llevado las manos a la cabeza tras proponer un plan con medidas que suponen movilizar 200.000 millones de euros, y que hasta hace escasos días no era asumible para una parte del Gobierno. De momento, eso sí, todo esto ocurre fuera de cámara, con discreción, sin voluntad de reabrir heridas. --

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