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"Hay presos de ETA que darán el paso en contra de la violencia"

Por primera vez un alto cargo de Interior, la directora General de Instituciones Penitenciarias, Mercedes Gallizo, admite públicamente fisuras en el colectivo de reclusos de la banda terrorista

FERNANDO GAREA

En todos los cargos públicos se puede estar de dos maneras: para gestionar lo mejor posible lo que hay y evitar equivocarse o para intentar hacer cosas y buscar soluciones, aún a riesgo de cometer errores. En las prisiones ese dilema es mayor que en cualquier otro cargo. Mercedes Gallizo optó desde el primer día por la opción del riesgo y da la sensación de que si el PSOE vuelva a ganar ella pretende seguir en el cargo para completar los planes que tiene abiertos. Desde hace meses, cuando terminó el alto el fuego de ETA y el Gobierno cambió su política antiterrorista, gestiona una de las patas de esa estrategia: la de romper el colectivo de presos. Por primera vez un responsable de Interior admite públicamente que puede haber presos de ETA que rompan ese bloque compacto y den pasos en contra del uso de la violencia. No concreta número y mucho menos identidades, pero apunta cuál puede ser el siguiente movimiento después de presión policial y judicial contra el llamado entorno de ETA y las peticiones de ilegalización.

¿En qué se nota que ha habido un Gobierno del PSOE en la gestión de prisiones?

Se nota en muchas cosas. En que hemos hecho una prioridad de la idea que marca la Constitución de que las prisiones deben servir para reinsertar y reeducar a las personas que cometen delitos y eso se ha traducido en que hemos multiplicado los programas de tratamiento, para condenados por violencia de género, extranjeros, discapacitados, con enfermedades mentales, etcétera. Cuando llegamos había 11.000 personas siguiendo programas educativos y ahora tenemos 16.000. Hemos hecho un esfuerzo inversor para dignificar las condiciones de vida de los centros, construyendo nuevos y mejorando los viejos que estaban bastante abandonados.

Hemos creado el régimen abierto que ya existía formalmente en la ley, pero no tenía una estructura de funcionamiento serio para desarrollarlo y acercarnos a Europa. Se trata de creer en la reinserción y en que cada persona necesita una oportunidad, por eso hemos aumentado los medios de control telemático. También hemos mejorado la seguridad de los centros, haciendo que en el día a día los internos estén más ocupados y se eviten las situaciones violentas. Y, por otra, en la seguridad del Estado, mejorando el sistema de control de las personas que suponen un riesgo para la sociedad y la relación con las Fuerzas de Seguridad del Estado.

¿Cómo se hace compatible esa reinserción con la alarma social de casos muy llamativos de delincuentes que salen prematuramente de la cárcel?

Lo que hay que hacer es cumplir la ley con un tratamiento individualizado de cada interno. Hemos facilitado la tarea de reinserción y hay que ser más estrictos y rigurosos con las personas que representan un riesgo para la sociedad y somos más restrictivos para conceder permisos y terceros grados a personas que han cometido delitos que pueden representar un riesgo. Lo de hablar de alarma social porque salga en los periódicos a mi no me gusta. Se transmite una imagen muy parcial, si de 1.000 personas que salen todas las semanas de permiso hay una que hace algo indebido eso se convierte en noticia, mientras que todos lo que hacen es caminar hacia su reinserción y su reincorporación gradual a la sociedad.

¿Hay que revisar el sistema de beneficios penitenciarios?

La reforma del Código Penal eliminó las redenciones automáticas de condena y esa es una medida siempre discutida y discutible. Hay una idea equivocada en la sociedad y es que en España el sistema penal es más leve que en otros países, que se sale con más facilidad y eso no es cierto, éste es uno de los países donde la duración de las condenas y el cumplimiento efectivo de las condenas es mayor. Estamos a la cabeza de los países donde más condena se cumple, aunque el estereotipo sea el contrario. No tenía sentido el sistema de redenciones automáticas, concedidas a cambio de nada, pero también es verdad que podemos quedarnos con escasos estímulos externos para que alguien que cumple una condena haga un esfuerzo suplementario.

¿Qué supone el fenómeno nuevo de los presos islamistas?

