Este artículo se publicó hace 2 años.
Paqui Maqueda, tras la exhumación de Queipo: "Algo se me rompió y me salieron a gritos los nombres de mis familiares"
La activista por la memoria, cuya familia fue represaliada de múltiples maneras acudió de madrugada a la basílica de la Macarena: "Esta historia la cierran las víctimas. No podían ser de ellos anoche los protagonistas. Era necesario pedir honor y gloria p
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"Hace mucho tiempo que no estaba tan contenta. He dormido poco, pero he dormido tan a gusto", dice Paqui Maqueda, con la voz rota de satisfacción. Maqueda lleva lustros reivindicando la memoria y la dignidad de las víctimas del franquismo y, entre numerosos otros actos de activismo con una causa que le toca lo hondo, ha publicado el libro En la silla del criminal, diario de una andaluza en Argentina, con prólogo de Isaac Rosa, en el que relata su viaje a Buenos Aires para pedir justicia en la causa que allí se abrió, la llamada querella argentina.
Maqueda, en cuanto se enteró de que la exhumación del golpista estaba en marcha, salió de casa y se plantó a las puertas de la hermandad de la Macarena, de donde, empujados por la nueva Ley de Memoria y la voluntad inequívoca del Gobierno de España de acabar cuanto antes con la impunidad, salieron de madrugada, con nocturnidad y alevosía, los restos fúnebres del golpista instigador de miles de asesinatos Gonzalo Queipo de Llano.
Así cuenta lo que vivió anoche. "Allí estuve. Lo de anoche fue un momento muy emotivo y muy duro porque allí estaban varios familiares de Queipo, muy dignos ellos y ellas, cuando salió la furgoneta empezaron a aplaudir. Se oyeron gritos de viva Queipo, viva Franco y yo noté que algo se me rompió dentro. Y me surgieron los gritos, los nombres de ms familiares, mi bisabuelo, mis tres tíos abuelos, mi abuela".
"Me salió. Esta historia la cierran las víctimas. No podían ser de ellos anoche los protagonistas. Era necesario pedir honor y gloria para las víctimas del franquismo. Hay miles a un kilómetro de allí (en la fosa de Pico Reja, que se está exhumando ahora), están las balas de la muralla, apenas a 200 metros. Hay que acabar con la impunidad y los privilegios. A Queipo se le quitó la medalla, el honor de ser hijo adoptivo de Sevilla: se va acabando la impunidad en este país. Hoy siento un orgullo inmenso pertenecer al movimiento memorialista de Sevilla: mucho orgullo".
Represión
El nombre de los familiares que gritó Maqueda, en defensa de su memoria frente a la de los familiares de Queipo, fueron los de su bisabuelo: Juan Rodríguez Tirado, El Cubero, asesinado en agosto del 36 en Carmona, que hoy sigue desaparecido. Este Tenía tres hijos: Enrique, que fue preso esclavo; Pascual, que fue asesinado al terminar la guerra en el 39, y José, que estuvo preso en las cárceles franquistas, según cuenta Maqueda. "Luego, estaba mi abuela, que se llamaba la Frasca y yo llevo su nombre", dice Maqueda.
La represión a su familia no terminó ahí. "Nos quitaron la casa de Carmona, la casa familiar y le robaron a mi madre un niño en un hospital público, el virgen del Rocío", asegura Maqueda. Ella es miembro también de la Plataforma Gambogaz, que apuesta porque el patrimonio del que se apropió Queipo, se revierta a la propiedad pública. Entre lo expoliado destaca el cortijo Gambogaz, a las afueras de Sevilla, que Maqueda y el movimiento memorialista quieren convertir en un museo.
"Lo de ayer fue un gran paso. En la Sevilla mariana es algo histórico". Con esta frase resume Maqueda todas las dificultades, sinsabores y tropiezos que se han tenido que superar para lograr lo que anoche se consiguió, tres leyes de memoria histórica (las dos del Estado y la andaluza) después.
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