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La marcha de Pablo Iglesias Fin del bipartidismo, recambio generacional  y cultura de la coalición: así cambió la política Pablo Iglesias

Los expertos consultados por 'Público' coinciden en que Podemos y su secretario general cambiaron buena parte del mapa político que existía en España hace 10 años. En su balance, realizado una semana después de la marcha de Iglesias de la política institucional, también ven "errores", como un abuso del hiperliderazgo.

El secretario general de Podemos, Pablo Iglesias, durante una entrevista con 'Público'.   Fernando Sánchez
El secretario general de Podemos, Pablo Iglesias, durante una entrevista con 'Público'. Fernando Sánchez

Este miércoles se cumple una semana desde que el secretario general de Podemos, Pablo Iglesias, anunció que dejaba el partido y que abandonaba la política institucional. El motivo que esgrimió, tras conocer los resultados de las elecciones autonómicas en Madrid, era que su figura se había convertido en un "chivo expiatorio" que, de alguna manera, activaba al electorado más reaccionario y a la ultraderecha, después de una de las campañas electorales más intensas y radicales que se recuerdan.

Su despedida, escrita con la letra de El Necio de Silvio Rodríguez, pasará a formar parte de la historia en la que Iglesias modifica buena parte del panorama político que se encontró en 2014, cuando, junto a varios compañeros, fundó Podemos. Su presencia y la de la formación morada, coinciden los expertos consultados por Público, son imprescindibles para entender el paisaje político actual, transformado de una forma vertiginosa en un proceso que aglutina en siete años cambios que normalmente precisan de décadas.

Para Ignacio Jurado, doctor en Ciencias Políticas por la Universidad de Oxford y profesor de la Universidad Carlos III de Madrid, "es difícil desligar sus logros personales de los logros de Podemos porque se mezclan mucho las dos cosas; partido y figura van muy unidos, por lo que se corre el riesgo de atribuirle méritos o errores a él que no son solo suyos, sino que son del propio partido". 

Entre las luces del balance de su carrera política, Jurado le atribuye un papel fundamental para resolver la crisis de representación que se vivía a comienzos de la década del 2010, una crisis que dio lugar al conocido "No nos representan" del 15M. "En realidad es un éxito colectivo, pero él juega un papel fundamental, ya que el proyecto se articula alrededor suyo. El gran éxito es cubrir esa demanda que muchos ciudadanos tenían; sabíamos en aquel momento que había insatisfacción, y transformar esa insatisfacción en atracción por un proyecto político es el primer gran éxito de Pablo Iglesias".

También juega este rol de imprescindible, según el experto, en lo que se ha conocido como el fin del bipartidismo: "Teníamos un sistema bipartidista, con un claro techo de cristal, y él fue el primero que lo rompió. Una vez que lo rompe uno, se reparten cartas de nuevo y aparecen nuevos partidos. Es muy meritorio porque, aunque estamos viendo en Europa que todos los sistemas más clásicos de partidos se están fragmentando, el nuestro era bastante estable y estaba muy blindado".

La reorganización del modelo de partidos que propició la irrupción de Podemos, con Iglesias a la cabeza, fue especialmente intensa e importante en la izquierda. En esta línea, la politóloga y editora de Politkon Berta Barbet explica que "se le puede atribuir el hecho de haber consolidado un espacio a la izquierda del PSOE bastante más grande que el de la antigua IU, con una mucho mayor atracción entre los jóvenes de lo que tenía IU, aunque siga teniendo ciertos problemas para entrar a ciertos espacios. Podemos consigue que el espacio a la izquierda del PSOE tenga mucha más popularidad entre los jóvenes de la que tenía el espacio anterior".

Los riesgos del hiperliderazgo

Más allá de propiciar el fin del sistema bipartidista, cambiando el modelo hacia un sistema multipartidista, los expertos explican que el efecto de Iglesias y el terremoto provocado por la irrupción de Podemos afectó también a las estructuras del resto de formaciones y a la manera en que se relacionaban entre ellas y repartían sus roles.

