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De la cruzada de Franco al golpe de Videla: un siglo de memoria a cuestas

Vicente Almudéver, miliciano de la Guerra Civil española, y Nora Cortiñas, madre de la Plaza de Mayo, hacen balance de un siglo de luchas que no siempre se ganaron. 

Vicente Almudéver, miliciano en la Guerra Civil española, y Nora Morales de Cortiñas, presidenta de la Asociación Madres de la Plaza de Mayo Línea Fundadora

ALEJANDRO TORRÚS

SORIA.- Entre Vicente Almudéver (Narbona, 1917) y Nora Cortiñas (Buenos Aires, 1930) suman 187 años. Son memoria viva de un mundo que se desvanece y que deja paso a otra realidad dominada por la crisis de la globalización, la incertidumbre que genera la victoria de Trump, el 'Brexit' y el auge de la extrema derecha europea. Tanto Cortiñas como Almudéver han sido testigos, y protagonistas, de un período de luchas democráticas truncadas por dictaduras militares. Almudéver sufrió a Franco y Cortiña a Videla. Entre ambos golpes de Estado hay 40 años de diferencia, pero los dos identifican claramente a los responsables: "Los poderes económicos, el Ejército y la Iglesia católica". 

Almudéver y Cortiñas se miran con un profundo respeto. Se han encontrado en la décima Semana de la Memoria Histórica de Soria, que organiza la asociación Recuerdo y Dignidad. No se conocían previamente, pero quién lo diría. A pesar del largo viaje, la anoche anterior a esta entrevista los dos aguantaron hasta bien entrada la madrugada hablando, compartiendo experiencias y resolviendo los problemas de un mundo que se acerca al abismo a golpe de flexibilización y poca vergüenza. Hace ahora 80 años Almudever se lanzó al frente con una mano delante y otra detrás para defender a España del fascismo y Cortiñas se enfundó su pañuelo blanco, se colgó la fotografía de su hijo desaparecido al cuello y se lanzó a la calle. Son ejemplos de dignidad y lucha. Sus vidas quedarán como testigos de un siglo de luchas que no siempre se ganaron.

A Vicente Almudéver la guerra le sorprendió en Alcàsser (Valencia) y junto a su hermano Josep se enroló en en el Batallón del Frente de las Juventus Socialistas de Valencia. Así partió hacia Aranjuez sin armas, ni balas. Curiosa manera de enfrentar una guerra. "¿Miedo? Ninguno. Cuando uno va voluntario a jugarse la vida, sabe donde va. No puede ir si tiene miedo. Ese se queda en casa. Los jóvenes que fuimos los primeros días al frente no íbamos por vivir una aventura. No y no. No eramos vaqueros que iban a pegar tiros. Teníamos conciencia política. Eramos de las Juventudes Socialistas Unificadas", narra Almudéver. 

¿Y por qué un joven de 19 años, nacido en Francia pero de padres españoles, decide abandonarlo todo e irse a la guerra a luchar? Almudéver podría haber utilizado su nacionalidad francesa y haber esquivado la batalla. Pero no. Muy al contrario, decidió lanzarse a la batalla. Sin renunciar a ningún riesgo. Sin querer salir de la primera línea: 

Cortiñas sabe que no volverá a ver a su hijo, que es uno de los 30.0000 desaparecidos que ya no retornarán 

"Yo había ido a la escuela francesa hasta los 14 años cuando volvimos a España por un problema de salud de mi madre. Mi padre organizó el sindicato de albañiles en el pueblo y la patronal comarcal dio la orden de no dar trabajo a mi padre en ningún sitio de la comarca. Yo, con 14 años, tenía que estar a las 6 de la mañana en la plaza del pueblo esperando que un patrón me diga si voy a trabajar. Así todas las mañanas. Y por la noche, igual. A las 19.00 horas. Así decenas y decenas de trabajadores de la tierra. Yo que salía de la escuela francesa... yo que había vivido hasta los 14 años en la democracia francesa con la libertad que había en aquel país... ¿Qué hace falta más para ser revolucionario?".  

La decisión de Cortiñas no fue voluntaria. Ella, como el resto de las madres y las abuelas de la Plaza de Mayo, no eligió que la dictadura "cívico-militar-eclesiástica", tal y como ella la denomina, le arrebatara a su hijo Carlos Gustavo Cortiñas el 15 de abril de 1977 por participar en las Juventudes Comunistas. Pero Nora tampoco pasó miedo. Al menos, por su parte. Sí sufría cada noche porque sabía que su hijo estaría siendo torturado.  A ella no la achicaron ni los cadáveres que algunos policías le lanzaban durante sus protestas. 

