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Las expectativas de los socialistas ante el 10-N Sánchez vuelve a "jugarse la boca" el 10-D

En el PSOE hay un convencimiento de que mejorarán resultados y ven como objetivos realistas lograr el 30% de los votos y superar los 130 escaños. Volver a depender del voto de los independentistas se consideraría un fracaso. Repetir o quedar por debajo de los resultados de abril pondría en cuestión el liderazgo de Sánchez por amplios sectores del partido

El presidente en funciones, Pedro Sánchez, durante un acto de campaña este miércoles. / Europa Press

El secretario general del  PSOE, Pedro Sánchez, decidió volverlo a hacer. De nuevo, eligió tirarse a la piscina sin saber si hay agua, pasar por el alambre sin red o, como cantaba Sabina "jugarse la boca", al optar en esta ocasión por la convocatoria de unas nuevas elecciones generales.

Y es que la corta campaña electoral que comienza hoy no deja ser otra arriesgada apuesta personal de Sánchez, como ya hizo en las primarias a la Secretaría General del PSOE enfrentándose a Eduardo Madina, cuando era un total desconocido por aquel entonces en las filas socialistas. O, posteriormente, cuando con todo en contra volvió a intentar el asalto a la dirección del PSOE frente a la todapoderosa Susana Díaz. O, más recientemente, cuando tomó la decisión de presentar una moción de censura sin tener previamente ningún apoyo cerrado.

De nuevo, Sánchez vuelve a jugárselo a una carta. Decidió, tras la fallida investidura de julio, que no quería un Gobierno de coalición con Unidas Podemos y que volvería jugar a la ruleta rusa de unas elecciones generales. Y, en menos de diez días, se sabrá si también saldrá triunfador de su cuarto envite... o no.

Desde La Moncloa y desde el PSOE no se cansan de decir que las expectativas que tiene son buenas. Un 30% de los votos y más de 130 escaños, dicen, son objetivos realistas y posibles según sus datos.

Sustentan estas previsiones en las preferencias de la ciudadanía para que Sánchez siga de presidente, que es el líder político más valorado, que los indecisos están más proclives a inclinarse por el PSOE, que volverán muchos votos de Ciudadanos de anteriores votantes socialistas, que Más País le restará más a Unidas Podemos o que el lderazgo del PP está lejos de consolidarse.

Además, se cree que la apuesta de Sánchez por la moderación será valorada por los ciudadanos frente a las posturas extremas, y que el mensaje de que España necesita un Gobierno estable y duradero calará en el electorado. El objetivo es sumar al electorado de centro.

Los nubarrones

Pero en el foro interno de algunos dirigentes socialistas hay más que preocupación y temor a que todo esto no sea suficiente para obtener el objetivo principal que busca Sánchez con estas elecciones: una mayoría más amplia que no esté condicionada o no dependa de los votos de los independentistas.

El objetivo principal del PSOE  es obtener una mayoría más amplía y que no dependan del votos de  los independentistas

Más allá de que pueda haber luego un acuerdo con Unidas Podemos, en el PSOE se considerarían estas elecciones como un viaje baldío si la investidura o la aprobación de las leyes siguen dependiendo de los votos de los independentistas.

Pero, el otro gran temor, es que se cumplan las previsiones de todas las encuestas, menos la del CIS, y que el PSOE se quede en torno a los 123 escaños que ya consiguió el pasado mes de abril.

Este escenario colocaría a Sánchez en una situación muy complicada a nivel externo y a nivel interno. La posibilidad de la "gran coalición" o llegar al Gobierno con la abstención del PP son dos escenarios que no gustan en Ferraz.

Pero, además, a nivel interno, con toda seguridad, empezarían a surgir voces cuestionando la estrategia y el liderezgo de Sánchez, porque no son pocos los dirigentes de amplios sectores del partido que, aunque ahora permanecen callados en público, en privado dicen no compartir la línea política del líder socialista ni su decisión de haber convocado elecciones y no haber pactado con Unidas Podemos.

Ante todo este panorama, Sánchez está entregado a la campaña. Se multiplica en actos y entrevistas, tiene a todo su equipo y a Ferraz trabajando a toda máquina, y no va a desaprovechar un segundo para arañar un voto de aquí al 10-N. Como en las otras ocasiones en las que arriesgó con sus decisiones políticas y personales, Sánchez sabe que se la juega. Está convencido de que una amplia victoria consolidaría al PSOE en el Gobierno durante una larga etapa, pero un fracaso en su objetivo volvería a destapar la caja de los truenos a nivel interno. Y, como él mismo sabe de primer mano, el PSOE tiene una larga tradición cainita.

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