BARCELONA
Si se pudiera medir el estado de ánimo de la afición que hoy seguía el interrogatorio a Jordi Cuixart en el Tribunal Supremo, la sensación sin duda sería de victoria. Hay risas cuando el presidente de Òmnium Cultural desmonta o rebate las tesis del fiscal, ovaciones espontáneas cada pocos minutos y sonrisas de oreja a oreja. "Había mucha expectativa de que lo haría guay, y no está decepcionando", reconoce una voluntaria de Òmnium con el chaleco naranja de la organización. "¡Pero si estamos ganando por goleada!", añade otra. Ahora bien, el árbitro de esta partido no lleva pantalones cortos, sino toga. Y ganar, per se, no implica victoria.
Pero hoy toca sonrisa y tuitear #EndavantCuixart (Adelante Cuixart). Seguro que el presidente de Òmnium se sabe observado por las cámaras que están retransmitiendo el juicio. Lo que quizás no conoce al detalle es el ambiente en el exterior de la sede de Òmnium Cultural, en una calle Diputació cortada al tráfico y donde la entidad ha instalado una pantalla gigante para hacer un seguimiento colectivo. "Y para darnos apoyo unos a otros", explica el speaker del acto. A pocos días de la huelga feminista, el espacio de cuidados cobra y más y más relevancia social.
Unos 500 simpatizantes han hecho caso de la llamada, convirtiéndose en una improvisada afición que está cogiendo temperatura con el paso del día: si cuando arrancaba la sesión a las 9.35 horas el público hablaba bajo, casi entre susurros, a las 12 del mediodía ya ha cerrado la primera parte de la vista con cánticos en favor de los presos. Un in crescendo de las emociones, que quizás a primera hora de la mañana le faltaba los efectos del café y un abrigo bien cerrado para aguantar sentado en la sombra. Y que ha ido tomando intensidad en paralelo al lanzamiento constante de dardos: de Cuixart a la Fiscalía. Tocado y hundido.
21 aplausos por hora
La afición local ha estallado en ovaciones espontáneas en muchos momentos, con una media de 21 aplausos por hora. "Preferimos al Cuixart y hemos venido para que se note", comentaban dos mujeres sentadas en la grada improvisada ante la sede de Òmnium. Una sensación incluso de superioridad hacia los jueces españoles, que rezumaba en todas las risas colectivas que estallaban cada vez que Cuixart salía con una respuesta ingeniosa. Las expectativas de victoria se han elevado y la condena (si llega) será más dura de digerir.
Ahora bien, la afición no ha generado griterío: no se han coreado lemas políticos hasta el final de la declaración, no se han ondeado banderas, ni se ha cantado ninguna canción referencial como la omnipresente L'Estaca, de Lluís Llach. Y a pesar de la sensación de goleada, tampoco se han cantado los goles, alzados de la silla y con los puños al aire.
Apoyo desde la política, el sindicalismo y la cultura
Punto y final a los símiles futbolísticos. La declaración ha tenido momentos muy celebrados, como las explicaciones de Cuixart sobre los hechos del 20 de septiembre ante la Conselleria de Economía. Unas explicaciones que alcanzaban los asentimientos con la cabeza de los representantes políticos que han llenado la primera hilera ante la pantalla gigante, como el candidato de ERC en Barcelona, Ernest Maragall; la ex diputada de la CUP Mireia Boya y el diputado de Junts per Catalunya Eduard Pujol. También estaban el secretario general de UGT, Camil Ros; el anticapitalista David Fernàndez y gente de la cultura como el escritor Jaume Cabré, el actor Joel Joan y el mallorquín Tià Portell, quien acaba de publicar la novela Ariel. Entre los que no estaban, por supuesto, dos personas queridas del afectado: su mujer Txell Bonet y el vicepresidente y portavoz de Òmnium Cultural, Marcel Mauri.
Entre los momentos más cómicos, en cambio, se han situado los problemas de Cuixart para leer una pantalla (en la propia sala del Supremo) donde se proyectaba un correo. "Por favor, pongan las letras algo más grande", repitió, no sin añadir que tiene problemas de vista. Las risas se han elevado cuando Cuixart se ha puesto en pie y se ha acercado a escasa distancia de la pantalla, en una divertida escena que evidenciaba señales de miopía.
¿Qué son las longanizas?
Y allí han aparecido las famosas "longanizas", presupuestadas en 500.000 euros, a las que el fiscal buscaba dar un sentido oculto y violento que Cuixart ha limitado a una campaña propagandística. "Hombre, a veces nos expresamos de manera coloquial, como lo de las longanizas. Si hubiera sabido que el e-mail se examinaría en este tribunal...". También se ha revelado que la dirección de Òmnium contemplaba la hipótesis de ser encarcelada, que provocado la respuesta por parte de algunos de los presentes con gritos como "y por supuesto, que lo sabíamos".
Las nuevas tecnologías, de hecho, han sido protagonistas. El análisis semiótico de algunos e-mails, los propietarios de las URL de direcciones de páginas web, así como los tuits en Twitter hace un año y medio han creado escenas de poca seriedad en el Tribunal Supremo. "¿Este tuit es suyo?". "No, es un retuit, esto es diferente". También ha habido risas cuando a Cuixart se le ha escapado alguna palabrota, tal como "hostia". "Noiiiiii" [Chico], le ha reprendido en voz baja, socarrona, una señora. Sólo faltaba alguna palabra de tipo tímidamente sexual para que el público estallara en risas por lo bajo.
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