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María Barrero, arquitecta: "Hay barrios en los que habría que decrecer en viviendas turísticas, no solo parar el aumento"

En esta entrevista con 'Público', la investigadora, que acaba de editar junto con su colega Iban Díaz un trabajo llamado 'Turismo, desarrollo urbano y crisis en las grandes ciudades andaluzas', asegura que los excesos turísticos afectan a todo el mercado del alquiler en las ciudades.

María Barrero Rescalvo, geógrafa.
María Barrero Rescalvo, arquitecta.

La arquitecta María Barrero Rescalvo, investigadora de la Universidad de Sevilla, ha editado, junto a su colega, el geógrafo Iban Díaz Parra, una investigación colectiva sobre los efectos del turismo en Andalucía, que se titula Turismo, desarrollo urbano y crisis en las grandes ciudades andaluzas (Editorial Comares).

En el trabajo, analizan el boom del turismo en la última década y sus consecuencias sobre entornos que no estaban preparados para recibirlo, lo que ha causado diversos tipos de conflictos sociales, sobre todo centrados en una subida de los precios de los alquileres y la pérdida de población de los centros históricos.

En esta entrevista, Barrero afirma que las moratorias sobre pisos turísticos son urgentes y que ya en las principales ciudades de Andalucía se ha llegado al punto en que no hay ya que pensar en frenar la proliferación, sino en medidas que hagan descender el número de viviendas de uso turístico.

¿Se ha convertido el turismo en un problema en ciudades como Sevilla, Granada y Málaga que además de historia y monumentos, tienen vocación institucional de fomentar la llegada de turistas?

Absolutamente. Sí. Hay que aclarar que el turismo en Granada, en Sevilla y en otras ciudades ha estado siempre presente. Es verdad que Sevilla como destino se ha ido consolidando en los últimos 25 años. Esta actividad ha ido adquiriendo cada vez más peso en la economía, hasta el punto de que se podría hablar de monocultivo de turismo como estrategia, especialmente buscando la salida de la crisis económica.

Hay un hecho que marca un antes y un después cuando hablamos de turistificación: las plataformas digitales. Ellas han permitido que el turismo entre en diferentes mercados y en el aspecto más íntimo de los habitantes de una ciudad, como es su vivienda y sus comunidades. Estas plataformas especialmente a partir de los años de la pandemia han sido absorbidas por grandes multinacionales. Entonces, ha habido una mayor profesionalización y el problema ha ido cada vez más agrandándose. Las medidas que se han llevado a cabo en realidad son totalmente insuficientes. Entonces, ha sido y sigue siendo un problema en las ciudades.

¿Una tasa turística arreglaría algunas cuestiones o no tiene efectos profundos?

Hay matices. Depende de a lo que se destine el dinero recaudado por esa tasa turística. No es algo que hayamos estudiado en el libro ni que hayamos tenido en cuenta en nuestra investigación, pero se sabe por otros casos, como Baleares, que ese dinero se destina a la promoción del turismo. Pero aunque se destinara a revertir de alguna manera los impactos negativos del turismo, sigue siendo una medida muy deficiente teniendo en cuenta que los problemas que tenemos son estructurales y que necesitan realmente políticas públicas que se centren en resolver aspectos tan importantes como el derecho a la vivienda y no tanto en tratar de reequilibrar de alguna manera.

Además, por otro lado, el debate de la tasa turística de alguna manera desplaza lo que debería ser el verdadero debate, que es si realmente tiene sentido que una economía urbana grande, como es la de Sevilla, dependa casi en exclusiva de la entrada de dinero extranjero y no de producir y de generar otro tipo de economía más sostenible que genere empleo de mejor calidad y que redistribuya el dinero de una manera más equitativa. Para mí, el debate de la tasa turística sirve de alguna manera para justificar que los gobiernos locales están haciendo algo cuando en realidad no están haciendo lo que deben hacer.

¿Qué es lo que se puede hacer?

Abordar el tema y tomar medidas para recuperar el derecho a la vivienda de los habitantes o para facilitar el acceso a la vivienda de los habitantes, que se ha visto muy degradado con la incidencia de las viviendas turísticas. Luego, también otra serie de medidas para recuperar los espacios públicos para el uso común y no privatizándolos a partir de veladores. Hay toda una serie de problemas que trae el turismo que no solo tiene que ver con la vivienda.

¿Una moratoria como la que se ha ensayado en Cádiz es necesaria o ya se va tarde en algunos sitios?

Una moratoria tiene sentido como una medida urgente. Estamos hablando de un problema realmente muy grave, que no solo afecta al centro histórico de las ciudades, que pierden población, sino que afecta al resto de barrios que recogen todos esos habitantes que se van del centro de las ciudades. Todas esas personas desahuciadas o desplazadas que necesitan vivir en algún sitio. Entonces, en realidad el problema no solo se acota a los centros históricos, sino que afecta a todo el mercado del alquiler local en las ciudades. La moratoria tiene sentido como medida urgente, pero en casos, sobre todo en barrios del centro histórico donde ha habido pérdida de población, habría que plantear medidas para decrecer en número de viviendas turísticas, no solo para parar el aumento.

¿Qué efectos produce en un barrio la proliferación de pisos turísticos más allá del tema de la vivienda, qué consecuencias tiene a la hora de pasear las ciudades, de vivirlas?

A ver. Hay que tener en cuenta que todos estos efectos los podemos enumerar, pero están totalmente interrelacionados porque el hecho de que se reduzca el número de vecinos y se vean sustituidos por personas que durante un par de días visitan la ciudad y se marchan, una especie de población flotante que no interactúa apenas con el barrio, afecta no solo a las personas desplazadas porque su vivienda se convierte en vivienda turística, sino que al haber menos stock de viviendas disponibles, el resto de viviendas en alquiler que sí se dedican a residencial podemos pensar que han contribuido al aumento del precio de los alquileres que tanto se ha denunciado en medios y en la universidad, no solo en Sevilla, sino en toda España.

