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"Si esto acaba en expulsión el PSC se habrá convertido en el último partido estalinista de Europa"

El exdiputado que ha firmado el manifiesto en apoyo a los tres diputados díscolos que rompieron la disciplina de voto en el Parlament, asegura que su partido tiene 'una contradicción insalvable entre su acuerdo con el PSOE y su programa

IÑIGO ADURIZ

El cisma abierto en el PSC por las diferentes sensibilidades que existen en el partido respecto a la consulta soberanista, se escenificó como nunca antes el jueves en el Parlament de Catalunya. La cámara aprobó por mayoría exigir al Congreso la transferencia de las competencias para convocar referendos, en una votación en la que la dirección de los socialistas catalanes pidió el 'no', pero en la que tres de sus diputados decidieron votar que 'sí' junto a las fuerzas nacionalistas. El equipo de Pere Navarro amenaza con expulsarles si no dejan sus escaños antes del domingo, un golpe encima de la mesa que Antoni Comín (Barcelona, 1971) critica con dureza. El exparlamentario fue uno de los firmantes del manifiesto que el sector crítico del PSC hizo público el jueves en solidaridad con los rebeldes. 

¿Están ante el riesgo de que el partido que trata de evitar un choque trenes en Catalunya tenga un choque de trenes interno?

Este riesgo existe indiscutiblemente. He insistido mucho estos días en que en el centro de un diálogo como este hay que poner el programa electoral, que dice lo que dice, y que es interpretable hasta un punto. Las palabras tienen un contenido objetivo y con el programa en la mano todo el mundo puede constatar que ayer (por el jueves) estaba mucho más cerca del programa votar que sí, como hicieron los tres diputados llamados 'críticos' del PSC.

Se refiere al hecho de que en el programa se reclamara una consulta legal y acordada.

Efectivamente. El programa habla de hacer los cambios legales necesarios para hacer un referéndum en el marco de la legalidad, y la vía del 150.2 es exactamente esto: solicitar un acuerdo al Congreso de los Diputados para que se pueda celebrar. La exposición de motivos que se votó en el Parlament explicita que la consulta que se celebrará bajo el amparo del 150.2 se tiene que acordar con el Gobierno. Los propios partidos que han decidido la fecha y la pregunta están dispuestos a modificarlas si esto facilita el acuerdo. Por eso con el programa en la mano es más coherente votar 'si' y por eso yo le doy a la vuelta a la situación: ayer [por el jueves] hubo tres oficialistas, que votaron en coherencia con el programa, y 16 díscolos que fueron menos coherentes.

La Ejecutiva se aferra a la votación del Consell Nacional respaldada por el 83% del mismo. ¿Es, en efecto, el 83% del partido el que apoya esas tesis?

Para saberlo habría que hacer una consulta entre la militancia. El PSC ha perdido muchísimo militantes en los últimos dos años y no se qué resultado podría arrojar hoy una consulta así. Pero el mismo Consell Nacional que aprobó que el jueves había que votar que no, y lo aprobó por un 83%, había aprobado un año antes el programa electoral por unanimidad, que es el contrato del partido con la gente. Lo más vinculante del PSC es el programa electoral. Lo es más que el Consell Nacional, que no tiene ningún derecho a votar en contra de su propio programa.

¿A qué cree entonces que se debe ese giro que se escenificó en ese Consell Nacional, a intereses electorales o a las presiones que ejerce el PSOE sobre Pere Navarro?

Hay gente que interpreta que el objetivo es cerrar filas con el PSOE para no romper la unidad del voto en el Congreso. Pero el problema que tiene el PSC es que tiene una contradicción insalvable entre su acuerdo político con el PSOE y su programa electoral, que es su contrato con los electores. Para que haya unidad de voto entre el PSOE y el PSC en el Congreso, al final se ha impedido la unidad de voto dentro del PSC en el Parlament. ¿Por qué no se optó por la abstención?

Pero ustedes llevan meses defendiendo que el PSC podía seguir coexistiendo con el PSOE a pesar de esa discrepancia reflejada en su programa electoral.

Lo que es implanteable es que se expulse a la gente que ha votado en coherencia con el programa. Lo que se pudo llegar a contemplar es que el programa es interpretable, que el 'sí' es indiscutible que cabe dentro del programa, y que el 'no' se puede llegar a considerar que también cabe en el programa. Vistas así las cosas, lo razonable era como mínimo la libertad de voto. Por tanto se debió abrir la posibilidad de admitir la pluralidad interna y que esta se pudiera reflejar en las votaciones en el Parlament.

Esta pluralidad interna, ¿no está a punto de romper el partido?

