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Familia Lapeña: "Parece que quieren que los hijos se mueran y los nietos abandonemos la búsqueda de las víctimas del franquismo"

Manuel, hijo y sobrino de los hermanos Lapeña, muere a los 97 años sin haber podido dar una sepultura digna a los restos de su padre y de su tío, asesinados en el verano de 1936 y enterrados en el Valle de los Caídos, cinco años después de que una sentencia firma ordenara una exhumación que sigue sin materializarse.

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Los hermanos Lapeña fueron asesinados en 1936 y tirados a un fosa común en Calatayud.- ARICO Memoria Aragonesa.

zaragoza, Actualizado:

Manuel Lapeña ha muerto en Zaragoza a los 97 años, 85 después de que un grupo de sublevados asesinara en Calatayud a su padre, Manuel, y a su tío, Antonio, en los primeros meses de la guerra civil española y cuando hace ya más de cinco que un juzgado de San Lorenzo del Escorial ordenara, en una sentencia tan firme como pendiente de ejecución, la exhumación de los restos de ambos de la cripta del Valle de los Caídos, al que fueron trasladados en 1959.

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Manuel, un cartero retirado de trato afable y sentido del humor socarrón, era, como Ascensión Mendieta, que sí logró dar una sepultura digna a su padre Timoteo, uno de los símbolos de esa generación de hijos de las víctimas del franquismo y de la sublevación militar de 1936 que lleva décadas intentando arrojar luz sobre un oscuro tramo de la historia de este país que las instituciones, en unos casos por acción y en otros por omisión, se siguen resistiendo a afrontar.

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Miguel Ángel Capapé, presidente de Arico (Asociación por la Recuperación y la Investigación Contra el Olvido) y yerno de Manuel como esposo de Pura Lapeña, conversa con Público sobre la figura de su suegro y su lucha por recuperar y dignificar los restos de sus familiares.

Al final, Manuel se ha ido sin poder dar una sepultura digna a su padre y a su tío.

Miguel Ángel Capapé, yerno de Manuel Lapeña y presidente de Arico (Asociación por la Recuperación y la Investigación Contra el Olvido). — CEDIDA

Era un hombre reservado y tranquilo, aunque siempre vivió con eso. A su padre y a su tío los mataron cuando él tenía once años. Siempre estuvo de acuerdo en hacer lo que hubiera que hacer para recuperar los restos. Siempre nos apoyó.

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Los hijos de las víctimas se están yendo sin haberse podido despedir de sus padres.

Sí, se nos están muriendo. A veces no sabes si lo que quieren es que los hijos se mueran y que los nietos nos aburramos y abandonemos la búsqueda de las víctimas del franquismo y de las fosas en las que están enterrados sus restos. Son muy mayores, y se pueden ir con cualquier achaque. Mercedes Abril tiene 90 años, y los Cansado más de 90. Manuel se ha ido en un año, sin ninguna enfermedad. Se ha consumido.

¿Cómo reaccionó Manuel el conocer la sentencia que ordenaba las exhumaciones?

Estaba bastante descreído, pero cuando la vio se animó. Pensó que se podía conseguir, pero después fue viendo que no lo iban a hacer. Tuvo altibajos en los que creía que sí que iba a ser posible y en los que no.

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Eso le ocurriría a toda la familia…

Claro, ha sido una desilusión después de otra. La sentencia es de 2016, de hace más de cinco años. Cuando tienes una sentencia firme esperas que sea algo, si no inmediato, sí cercano. Pero sigue sin ejecutarse, y al final piensas de todo. Con el Gobierno de Rajoy sabíamos que no iba a haber avances, pero con el de Sánchez pensábamos que iba a ser más rápido. Confiamos en que van a hacer algo, pero no sabemos ni qué ni cuándo, porque no nos dicen nada.

¿Mantienen contactos con los responsables de Memoria Democrática del Gobierno?

Mañana [por el jueves] teníamos una reunión en Madrid para que nos dijeran cómo están las cosas [a las familias de están impulsando las primeras exhumaciones del Valle de los Caídos], pero al fallecer Manuel decidimos suspenderla. No queremos más reuniones por ahora. Hemos tenido varias, y en ninguna nos han dado plazos ni fechas.

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La situación parece desesperante, ¿no?

Si nos dieran una fecha ya tendríamos algo, pero nunca nos han concretado nada. Ya dirán algo, o nos enteraremos por la prensa, como ha ocurrido en alguna ocasión.

Hace unos días, al recoger el Premio de las Letras Aragonesas, el historiador Julián Casanova dijo que "los que miran solo al futuro tienen miedo de mirar al pasado". ¿Qué le sugiere?

Está claro que cada uno cuenta la historia como la ve. Es muy fácil hablar de pasar página sobre lo que ocurrió en la guerra y en la dictadura, pero eso no se le puede decir a gente a la que le arruinaron la vida para siempre. Manuel siempre tuvo en la cabeza la muerte de su padre.

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¿Es posible pasar una página que no se ha acabado de escribir?

No se puede pasar página, hay que afrontar lo que sucedió en la guerra y la dictadura y asumirlo. ¿Por qué no vamos a poder tener a nuestros familiares enterrados con dignidad? Es el momento de hacerlo.

¿Las exhumaciones y las entregas de los restos a los familiares son una cuestión de izquierda y derecha o de humanidad?

Para mucha gente es un asunto de bandos, pero yo nunca miro si quien hay en la fosa era de derechas o de izquierdas. Y si nos dicen dónde hay una fosa y las familias de quienes están enterrados en ella quieren localizar sus restos, por supuesto que en Arico haremos los trabajos sin preocuparnos de eso. Hay quien sigue dando mal con la política, pero cada vez son menos gente.

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¿Van a continuar peleando por las exhumaciones del Valle de los Caídos?

Sí, vamos a seguir, aunque no sabemos exactamente cómo. Con los años que llevamos, y después de tener una sentencia firme, igual tenemos que encadenarnos en la puerta del valle… Las familias vamos a seguir ahí hasta que lo consigamos. Ha sido una lástima que mi suegro no lo haya podido ver, pero vamos a seguir intentándolo; por el y por el resto de las familias. Y al final lo conseguiremos.

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