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José Manuel García-Margallo García-Margallo, el diputado que no se va

El exministro de Exteriores, que ya fue alto cargo en el franquismo, es desde que el domingo obtuvo su acta de eurodiputado el último superviviente de la legislatura constituyente de 1977 que sigue en un puesto electivo tras más de cuatro décadas.

García-Margallo es el único superviviente de la legislatura constituyente de 1977 que continúa en cargos de representación. EFE

EDUARDO BAYONA

Estaría entre "perenne", adjetivo que define algo continuo e incesante, e "indeleble", que es aquello que no se puede borrar o quitar: José Manuel García-Margallo se convirtió el pasado domingo, al salir elegido como europarlamentario en las listas del PP, en el único diputado de la legislatura constituyente, la de 1977 a 1979, que continúa en activo en cargos electivos más de cuatro décadas después.

Será, de hecho, tras el final de la carrera de Luis de Grandes como eurodiputado este domingo, y una vez cese en las próximas semanas como miembro del Consejo de Estado por el turno autonómico el expresidente de la Junta de Extremadura José Luis Rodríguez Ibarra, el único político de aquella promoción que continúe en cargos públicos 42 años después. Llegará a los 47 si, ya con 79 cumplidos, agota la legislatura europea en 2024.

García Margallo no debutó en la política con la democracia. Venía de atrás, del franquismo, en el que, como inspector técnico fiscal y con un master of law en derecho societario por Harvard, dirigió a partir de 1974 el Servicio de Estudios y de Programación de la Secretaría General Técnica del Ministerio de Hacienda, cartera que en pocos meses pasaría de las manos de Antonio Barrera a las de Rafael Cabello y de estas a las de Juan Miguel Villar Mir.

El cargo franquista que no sale en el currículum

Su paso por la administración franquista no aparece ya en su currículum oficial, ni en el del Congreso, ni en el del Ministerio de Asuntos Exteriores ni en el del PP, que sí recogen su empleo de inspector.

Tampoco recoge ninguna de esas tres biografías que fundó en dos ocasiones el Partido Popular. La primera, en 1976 con el exministro franquista Pío Cabanillas y José María de Areilza, con vistas a integrarse en UCD, con la que García-Margallo obtuvo sus primeras actas de diputado en 1977 y 1979, periodo en el que también fue director general de Desarrollo Comunitario y secretario del grupo parlamentario.

La debacle de los centristas en las elecciones de octubre de 1982, en las que perdieron 157 diputados, le dejó sin escaño apenas año y medio, que pasó como miembro del Tribunal Económico Administrativo Central (TEAC) del Ministerio de Hacienda.

Lo recuperó en las primeras elecciones europeas en las que participaba España, las de 1984, a las que se presentó con Coalición Popular tras haberse pasado de UCD al PDP (Partido Demócrata Popular) de Óscar Alzaga, que se coaligó con el partido de Fraga, al que acabaría yéndose poco después.

Siete veces diputado y cuatro eurodiputado

Hoy, García-Margallo, siete veces diputado y cuatro eurodiputado, es una de las pruebas del algodón del itinerario político de los conservadores españoles desde las raíces tardofranquistas de la Alianza Popular de Fraga que, tres lustros más tarde, en 1989, se refundaría en el actual PP de Aznar, Rajoy y Casado.

La primera estancia europea de García-Margallo duró apenas dos años. En 1986 regresó al Congreso somo diputado de AP para permanecer allí hasta 1994, cuando volvió a Bruselas ya como un rodado político del PP con un lustro de experiencia bajo las nuevas siglas.

Allí estuvo hasta que a finales de 2011 fue nombrado ministro de Asuntos Exteriores en el primer Gobierno de Mariano Rajoy, para ser elegido de nuevo diputado en las convocatorias de 2015 y 2016. Entre una fecha y otra, cambió el escaño de Bruselas por la bancada azul del ejecutivo en el Congreso.

Antes de volver a Bruselas, el exministro optó a las primarias con las que su partido resolvió la sucesión de Rajoy tras la moción de censura de Pedro Sánchez a raíz de la sentencia de la Gürtel. No tuvo mucho éxito: quedó el cuarto de seis, a más de 19.000 del segundo finalista, aunque eso no le impidió mantenerse como el último vestigio en activo de la política de los años 70.

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