Este artículo se publicó hace 2 años.
Mañueco entrega a Vox la presidencia de las Cortes de Castilla y León solo un día después de que Feijóo la pidiera para el PP
El presidente gallego defendió que lo "razonable" sería que el puesto lo ocupara la lista más votada y mostró su rechazo a
"los gobiernos que salen de los despachos".
Madrid-
En medio del "reinicio" del partido tras la fractura interna más importante de su historia, el PP ha superado una línea roja abriendo las puertas del primer gobierno a la extrema derecha. Alberto Núñez Feijóo, el máximo referente del partido en este momento, pidió este mismo miércoles la presidencia de la Cortes de Castilla y León para el PP mientras Alfonso Fernández Mañueco se la ofrecía a Vox. El "giro" al centro se le complica a Feijóo.
"Si un partido ganó y tiene el triple de diputados que otro, parece que sea razonable que sea el que presida la Cámara, porque eso es lo que han elegido los votantes. Entiendo que la presidencia de la Cámara le corresponde al partido que ganó las elecciones, que es el PP". Alberto Núñez Feijóo pronunció estas palabras este miércoles a las cinco de la tarde desde la sede de Génova. Dijo también el presidente gallego que no le gustaban "los gobiernos que salen de los despachos".
Solo seis horas después, Fernández Mañueco comunicaba a través de su cuenta de Twitter que había ofrecido un acuerdo de gobierno a Vox. "Desde nuestra posición inicial hemos cedido para propiciar el entendimiento, Vox no se ha movido nada", reconocía el presidente popular. Eran casi las doce de la noche y todavía quedaba tiempo para el pacto. "Seguimos ofreciendo un acuerdo", insistía Mañueco.
El pacto llegó y colmó todas las expectativas de Vox: tres consejerías, la Vicepresidencia del Gobierno y la Presidencia de las Cortes. La extrema derecha no cedió en las negociaciones y el PP aceptó sus exigencias, pese a que lo "razonable", según Feijóo, fuese otra cosa.
Más cerca que nunca de Vox
En las últimas semanas, en el intento de PP de superar su crisis interna, los populares escenificaron lo que por momentos pareció el distanciamiento definitivo de la extrema derecha. Núñez Feijóo pretendía aterrizar en Génova como adalid de la moderación y el "centrismo" y así le reivindicaron también sus compañeros de partido, en público y en privado. Altos dirigentes del PP defendían que el presidente gallego era el único activo de la formación para neutralizar a Vox, al tiempo que reconocían que la estrategia de la antigua dirección había sido errónea.
Hasta el momento, el PP se apoyaba en la abstención de Vox para gobernar en Andalucía, Murcia y Madrid. Pero lo cierto es que, a pesar de la ambivalencia discursiva de Casado y sus titubeos constantes, que ahora le reprochan sus compañeros de filas, el PP nunca había metido a la extrema derecha en un ejecutivo. Y así se lo ha reconocido el líder de los populares europeos. "Pablo Casado era una garantía personal de mantener al Partido Popular en el centro derecha evitando este tipo de coqueteos con los radicales, con movimientos de extrema derecha como Vox", aseguró este jueves el presidente del Partido Popular Europeo, Donald Tusk, tras conocer el pacto firmado por Fernández Mañueco.
Fuentes próximas a la dirección saliente del PP evitan pronunciarse sobre el acuerdo de gobierno alcanzado en Castilla y León pero señalan en la misma dirección que Tusk y ponen en valor que con Casado nunca se había llegado tan lejos.
Por su parte, Núñez Feijóo esquiva responsabilidades por un pacto con la extrema derecha sin precedentes en España y culpa al PSOE por no haber facilitado el gobierno a Mañueco. El líder gallego lleva semanas exigiendo a los socialistas que apoyaran a Alfonso Fernández Mañueco como presidente de Castilla y León, pero las negociaciones entre PP y PSOE fracasaron en la primera reunión.
Mañueco se levantó de la mesa a los 15 minutos, inmediatamente después de que Luis Tudanca mencionase el presunto caso de corrupción en el que estaría envuelta la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso. Desde entonces los esfuerzos de los populares se concentraron en cerrar el acuerdo con Vox y rebajar sus exigencias. Sin éxito.
Negociaciones en secreto
PP y Vox negociaron durante las últimas semanas con la discreción que les regaló la guerra interna del Partido Popular. Mientras los focos apuntaban a Génova, Mañueco se afanaba en lograr un acuerdo de gobierno con Juan García-Gallardo, candidato de la extrema derecha en Castilla y León. Reuniones en las que García-Gallardo estuvo tutelado en todo momento por representantes de la dirección nacional del partido. Según ha podido saber Público, las riendas de las conversaciones las llevó uno de los colaboradores más próximos a Santiago Abascal: Kiko Méndez Monasterio.
Frente al tutelaje en Vox, la libertad absoluta en el PP. El Partido Popular, descabezado tras el escándalo con Casado, decidió darle manos libres a Mañueco y no impuso ninguna línea roja.
Moreno Bonilla marca distancias
La entrada de Vox en el Gobierno de Castilla y León ha abierto un escenario de pactos nuevo y la próxima cita electoral que confirme que la decisión de Mañueco es "un incidente" y "no una tendencia en España", como espera el presidente de los populares europeos, será Andalucía. En este sentido, Moreno Bonilla ya marcado distancias. "Que nadie piense que lo que ocurra en una comunidad va a marcar a otra comunidad, porque no va a ser así", ha advertido Moreno en declaraciones a los periodistas tras la sesión de control que ha tenido lugar este miércoles en el Parlamento de Andalucía.
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