Lo que está a punto de romper el partido es el intento por impedir la pluralidad interna. La cuestión es cómo se gestiona esa pluralidad. Si se hace de manera pactada la pluralidad interna no rompe el partido, pero si se gestiona por la vía del rodillo y de la imposición, de la incapacidad para encontrar una posición aceptable para todas las sensibilidades del PSC en el tema nacional, entonces sí lo rompe. Y la pluralidad interna existe entre los militantes del PSC, los cargos municipales del PSC y los diputados del PSC, así como entre los cargos que están en la Ejecutiva.

La dirección atribuye la posición que mantiene el sector crítico a la presión que ustedes reciben en sus entornos por la ola independentista.

En el fondo es un juego de reproches simétricos. Navarro está presionado por el PSOE y responde que nosotros estamos presionados por el independentismo sociológico. Yo nunca he dicho que el PSC tenga que ser independentista, otra cosa es lo que yo vote en la consulta. Lo que digo es que el PSC tiene una única carta potente, que es el federalismo completo, de verdad y con todo, que incluya para empezar el derecho a decidir. Es un federalismo con el riesgo de que los catalanes prefieran irse, pero un federalismo que no dé libertad a los catalanes no tiene sentido. Este es el único modelo que podría ser seductor para una parte de la sociedad catalana que hoy está en la independencia. Es el único federalismo capaz de competir con el equipo que hoy tiene todas las de ganar, que es el independentismo.

¿A qué se refiere? ¿A que la Generalitat tuviera más competencias? ¿A que se reconociera un hecho diferencial?

De entrada, a que se reconociera el derecho de los catalanes a votar en referéndum si este federalismo les gusta o no les gusta. Y, si no les gusta, a que se reconozca el derecho de los catalanes a tener un Estado distinto. Y luego al reconocimiento de la plurinacionalidad, de la asimetría, a la asunción de la ordinalidad en la financiación, a una aplicación sin sombras del principio de subsidiariedad en la distribución vertical de las competencias, el respeto casi sagrado de la lengua y más cosas. Un federalismo más parecido a la independencia que al actual Estado autonómico. Sólo un federalismo así puede convencer a una mayoría en Catalunya, insisto.

Pere Navarro asegura que será la Comisión de Garantías del partido la que decidirá la sanción a los tres diputados díscolos. ¿Cree que ese organismo tiene margen para expulsarles?

Me parece completamente desenfocado dirimir un debate político en un órgano disciplinario. De lo que estamos hablando no es de si alguien ha cometido una indisciplina. De lo que hablamos es de cómo se interpreta el programa electoral. Esto no lo puede decidir la Comisión de Garantías. Lo tiene que decidir la Ejecutiva o el Consell Nacional, pero después de hacer un debate que no se hizo bien, se hizo por la vía del rodillo.

En todo caso, ¿cree que la dirección tiene razones para expulsarles?

Si esto acaba en expulsión el PSC se habrá convertido en el último partido estalinista de Europa. El estalinismo consiste en eso, en resolver las diferencias políticas por la vía de la expulsión.

Pero si se produce la expulsión ustedes, los críticos, ¿abandonarán el partido?

Hay dos posibles expulsiones: la de sus actas de diputados y la de la militancia. Pero yo dudo que se produzca ninguna de las dos. Porque si llegan a producirse es evidente que toda la gente que compartimos el discurso político de esos tres diputados nos sentaremos y tomaremos decisiones. Lo que no haremos será quedarnos observando pasivamente cómo expulsan a tres diputados por unas posiciones que son las nuestras.

Usted sostiene que si se le reconoce al pueblo catalán el derecho de irse crecerá la posibilidad de que se quede. ¿Cree usted que estamos a tiempo de que esto pase?

Es la gran paradoja que no cabe en la cabeza de los políticos españoles. Cuando se lo explico me dicen: 'si avalamos la posibilidad de celebrar un referéndum, ¿qué garantías hay de que no os vayáis?' Y yo contesto: 'es que si hay un referéndum hay un riesgo de que nos vayamos, pero si no nos dais el referéndum, hay la certeza casi absoluta de que nos acabaremos yendo'. La única opción de que Catalunya siga en España es que España deje que la decisión la tomemos nosotros, desde el respeto. Y, después, que haga una oferta federal completa.

¿Que Rajoy se convierta en el David Cameron español?

Cameron dijo que la consulta la organizaba él porque hay una cierta lógica que indica que quien monta la consulta la gana. Si la monta Cameron al final los escoceses dicen: 'con esta gente que nos da permiso para irnos se puede hablar, quedémonos'. Si Escocia hubiera tenido que hacer la consulta unilateralmente, a pesar, en contra o sin permiso de Londres, probablemente el SNP tendría mucho más cerca la victoria.

 ¿Usted cree que es posible que España y Catalunya no rompan?

Si mañana los partidos españoles -el PP y el PSOE- cogen la propuesta federal que hicimos desde Ciutadans pel Canvi hace dos años en forma de decálogo y la compran íntegra yo defenderé que es mejor quedarse, que en estas condiciones tiene sentido quedarse.