Ahora, que han pasado casi 40 años desde la desaparición de su hijo, Cortiñas sabe que no lo volverá a ver. Que su hijo es uno de las 30.000 personas que la dictadura hizo desaparecer y cuyos cuerpos enterró en fosas comunes o lanzó al mar. Pero la imposibilidad física de encontrar el cuerpo de Carlos Gustavo no detiene a esta mujer. Porque Nora no pelea por ella. O sólo por ella. Dice que ha comprendido que la lucha es el único camino para continuar el camino que personas como Vicente Almudéver en España, o su hijo Carlos Gustavo en Argentina, emprendieron hace 80 y 40 años. 

La lucha contra la impunidad de los terribles crímenes de los que Cortiñas y Almudéver fueron testigos es la que ahora llaman a continuar

"Me quedan aún todas las fuerzas. Sabemos que no hay desaparecidos con vida, salvo los casos de los niños apropiados de madres cautivas, cuyos bebés fueron apropiados por las fuerzas militares y entregados a religiosas", prosigue Nora, que dice que su lucha ahora es un camino "por la verdad y la justicia". "Queremos saber qué pasó. Queremos recuperar la historia y la dignidad de los jóvenes que están viviendo en la ignorancia de no saber quiénes son", prosigue. 

La lucha contra la impunidad de los terribles crímenes de los que Cortiñas y Almudéver fueron testigos es la que ahora llaman a continuar. Argentina comenzó un proceso judicial histórico para acabar con la impunidad de su dictadura y, además, abrió sus juzgados a las víctimas del franquismo en España. La llegada de Macri al Gobierno, sin embargo, ha provocado el descenso del ritmo del proceso argentino y en España el Gobierno del Partido Popular ha negado cualquier tipo de colaboración con las autoridades judiciales del país sudamericano. Los represores, sus descendientes y los poderes económicos que los apoyaron se resisten a la Justicia. La lucha, por tanto, debe continuar. 

"España aún tiene fascismo en sus instituciones", denuncia Cortiñas, que reitera su denuncia de que el poder económico siempre está detrás de las botas de los militares. "¿Quién cree usted que financió todo esto? Los militares ocupaban los puestos de los civiles en el Gobierno, pero el dinero viene del poder económico", denuncia Nora, que cuenta con el asentimiento de Almudéver, que apostilla la frase: "La Iglesia desde luego no estaba con la República. Hubo curas que lucharon conmigo, pero la Iglesia iba con Franco". 

Vicente recuerda como si fuera ayer el momento en el que vio desfilar por Madrid a las Brigadistas Internacionales exhibiendo el recién adquirido armamento militar, mientras que por el cielo sobrevolaban los “chatos” soviéticos (aviones Polikarpov I-15). También recuerda cada una de las canciones que su batallón cantaba de camino a Madrid. De hecho, aún recuerdo los versos de la canción Saludando Madrid, que no duda en entonar para Público

"¿No ves tú, como yo, que vamos para atrás? ¿Que el mundo está involucionando? ¿Que los ideales están desapareciendo?", se pregunta Cortiñas

Así, Almudéver prosigue emocionado su paso por las batallas de Guadalajara, del Jarama, de Majadahonda y del Ebro, entre otras. Cortiñas asiste ojiplática. "Mi padre fue republicano, pero nunca nos contó nada. Solo decía que fue muy duro. Y ahora estoy emocionada de poder estar aquí, en Soria, con un miliciano de carne y hueso", dice Nora. Vicente prosigue su relato con su paso por los campos de concentración franceses, los batallones de trabajadores republicanos y el inicio de la II Guerra Mundial. "Hitler consiguió ganar la Guerra en España, pero, afortunadamente, perdió la Mundial", dice Almudéver.
 
Cortiñas recoge el guante de las victorias y recuerda cuántos derechos se ganaron en la segunda mitad del siglo XX y cuántos derechos se están perdiendo en este inicio del siglo XXI. "¿No ves tú, como yo, que vamos para atrás? ¿Que el mundo está involucionando? ¿Que los ideales están desapareciendo? ¿Que cada vez hay más gente en el mundo que sufre? La gente que nos dirige está loca y nos lleva al abismo. Mientras que yo pueda lucharé, pero necesitamos a los jóvenes. Ustedes deben continuar la pelea", sentencia Morales de Cortiñas. 

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