Otro impacto muy llamativo serían los cambios en la estructura productiva. Es decir, la fisionomía del entorno o la terciarización que también se llama: esa desaparición de comercio de bienes básicos a precios populares, al sustituirse por otro tipo de comercio mucho más orientado al nuevo cliente, que es el turista. O los que ya existen aumentan los precios de sus productos. Es decir, se adapta la oferta a la nueva clientela y estos comercios también sufren los aumentos de alquileres. Por eso digo que está todo relacionado.

Luego hay otra serie de consecuencias. La pérdida de espacio público. La ampliación de veladores y terrazas supone una privatización de facto del espacio público. El espacio público pasa de ser un lugar de convivencia a alquilarse a terrazas y bares. Además, eso, en los lugares donde han proliferado los veladores han ido desapareciendo últimamente bancos para sentarse y en consecuencia otras formas de sociabilidad que no tengan que pasar necesariamente por el consumo. En el caso de Sevilla en concreto, se ampliaron las licencias de veladores para intentar ayudar a los hosteleros durante la pandemia y a día de hoy todavía seguimos con las mismas medidas. No se han revertido. Ya en su momento lanzamos la voz de alarma, porque sabíamos que esto iba a ocurrir. Una vez que amplías, es muy difícil volver a las licencias anteriores, a las áreas que antes ocupaban. Y hay además un asunto que tiene que ver con la salud pública, el ruido, la suciedad, el ocio nocturno, las fiestas en los apartamentos turísticos...

En general, hablaríamos de una pérdida de espacios de socialización. Otros aspectos interesantes a seguir estudiando en otras investigaciones, serían el del control, la monitorización del espacio público. Es decir, el turismo necesita un espacio neutro, sin conflictos, un espacio donde no haya presencias no deseadas, consumos no deseados. Y eso se traduce en mayor presencia policial, en el hostigamiento a personas sin hogar. En Sevilla, por ejemplo, está el caso del mercadillo del Jueves, que el Ayuntamiento decidió restringirlo, ordenando y criminalizando a una parte de los vendedores, porque supuestamente no estaban regularizados. Es una forma de restar vivacidad y capacidad de autogestión a un mercadillo que tiene siglos. Esto tiene un impacto poliédrico, que no solo afecta a personas de clase media y baja, sino a todas las capas de la sociedad.

¿Es posible una convivencia entre alquileres razonables y turismo?

Eso es uno de los grandes problemas. Las viviendas turísticas afectan principalmente al mercado del alquiler. Se produce un fenómeno que se llama desahucio invisible. Así cómo conocemos los desahucios mediáticos, que gracias a la PAH trascendieron, en los desahucios de los alquileres sucede que los inquilinos se sienten tan desamparados que acaba su contrato, este no se renueva, o se produce una subida inasumible y no se contabiliza. Es muy difícil contabilizar eso en las estadísticas como desahucio, pero en realidad es un desahucio, lo que pasa es que no los conocemos. Esas personas cogen su maleta y se van. Ese es un problema que hemos encontrado en el libro, en la investigación: la ausencia de estadísticas públicas que realmente se interesen por esto.

Para plantear políticas públicas hay primero que tener los datos y después analizarlos. Un problema grave que tenemos aquí es esa falta de interés por parte de las administraciones para promover estadísticas públicas y una recogida de datos que sean completos, que tengan en cuenta todas las dimensiones del hábitat. Para que luego podamos evaluar y saber hasta qué punto este impacto se puede revertir.

El asunto de la riqueza que deja el turismo también es un asunto complejo. ¿Realmente deja ese dinero en las ciudades que dicen las instituciones que aporta o se va a otros lados?

Este es el gran debate. Esto tiene que ver con la economía política de Andalucía. ¿Por qué tipo de economía apostamos? No existen informes de cómo el turismo contribuye a repartir la riqueza que genera, pero sí tenemos indicadores de organismos internacionales, como puede ser la Organización Internacional del Trabajo, que nos dice que el turismo es uno de los sectores económicos donde más se vulneran los derechos laborales. Tenemos también los casos conocidos, gracias al trabajo incansable de las Kellys, que denuncian cómo alguna de las empresas hoteleras pagan salarios de menos de 3 euros la hora y que está extendido trabajar ocho horas y estar dada de alta dos.

Me gustaría conocer estos datos, saber cómo se redistribuye esa riqueza, saber en qué bolsillo acaba esa riqueza. Continuamente estamos viendo informes tanto de la Junta como de las administraciones locales de la cantidad de millones, de dinero que deja el turismo, la cantidad de millones de visitantes en cada una de las ciudades y después también tenemos datos sobre los millones de euros que la Junta de Andalucía destina al turismo. Entonces sería interesante ver cómo luego eso se recupera, si es que se recupera, porque son millones y millones de euros de las arcas públicas que se destinan a promocionar turísticamente, al marketing, a campañas de promoción, a ayudas a empresas.

Después, hay un tema, un impacto, un empobrecimiento, podríamos decirlo así, que el turismo nos deja que tiene que ver con el medio ambiente. Es decir, si el turismo crea riqueza a costa de perder todos los valores ambientales, de contaminar nuestras aguas, como contaminan por ejemplo los cruceros, una de los actividades turísticas más contaminantes y a la que todavía no se ha puesto ningún tipo de límite, o como contribuye en general la industria de la aviación o los campos de golf, pues había también que incluir en esa ecuación los costes ambientales del turismo.

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