Entiendo entonces que en la consulta, tal y como está planteada por CiU, ERC, ICV y CUP, usted votaría que 'sí' a la primera pregunta pero 'no' a la segunda.

No he dicho esto. Lo que digo es que si el PSOE y el PP cogen el decálogo antes mencionado y lo compran íntegro - lo cual querría decir que en algún momento se celebrará una consulta en Catalunya para decidir si preferimos la propuesta federal o un Estado propio- en este caso defendería el 'sí' 'no' con toda la naturalidad. Porque en este caso habríamos conseguido el reconocimiento de Catalunya como sujeto político y unas competencias que legítimamente nos corresponden. Para mí el drama es que en la Declaración de Granada el PSOE no fuera capaz de ir más allá de lo que fue. La propuesta de Granada, desde el punto de vista de la situación catalana actual, se quedó corta, cortísima.

¿Qué pasó entonces?

La propuesta que hizo el PSC a través de la Fundació Campalans, antes de Granada, ya se quedó algo corta, pero como mínimo sería un punto de partida, porque la idea de la consulta está, aunque de manera sutil y ambigua. Pero lo que propuso luego el PSOE en Granada no asume ni la mitad de lo que proponía el documento del PSC. Ni está la plurinacionalidad, ni la ordinalidad por más que digan, ni el reconocimiento de Catalunya como sujeto político. No hay nada de lo que necesitamos para discutir un plan federal que pueda tener el acuerdo mayoritario de los catalanes. El PSOE ha perdido una gran oportunidad porque el documento de Granada, hoy, en Catalunya, está fuera del debate. Se ve como una versión mejorada del modelo autonómico.

En el manifiesto que firmaron el jueves abogaban por construir una 'alternativa catalana de izquierdas'. ¿Piensan por el momento en constituirla dentro del PSC?

Habrá que esperar a los acontecimientos y ver cómo termina el debate disciplinario. Lo que está claro es que en política uno necesita instrumentos que le sirvan para defender su proyecto y sus valores. Lo que te puedo asegurar es que antes de la votación no había ningún plan predeterminado de constituir un nuevo partido, pero en función de cómo evolucionen los acontecimientos tampoco se puede excluir nada. El voto de los críticos no está amparado por una hoja de ruta secreta que culmina con la creación de otro partido. Ellos han votado por coherencia y por convicción. Pero este debate sobre la necesidad o no de disponer de un instrumento coherente con nuestro proyecto y sobre si el PSC puede seguir siendo o no este instrumento existe. Sin duda.

Se refiere al de la posibilidad de salir del partido. 

Lo que necesita Catalunya es una fuerza política que represente el espacio que hasta anteayer había representado el socialismo catalanista. Cuando digo socialismo catalanista pienso, por ejemplo, en Pasqual Maragall. Lo que a día de hoy está por ver es si el PSC puede ser o no esta fuerza política. 

Valenciano recordaba ayer que en una conversación con Rubalcaba Artur Mas reconocía que la consulta que no se iba a celebrar. ¿Coincide con el portavoz del PSC en el Parlament, Maurici Lucena, en que lo que sucedió allí fue 'teatro'?

No puedo estar más en desacuerdo, porque la consulta si no se hace es porque a los partidos españoles no les da la gana de que se haga. Cuando estamos diciendo que la consulta no se hará estamos diciendo una cosa que debería hacer reflexionar y enrojecer al PSOE y al PP, y que es su incapacidad para no asumir un principio democrático. Es evidente que con la Constitución española en la mano la consulta se puede hacer, aunque luego habría que ver cómo se articularia una eventual independencia en el caso de que ganase el sí. Pero una cosa es la constitucionalidad de la consulta -que me parece indiscutible- y otra la necesidad o no de reformar la Constitución para hacer posible una eventual independencia. En cualquier caso, en lo del jueves en el Parlament no hay ningún teatro.

¿Qué hay?

Hay una reclamación legítima del pueblo de Catalunya al poder político español, porque queremos hacer las cosas de la manera más acordada y pactada posible. Lo de ayer, contra lo que interpretan algunos, es un ejemplo más del tan cacareado 'pactismo' catalán. Es un modo de decir: tenemos el derecho a decidir pero preferimos pactar la manera de ejercerlo, antes que ejercerlo unilateralmente. Todo el mundo en España debería entender que los catalanes -a no ser que se suprima la democracia en Catalunya- votarán y que acabarán aprovechando cualquier elección para expresar su voluntad de irse o de quedarse en España. Lo que ocurre es que nos gustaría poder hacer esto -que de un modo u otro se acabará haciendo igualmente- de la mejor manera posible para Cataluña y para España: por medio de un referéndum, acordando las condiciones de este referéndum con el resto de España en tanto que es una parte afectada de todo este proceso, etc. Depende de los partidos españoles que la consulta se haga en las mejores condiciones para todos, o que se haga igualmente pero en un escenario político más complicado para todo el mundo.

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