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Elecciones generales 2019 Cinco claves de la campaña catalana para las elecciones generales

La participación de los políticos presos, la pugna entre ERC y PSC para convertirse en la fuerza más votada, la batalla cada vez menos soterrada entre Cs y PP para liderar la derecha y el intento de En Comú Podem de llegar a ser una fuerza de gobierno decisiva, marcan la previa de unos comicios donde la ultraderecha también podría obtener escaños en Catalunya.

Gabriel Rufián en el mitin de campaña de ERC en el que Marta Rovira y Oriol Junqueras, han intervenido por videoconferencia . EFE / QUIQUE GARCÍA

Marc Font

Con 48 escaños, Catalunya es el segundo territorio que más diputados reparte en las elecciones generales del domingo, solo por detrás de Andalucía. Lo que pase puede ser decisivo para decantar la balanza en unos comicios con muchas incógnitas. Lo único seguro es que, una vez más, las derechas españolas obtendrán un resultado muy por debajo de su media estatal. Todas las encuestas sitúan la suma de PP, Ciudadanos y Vox por encima del 40%, mientras que en Catalunya probablemente su apoyo puede quedarse en apenas la mitad. La ventaja que un PSC al alza obtenga sobre estas formaciones puede ser un factor determinante en la pretensión de Pedro Sánchez de continuar como huésped de la Moncloa.

La cita con las urnas también debe servir para comprobar si finalmente ERC supera su particular síndrome del segundo y consigue una victoria que casi nunca llega, si Junts per Catalunya, por el contrario, supera los nefastos pronósticos demoscópicos, si En Comú Podem aguanta y es capaz de mantener buena parte del electorado que le hizo ganar los comicios de 2015 y 2016, si el Front Republicà irrumpe en el Congreso, etc. Resumimos las claves catalanas del 28A.

La participación de los políticos presos

Entre los elementos que han marcado la campaña el más importante -aunque habrá que ver si el más decisivo- es la participación de los políticos presos. Con un cambio de criterio respecto a los comicios al Parlament del 21 de diciembre de 2017, la Junta Electoral Central ha permitido a los candidatos de JxCat y ERC que a la vez son presos conceder entrevistas en directo y participar en algunos mítines telemáticamente. Su presencia ha servido para evidenciar, una vez más, la situación anómala en que se celebran unos comicios mientras ellos son juzgados en el Tribunal Supremo y acumulan, en el caso de Oriol Junqueras y Jordi Sánchez, un año y medio en prisión preventiva.

La participación de sus cabezas de lista, entre otros candidatos, ha sido especialmente celebrada por ERC, dado el peso que en la formación mantiene Junqueras, su presidente. En este sentido, la campaña ha sido muy diferente de la del 21-D, con Junqueras silenciado, una Marta Rovira que no destacó como principal dirigente y un Carles Puigdemont en el exilio, pero omnipresente en muchos actos electorales. El expresidente de la Generalitat, en cambio, ha tenido una menor presencia en la actual campaña y, sobre todo, su discurso legitimista parece haber perdido fuerza e incidencia entre el grueso del independentismo, que se acercaría a la vía más posibilista que abandera ERC.

A la espera de que los resultados avalen o no la apuesta, el giro estratégico de ERC ya es evidente, con el retorno al referéndum acordado como bandera para resolver el conflicto, pero sin plantear líneas rojas a un PSOE al que, si fuera necesario, estaría dispuesta a apoyar para evitar un gobierno "de extrema derecha", en palabras de Junqueras. Con todo,el cabeza de lista de JxCat, Jordi Sànchez, ha emitido un discurso muy similar al de Junqueras, también hablando de referéndum, evitando las líneas rojas y apelando a una movilización independentista para evitar un hipotético pacto entre PSOE y Cs -una opción que las encuestas contemplan más factible que el tripartito de derechas- y ganar fuerza para condicionar un diálogo para resolver el conflicto político. El discurso de Sànchez no siempre ha coincidido con el que emitía Laura Borràs, número dos de JxCat y mucho más alineada con la retórica Puigdemont, sin defender con la misma contundencia el diálogo con el PSOE.