Jurado asegura que "Iglesias es uno de los artífices el recambio generacional en el resto de partidos. Se puede discutir si esos cambios en los partidos han sido más o menos cosméticos, pero ha habido una renovación clara en la política española en muy pocos años y eso vino muy empujado por Pablo Iglesias. Probablemente no podemos entender el PSOE de hoy sin la irrupción de Podemos".

En cuanto a la relación entre las formaciones políticas, Barbet explica que el secretario general de Podemos "ha consolidado una forma de hacer política que ya no se traduce, como antes, en que que uno gana y los demás se callan, sino que se necesita negociación", y de ese cambio en la cultura política deviene el primer Gobierno de coalición de la historia reciente en España.

"Se le puede atribuir el hecho de institucionalizar el primer Gobierno de coalición, la primera necesidad de que se necesiten dos partidos en el Gobierno y no pase nada, de que se lleguen a consensos, se pueda tener una actitud distinta y sin embargo gobernar juntos", añade la politóloga.

Jurado: "El hiperliderazgo te ayuda a consolidar partidos con poca base institucional, pero tiene riesgos"

En el balance del líder de Podemos, los expertos también ven sombras. En este sentido, ambos consideran una falla el abuso del hiperliderazgo que, a su juicio, imperó en la formación morada durante el mandato de Iglesias. "El hiperliderazgo se puede entender cuando un partido tiene poca base institucional, pero es sorprendente lo rápido que se descapitalizó la foto del primer Podemos, aunque luego llegaran otras caras", asegura Jurado.

"No creo que sea únicamente responsabilidad suya, pero probablemente él fue una persona que sí que absorbió un hiperliderazgo que representa un dilema: cuando tienes un partido con poca base institucional, una cara muy visible y carismática te ayuda a arraigarlo, pero por otro lado, al no ser un partido que tenga historia, no puede ser tan dependiente de una única persona. El hiperliderazgo tiene una razón de ser pero también es un riesgo, y ahora veremos si esos riesgos se confirman", explica el experto.

Para Barbet, en cambio, "algunos cambios de la cultura política española vienen de lejos y se visualizaron a raíz de la crisis política, como la personalización, la pérdida de importancia de las estructuras de los partidos en favor de los hiperliderazgos... Seguramente eso ya venía cambiando y simplemente se aceleró en el periodo en el que estaba Iglesias".

Barbet: "La vieja política compró una parte del funcionamiento interno a los nuevos partidos, como las primarias"

Los expertos interpretan como "errores estratégicos" algunas de las decisiones que terminaron marcando el rumbo de Podemos, como evolucionar "demasiado pronto" el discurso de la formación desde la denominada "transversalidad", que en su momento "terminó con un PSOE enormemente debilitado, desnortado y en manos de una gestora mientras veía como Podemos se llevaba buena parte de su electorado y amenazaba con superarlo", comenta Jurado, hacia un discurso mucho más ideológico y "arrinconado".

"Podemos fue haciendo un repliegue ideológico, marcado también por la irrupción de un Ciudadanos que le quitó votos del centro, pero yo creo que en aquel momento tuvieron al PSOE durante un momento en una posición de debilidad y no consiguieron articular una propuesta transversal para conseguir superar a los socialistas", concluye el experto.

"Iglesias ha triunfado bastante menos en cambiar las coordenadas del debate político en España, es decir, en generar un cambio estructural en el comportamiento electoral que haga que los jóvenes voten conforme a otras premisas, que el discurso se estructure conforme a otro debate, que haya un gran reequilibrio del debate político español", explica Barbet.

Para la experta, "la diferencia entre los partidos que emergieron después del 15M y los que ya estaban no ha tenido que ver con una forma distinta de hacer las cosas. Eso puede ser en parte porque la vieja política les compró una parte del funcionamiento interno, en forma de primarias, etc, pero creo que estructuralmente el voto en España sigue siendo un voto con unas coordenadas parecidas socioeconómicamente hablando".

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