Ese colectivo es motivo de preocupación por la actividad delictiva asociada a grupos como Al Queda y, por lo tanto, nos ha obligado a poner en marcha sistemas de seguimiento y de control mucho más estrictos y se han creado diversos procedimientos para que no representen un riesgo de radicalización y de mantenimiento de su actividad delictiva en las prisiones. También para ayudar a las Fuerzas de Seguridad a combatir este tipo de terrorismo.

Hay que pensar que algunas de las personas que participaron en el 11-M habían pasado por prisión y estaban sometidas en teoría a un seguimiento y control de sus comunicaciones, tal y como establece nuestra normativa, pero sin embargo, no había siquiera traductores de árabe y no se prestaba atención a que ese hecho formal de intervención de sus comunicaciones aportase información que permitiese prevenir atentados. No se traducía y como no se les daba utilidad las cintas acaban siendo reutilizadas para grabar otras cosas encima, de forma que cuando intenté recuperar las cintas para ver con quién se relacionaban y qué mensajes lanzaban, pues no había nada y hemos perdido una información que hubiera sido importante. Hemos tenido que contratar traductores de árabe y mejorar el sistema de control de comunicaciones para hacer un seguimiento que ayude a la prevención.

Se dijo que esos presos se relacionaron con reclusos de ETA.

En su momento, se trató eso en la comisión del 11-M y en el juicio con comparecencia de etarras, pero hicimos un chequeo de las relaciones entre estos internos y la conclusión fue muy evidente: no hubo más relación que la circunstancial de coincidir en un patio. Son colectivos muy diferentes y la comunicación entre ellos no tiene sentido.

¿Es posible poner fin a la dispersión de presos de ETA?

La política de dispersión tendrá sentido mientras haya un colectivo de presos que forma parte de una banda organizada y que, además, mientras cumple su condena proponga seguir formando parte de esa organización, a través del colectivo de presos de ETA que llaman ellos. Nuestra obligación es evitar que siga funcionando como una banda organizada, incluso en prisión, y por eso están repartidos en distintos centros. No es venganza ni castigo añadido al que le puso el juez.

¿Siguen funcionando como un colectivo compacto?

No, hace mucho tiempo que no es compacto, empezando por la propia historia de los que forman parte de ese grupo. Hay personas del entramado de ETA, otros que han protagonizado acciones terroristas, otros de nueva generación, etcétera y eso les hace tener un punto de vista diferente. Lo que sucede es que ETA ejerce una gran dictadura sobre sus presos y no consienten no ya disidencia, sino ningún tipo de reflexión, como cuando un grupo de la cárcel del Puerto de Santamaría lo hizo en 2004 diciendo que la lucha armada carece de sentido, ETA les expulsó inmediatamente. Es extremadamente dictatorial para que no se le venga abajo el tinglado, pero hay personas que no comparten la posición de la banda.

¿Cómo asumieron el final del alto el fuego?

Es difícil hablar con precisión de esto por la dictadura tan terrible que ejerce ETA. Los internos saben que sus comunicaciones están intervenidas y nunca se expresan con toda la claridad con que lo harían, pero la ruptura de la tregua fue una muy mala noticia para muchos presos. Lo vieron con gran preocupación y gran desánimo porque la reflexión que hicieron en su momento los históricos la comparten muchos más presos que saben que esta situación no les lleva a ninguna parte, que nunca van a ganar la batalla y que nunca van a poder imponer ninguna posición política por esa vía. Es un camino que no tiene futuro.

¿Por qué es tan escasa la reinserción de presos de ETA?

Es que la persona que expresa su disidencia pasa a ser un enemigo de la banda, por lo tanto esa es una de las razones de que algunas personas no hagan pública esa disidencia, aunque si hay personas que están dispuestas a dar el paso y que yo creo que lo darán, porque el único camino es aceptar que hay que abandonar la violencia como método de acción política. Hay muchos que saben que sin ese paso previo no hay ni reinserción ni diálogo ni nada.

¿Habla de decenas, centenas o unidades?

No puedo ni debo hablar de cifras, porque es difícil constatarlo de forma expresa, porque hay muchos que no se atreven a expresar su punto de vista. Intuyo que los presos de ETA acabarán perdiendo el miedo a la banda.

¿Sin el alto el fuego hubiera actuado igual en el caso De Juana?

