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Pacto nuclear Estados Unidos e Irán ya se comunican indirectamente

Es una buena noticia que EEUU haya confirmado que la administración de Joe Biden ha abierto vías de comunicación con Teherán, pero para restablecer el pacto nuclear de 2015 es preciso que las dos partes se bajen del árbol al que se han subido. Con las inciertas elecciones presidenciales iraníes a la vuelta de la esquina, las conversaciones deben avanzar rápidamente ahora que los interlocutores están bien predispuestos.

El presidente de EEUU, Joe Biden
El presidente de EEUU, Joe Biden. Kevin Lamarque / Reuters

En los últimos meses, y en concreto en las últimas semanas, se están observando movimientos interesantes en relación con Irán. Estos días el portal Felicity Bradstock of Oilprice ha revelado una noticia que sin duda tendrá notables repercusiones económicas para la población iraní, así como repercusiones políticas para el conjunto de Oriente Próximo.

Mientras durante el año pasado China importó 300.000 barriles diarios de crudo iraní, a partir de esta primavera va a importar 856.000, una cantidad considerable que va a aliviar la economía de ese país duramente castigado por la administración Trump bajo la guía del primer ministro israelí Benjamín Netanyahu.

La noticia se ha conocido pocas horas después de que Washington confirmara que ha establecido contactos indirectos con las autoridades de Teherán a través de mediadores europeos y de otros países, un dato relevante que seguramente Pequín ha tenido en cuenta para incrementar las importaciones de petróleo iraní, ya que lo más probable es que los chinos no se estén arriesgando a sufrir sanciones por ese comercio.

El presidente Joe Biden y su secretario de Estado Antony Blinken han insistido en que Teherán debe mover ficha antes del levantamiento de las sanciones, pero los iraníes responden que ellos cumplieron puntualmente todas las cláusulas del acuerdo nuclear de Barack Obama de 2015 hasta que Donald Trump lo dio por muerto en 2018, de manera que es necesario que primero los Estados Unidos levanten las sanciones.

Aunque durante la campaña, Biden prometió que si ganaba las elecciones EEUU enseguida volvería al acuerdo de 2015, esta promesa se ha ido demorando y dos meses después de su entrada en la Casa Blanca, mantiene una ambigua política que puede volverse en su contra a causa de las elecciones presidenciales iraníes convocadas para junio.

Si Biden no restaura pronto el acuerdo, se arriesga a que la situación política en Irán se complique y se cierren las ventanas todavía abiertas para corregir los desmanes de Trump. La semana pasada Teherán restringió el acceso a sus plantas nucleares de la Agencia Internacional para la Energía Atómica, mientras que los americanos bombardearon posiciones proiraníes en Siria, dos señales de que la vuelta a las negociaciones no será fácil.

En estos momentos las condiciones políticas predominantes en Irán todavía son favorables a un acuerdo con Biden, y la realización del acuerdo es posible puesto que las dos partes tienen interés en ello, pero cualquier demora podría entorpecerlo, de ahí que si Washington no obra con resolución en las próximas semanas, el castillo de naipes correrá el riesgo de desmoronarse.

En el panorama actual, el principal obstáculo es quién da el primer paso, algo que sería posible resolver por medio de los mediadores, incluido Qatar, de manera que no diera la impresión de que ninguna de las dos partes ha cedido primero, dado que este punto es una cuestión de honor para EEUU e Irán.

Pero si las cosas se demoran demasiado, el 18 de junio, cuando se elegirá a otro presidente, ya que Hassan Rouhani termina su segundo y último mandato, el proceso de negociación podría acabarse en función de cuáles sean los intereses del nuevo presidente, sobre todo si se produce un cambio de actitud del guía supremo Ali Khamenei, algo que no debe descartarse.

Es difícil pronosticar el resultado de las elecciones iraníes. La misma victoria de Rouhani en 2013 fue imprevisible hasta prácticamente el final, y todavía no se sabe qué candidatos concurrirán en junio o si vencerá algún candidato conservador de los que no tienen el menor interés en negociar con EEUU por la sencilla razón de que no se fían de los mandatarios americanos.

Si no se restablece el acuerdo de 2015 en cuestión de semanas, es muy posible que los candidatos más intransigentes ganen volada y tengan más oportunidades de victoria que los moderados, puesto que la falta de acuerdo sin duda jugará a favor de los radicales, una circunstancia que con toda seguridad no ignora Washington.

También debe considerarse que quien tiene la última palabra en todo lo tocante a la negociación es el guía supremo Khamenei, es decir que Khamenei puede obligar a un presidente radical a negociar, pero está claro que en una situación como esa habría menos posibilidades de alcanzar un acuerdo que con el todavía presidente Rouhani. Además, Biden tendría más dificultades para explicar en EEUU cualquier clase de compromiso con un radical.

Si Biden insiste en ampliar los temas de negociación como ha sugerido Blinken, las dificultades crecerán. Teherán ha recalcado una y otra vez que el acuerdo ya fue negociado y cerrado con Obama, de manera que lo que hay que hacer es cumplir lo que se firmó. Los iraníes temen que, si se amplía el pacto, las negociaciones se eternizarán y las posibilidades de llegar a buen puerto disminuirán.

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