Este artículo se publicó hace 2 años.
La alianza en la UE entre España y Portugal recupera el sentimiento iberista
La imagen de Pedro Sánchez y Antonio Costa tras lograr el acuerdo en relación al mercado eléctrico ha sido bien acogida por los movimientos iberistas. 'Público' ha hablado con algunos de sus integrantes, que han defendido la necesidad de fortalecer los la
Madrid-Actualizado a
España y Portugal escenificaron su unión en Europa tras un largo encuentro con el resto de países para tratar de solventar la crisis energética. La propuesta de Pedro Sánchez, respaldada por el primer ministro portugués, Antonio Costa, buscaba un trato diferente a la península Ibérica para poder implementar, con mayor margen de maniobra, medidas que repercutan en el mercado eléctrico y que vayan encaminadas a bajar la factura de la luz. Entre ellas, establecer un tope de 30 euros al precio del gas.
El presidente del Gobierno se encontró con la fuerte oposición de Países Bajos y Alemania, aunque la presión de Sánchez, que llegó a levantarse de la mesa de negociación, propició el acuerdo. El Ejecutivo debe presentar una propuesta a la Comisión Europea. Eso sí, según el documento alcanzado por los Veintisiete, la propuesta no puede afectar a "las condiciones de los intercambios comerciales en una medida contraria al interés común".
Tras la reunión, todas las miradas estaban puestas en una imagen: la de los líderes portugués y español, que ofrecieron una rueda de prensa conjunta. Ambos mandatarios celebraron que se reconociera la "singularidad ibérica" para abordar la coyuntura marcada por la guerra de Vladímir Putin.
Intereses comunes
Paulo Gonçalves, coordinador Nacional del Movimiento Partido Ibérico (MPI), afirma a Público que este acuerdo llegó porque "la península es extremadamente estratégica para el suministro de energía para Europa". "Ya es hora de que los ibéricos podamos reconocer nuestra potencia si estamos coordinados. En muchos temas tenemos que estar hermanados para conseguir mejoras en nuestras vidas. En las últimas cumbres hispano-portuguesas, el iberismo real es cada vez más evidente, ya que si defendemos juntos nuestros intereses, la cosa tiene otro sentido", sostiene Gonçalves.
El iberismo es un movimiento que pretende aumentar los lazos y la integración entre España y Portugal. Sus defensores reconocen que intentar conseguir la fusión de ambos Estados es algo complejo y que hoy en día está alejado de la realidad. El coordinador general de Sociedad Iberista en España, Adrián Gebé, propone "un iberismo práctico y operativo, sin caer en anhelos y discusiones fútiles" y aborda "la necesidad abrir a la sociedad civil la participación dentro del marco de actuación de los poderes públicos en distintas administraciones" para fomentar una agenda iberista.
"Somos conscientes de la complejidad del proyecto, los retos que tenemos por delante (cambio climático, despoblación rural, colaboración bilateral, etc.) y la dilatación que conllevará en el tiempo. Pero tanto España como Portugal necesitan un proyecto de futuro, perfectamente diseñado y dividido en etapas. Actualmente, estamos en la primera de ellas, que es la creación de sinergias y la toma de conciencia del proyecto iberista".
Difusión de la agenda iberista
Muchos de los encuentros entre España y Portugal se limitan a cumbres de "alto nivel"
Por su parte, João Azevedo, coordinador de Sociedad Iberista en Portugal, admite que es complicado reforzar un sentimiento iberista y explica que muchos de los encuentros entre España y Portugal se limitan a cumbres de "alto nivel", cuyos temas no se trasladan a la sociedad. Destaca el papel de los medios de comunicación en esta cuestión y la importancia de que haya una mayor difusión de los asuntos que se plantean en las cumbres ibéricas, algo que ayudaría a que "la opinión pública mirase a sus vecinos con hermandad y no con suspicacia", agrega Gonçalves.
El representante portugués de Sociedad Iberista remarca que en estas cumbres hay contenido de vital importancia, como el transporte o la coordinación administrativa entre ambas potencias, pero también la necesidad de implementar políticas que cuiden el espacio de la Península, no solo el terrestre, también el marítimo. En este sentido, Gonçalves recuerda que "la península Ibérica no termina en la playa, sino que se acaba a medio camino de aquí hasta América. Hoy las personas y los gobiernos no tienen este sentido del espacio. Nuestro mar es, en definitiva, uno de los pilares para una prosperidad ibérica con un futuro sostenible".
Propuestas de integración
El coordinador de MPI comparte a este medio algunas de las propuestas que han promovido desde su organización y desde el Partido Iber. Entre ellas, la posibilidad de compartir ministerios: "Por ejemplo, el Ministerio de Economía, en Madrid, con un ministro portugués y otro español; el Ministerio de Hacienda, en Lisboa, con dos ministros, uno portugués y otro español. Ese nuevo paradigma de gobierno permitiría que las políticas fueran pensadas e implementadas desde un punto de vista ibérico". También menciona la creación de un BCI (Banco Central Ibérico), que tendría dos responsables, uno portugués y otro español, y tendría como misión la supervisión de la actividad financiera de la península". Asimismo, propone que la política de exteriores "debería estar coordinada y elaborada desde el punto de vista ibérico para facilitar el movimiento de personas, capitales y bienes".
Los tres defensores del iberismo coinciden en que potenciar los intereses de ambos países también pasa por fomentar las relaciones con otras zonas que han tenido vínculos históricos con la península Ibérica, especialmente países de América Latina y África. Gebé asegura que "la experiencia que vamos adquiriendo nos dice que nuestro movimiento abarca desde pueblos como el mío, Corvera de Asturias, hasta el conjunto de territorios de Iberoamérica u organizaciones como la Comunidad de Países de Lengua Portuguesa (CPLP)".
"La geopolítica nos está mostrando la creación de grandes bloques culturales; uno es el nuestro, que se suma al asiático, al árabe, al anglosajón, al hindú y al eslavo. Si no somos capaces de articular una alternativa sociocultural seria y coherente, que prescinda del nacionalismo más rancio, estaremos en manos de poderes ajenos a las voluntades democráticas", concluye.
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