Era una gestión complicada, porque había muchos elementos: la voluntad manifiesta de una persona de dejarse morir y la convicción de que ETA tenía gran interés en poner una víctima sobre la mesa. Cuando tienes una tarea con esta responsabilidad tienes que medir las consecuencias y lo que se valora normalmente es lo que sucede, no lo que se evita y con la gestión de este caso evitamos que sucedieran muchas cosas y valió la pena los malos momentos que pasamos, porque fuimos tratados muy injustamente. Se consiguió que no se salieran con la suya que era crear una situación de extrema tensión dentro del Estado y la gestión desde el punto de vista de los efectos prácticos fue impecable porque recuperó su salud sin dejar de cumplir condena. No tomamos ninguna medida irreversible ni con efecto en la situación penitenciaria del interno.

¿A qué se refiere con lo de que se evitaron muchas cosas?

Lo dejo ahí.

¿Hay plazas suficientes en las prisiones?

La situación es que la población penitenciaria ha crecido de manera muy significativa en los últimos 15 años y tiene causas no en el aumento de delitos, sino en la supresión de redenciones, la reforma de la responsabilidad civil y otras reformas legales. Todo eso ha creado un problema de infraestructuras que no estaba bien previsto cómo resolverlo. Cuando llegamos había un plan de construcción de centros, pero me encontré con que no teníamos nada, no estaban ni adquiridos.

Hemos hecho un gran esfuerzo para finalizar casi en esta legislatura cuatro nuevos centros y para hacer un nuevo plan con una dotación económica suficiente para poner en funcionamiento 18.000 plazas más que necesitaba el sistema cuando se inició el plan. También hemos creado nuevas infraestructuras como los de inserción para cumplimiento de penas en semilibertad para la última parte de las condenas en régimen abierto.

El programa del PSOE para 2004 decía literalmente: 'Cumplir el mandato reglamentario de que haya un interno por celda', ¿se ha cumplido?

No. En las actuales condiciones es muy difícil de cumplir porque el incremento sostenido de la población reclusa hace que nunca lleguemos a alcanzar el objetivo de equilibrar el número de plazas con el de internos. Intentamos que hasta que se pongan en marcha las nuevas plazas las condiciones de vida de los internos sean lo más dignas posibles. España es ya uno de los países con mejores condiciones e infraestructuras penitenciarias.

¿Algunas reformas del Código Penal como las de prisión para conductores temerarios, pueden colapsar las cárceles?

Estamos muy atentos a cómo se produce la evolución de los nuevos delitos o tipificaciones. En el caso de tráfico la parte sustancial de las penas la prisión es eludible con el pago de una multa o la realización de trabajos para la comunidad. En todo caso, la tarea principal no es el castigo, que es una idea que hemos superado en todos los países, sino que el objetivo es la prevención, pero también la rehabilitación y la reinserción en la sociedad.

¿Está a favor de aplicar otro tipo de penas como la castración química a violadores?

No me corresponde, porque no estoy en el legislativo. Es una manera poco rigurosa de llamar a una medida que es en realidad la administración de un fármaco que aminora o elimina el deseo sexual. Puede ser un tratamiento médico que en algunos casos es posible, pero no es una solución al problema de las personas que cometen agresiones sexuales cuyo problema no está en el nivel testosterona sino en la mentalidad que tienen, es decir, no está en los genitales sino en el cerebro.

¿Qué propone el PSOE para la próxima legislatura en prisiones?

Seguiremos en la política de infraestructuras y hay un estudio para cambiar el reglamento. Hay que tener en cuenta que la Ley General Penitenciaria es la primera ley orgánica de la democracia y la situación y la realidad han cambiado desde entonces.

¿Le gustaría seguir en el cargo la siguiente legislatura?

Esta es una responsabilidad compleja que da muchos dolores de estómago y algunos de cabeza y que al mismo tiempo tiene una parte muy enriquecedora a nivel humano y político. Te ayuda a comprender mejor el estado, la sociedad, el mundo, las leyes, los problemas que no hemos resuelto bien....Por ejemplo, me he hecho muy beligerante con el problema de la salud mental y la necesidad que hay desde las comunidades autónomas que tienen las competencias de salud para que se aborde este problema, porque hay una parte importante de la población que tiene problemas de salud mental y esos problemas no están bien tratados y bien controlados. Sin tratamiento adecuado puede acabar en delitos terribles.

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