ERC y PSC se disputan la victoria

Si hacemos de las dos principales encuestas electorales, los barómetros del CEO y del CIS, ERC debería ganar las elecciones en Catalunya, un hecho que no ha pasado nunca -con la excepción de las europeas del 2014- desde la II República. Según estas encuestas, los republicanos se moverían entre los 14 y los 18 diputados, muy por encima de los nueve que tienen actualmente. Si se acercan a estos resultados, el electorado habrá validado la estrategia de ERC, que se convertiría en el partido central del independentismo, superando con creces la post-Convergència y, de rebote, se encaminaría a ser la formación central de Catalunya. En resumen, Esquerra defiende que el independentismo necesita sumar a más gente -y tener una mayoría clara- y asume que la república, al menos a corto plazo, queda lejos.

Los republicanos se moverían entre los 14 y los 18 diputados, muy por encima de los nueve que tienen actualmente, según las encuestas

Con un programa social situado claramente a la izquierda de su actuación en el Parlament y la Generalitat, ERC aspira a captar votantes de En Comú Podem. Ahora bien, el principal objetivo es quedarse con los aproximadamente 300.000 indecisos que dudan entre los republicanos y JxCat. La candidatura del espacio post-convergente, donde un mal resultado puede desatar la crisis interna que se cuece desde hace tiempo con el malestar de una parte importante de los dirigentes del PDeCAT. Y que, sobre todo, evidencia una falta de estrategia a largo plazo que vaya más allá de apelar al "espíritu del 1 de octubre".

Ahora bien, las encuestas publicadas en algunos medios tras el CEO y el CIS muestran una tendencia ascendente del PSC, hasta el punto de que en algunas se le sitúa como ganador. Si fuera así, se confirmaría el síndrome del segundo que arrastra Esquerra, siempre ganadora en las encuestas pero derrotada en las urnas.

Los socialistas, por su parte, han hecho una campaña sin estridencias, conscientes de que lo tienen todo de cara para superar los siete diputados actuales -obtendrían entre 11 y 14, según el CIS y el CEO-. Marcando una distancia mucho más clara con Cs que no el PSOE, la formación que presenta como cabeza de lista a la ministra Meritxell Batet aspira a recuperar una parte de los votantes que en 2015 y 2016 optaron por En Comú Podem y volver a ser la primera fuerza en Catalunya en unas generales, como había pasado siempre entre 1977 y 2011.

Durante la campaña, la formación ha atizado el miedo a una alianza entre PP, Cs y Vox para movilizar a sus votantes y ha negado en un montón de ocasiones aceptar negociar un referéndum de autodeterminación para Catalunya, como quieren ERC, JxCat y En Comú Podem. Ahora bien, el simple hecho de apostar por el "diálogo" -aunque lo sitúe sólo "dentro de la Constitución"- le otorga una centralidad que lo aleja claramente de PP y Cs, que básicamente abogan por un 155 inmediato en Catalunya, y, obviamente, de Vox.

En Comú Podem intenta evitar fugas a ERC y PSC

En Comú Podem, como Unidas Podemos, llega a la cita con las urnas con las encuestas en contra -en una horquilla entre los 5 y los 9 diputados-, sin llegar a los 12 escaños que sumó en 2016. Ahora bien, al mismo tiempo parece que la última semana y, sobre todo, la actuación en el segundo debate de Pablo Iglesias le ha hecho reavivar sus opciones. La elección de un candidato marcadamente soberanista, como Jaume Asens, le debería servir para mantener una parte del votante independentista que captó en los dos comicios anteriores, pero no está nada claro que le sirva para evitar una fuga importante de votos hacia el PSC. Su campaña ha estado marcada por un tono propositivo, con la denuncia de la represión al independentismo, la demanda de un referéndum pactado y la reclamación de blindar la inmersión lingüística, entre otras cuestiones.

Los dardos han ido dirigidos especialmente al PSOE -Asens ha insistido constantemente en tachar a Pedro Sánchez de "camaleón" político-, del que consideran que si los números le dan gobernarán con Ciudadanos, y a ERC, de quien critican el pacto constante con la "derecha "independentista y, en cambio, su negativa a entrar en el gobierno del Ayuntamiento de Barcelona o avalar los presupuestos generales del Estado. No es casualidad, ya que son las dos formaciones con las que se disputa votantes. El último día de campaña, el antiguo líder de la formación y cabeza de lista al Congreso en 2015 y 2016, Xavier Domènech, ha pedido el voto para Asens que, como Iglesias, tiene asumido que la aspiración del espacio es formar un gobierno de coalición con el PSOE y tensarlo hacia la izquierda.

La pugna, cada vez más descarnada, entre PP y Cs 

PP, Ciudadanos y Vox no han ocultado durante la campaña que si la aritmética les da pactarán para "echar a Sánchez". Ahora bien, su fuerza en muchos territorios no se repite en Catalunya donde su suma es probable que no supere -si llega- los diez diputados. Pese a la pretensión de entenderse, a medida que ha avanzado la campaña los dardos entre PP y Cs se han multiplicado, en una evidente pugna para liderar el bloque de derechas en las urnas. Las dos formaciones, sin embargo, han planteado una campaña muy diferente en Catalunya.

La cabeza de lista de Cs, Inés Arrimadas, ha tenido una presencia irregular en su tierra y ha participado en muchos más actos fuera de Catalunya, consciente de su tirada estatal. A diferencia del 21-D, cuando Cs se convirtió en la fuerza más votada en el Parlament y obtuvo 36 diputados, ahora las encuestas sitúan la formación de derechas en apenas los 5 escaños que sumó en el Congreso en 2016, un resultado que complicaría las aspiraciones de Rivera de liderar a la derecha y que desmentiría un supuesto "efecto Arrimadas".

En cambio, la candidata del PP, Cayetana Álvarez de Toledo, no se ha movido de Catalunya y ha conseguido eclipsar a Arrimadas y a Cs en numerosas ocasiones, con un discurso muy duro y de intransigencia absoluta con la mayor parte de la sociedad catalana, es decir, toda aquella que no comparte la visión del PP. Tanto Cs como PP, sin embargo, han hecho campaña en Catalunya con la mirada en el Estado y pendientes de generar imágenes que los proyectaran más en clave española que aquí. Y es que el PP, que cuenta con seis diputados, podría sumar sólo dos, si las encuestas aciertan. La campaña de Álvarez de Toledo ha ido destinada básicamente a generar titulares y evitar la invisibilización del partido. Y, sin duda, lo ha conseguido. A nivel de propuestas, ni unos ni otros se han movido de la apuesta por la represión del independentismo y la intervención inmediata de la autonomía.

Finalmente, Vox también ha tenido una campaña de perfil bajo en Catalunya y, de hecho, su principal acto, y no precisamente masivo, fue en Terrassa jueves. Ahora bien, la formación de Santiago Abascal confía que obtendrá representación en Barcelona, donde algunas encuestas le dan hasta tres diputados y le sitúan por delante del PP y relativamente cerca de Cs.

El Front Republicà, el independentismo desobediente

Más allá de estos siete partidos, hay dos fuerzas más que podrían conseguir representación en el Congreso. Son los animalistas de PACMA, que podría conseguir uno en Barcelona, y el Front Republicà, la alianza de Som Alternativa -escisión de Podem-, el Partit Pirata y Poble Liure -una de las organizaciones que integra la CUP-.

Con una campaña de bajo coste y el ex secretario general de Podem, Albano Dante Fachin de cabeza de lista, la coalición representa al independentismo más irredento, el que mantiene la apuesta por la unilateralidad y la desobediencia como vía para superar la situación actual. Teniendo en cuenta que en Girona y Tarragona se reparten seis escaños en cada provincia y en Lleida sólo cuatro, su aspiración se centra sobre todo en irrumpir en Barcelona, donde se reparten 32.

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