Este artículo se publicó hace 2 años.
Sánchez acumula una semana de silencio en plena crisis por el 'caso Pegasus'
El presidente del Gobierno ha tenido una agenda prácticamente despejada desde su asistencia el pasado jueves al Congreso de los Diputados. La ministra portavoz, Isabel Rodríguez, y el ministro de Presidencia, Félix Bolaños, han sido los encargados de exponer públicamente la visión de Moncloa sobre el espionaje.
Madrid-
"Eso por supuesto". Estas fueron las últimas palabras del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, relacionadas con el 'caso Pegasus'. Fueron el pasado jueves para respaldar expresamente a la ministra de Defensa, Margarita Robles, puesta en el punto de mira de varios grupos parlamentarios aliados del Ejecutivo. Fue una afirmación breve y en el último momento, en unas declaraciones a los medios de comunicación en el patio del Congreso tras la aprobación, no sin suspense del decreto anticrisis. Hasta este jueves por la noche, el líder del Ejecutivo ha guardado silencio sobre este asunto en plena crisis por un espionaje que ha revuelto el panorama político tanto dentro de Moncloa como con los socios parlamentarios habituales.
Sánchez, de hecho, anuló su viaje a Moldavia y Polonia, agendado días antes para los pasados jueves y viernes. El presidente despejó su agenda del viernes 29 de abril. No realizó ningún acto. Tampoco el sábado 30 ni el domingo 1 de mayo, según las previsiones oficiales de Moncloa. Ni el lunes 2 de mayo, día festivo en Madrid. A las 7.00 de ese lunes, la Secretaría de Estado de Comunicación enviaba a los medios una convocatoria urgente de rueda de prensa, que empezaría a las 9.30 con la presencia de la ministra portavoz, Isabel Rodríguez, y el ministro de Presidencia, Félix Bolaños.
La urgencia de la convocatoria no prevista y la presencia de Rodríguez y Bolaños presagiaban que lo que se iba a contar era algo relevante. Y lo fue. El Gobierno anunciaba que los teléfonos móviles de Sánchez y Robles habían sido espiados con el sistema Pegasus. El caso de espionaje, que hasta esos momentos afectaba solo a los dirigentes independentistas, cobraba una nueva dimensión. "Estamos ante intervenciones ilícitas y externas", afirmó Bolaños en rueda de prensa.
Desde ese momento, poco a poco se fueron conociendo más detalles, como el volumen de datos que había sido sustraído al presidente o las fechas concretas en las se le robaron los datos. El 19 de mayo de 2021 se le extrajeron a Sánchez un total de 2,6 gigas de archivos. El 31 de mayo del mismo año fueron 130 megas de información. Aquellas fechas coincidieron con los momentos de máxima tensión con Marruecos tras una crisis migratoria sin precedentes con punto clave en Ceuta.
La liberación de la agenda de Sánchez durante tantos días tuvo que ver con el hecho de que su dispositivo móvil estaba siendo analizado por el Centro Criptológico Nacional, unidad dependiente del CNI. Para ese proceso, según apuntan desde Moncloa, se necesitan al menos un par de días.
Ya el martes Sánchez presidió, como es habitual, el Consejo de Ministros. Durante la rueda de prensa, el espionaje al presidente y la ministra monopolizó absolutamente las preguntas de los medios. En esta ocasión, Rodríguez no estuvo acompañada de Bolaños. Uno de los titulares de aquel día fue que Moncloa no descartaba la dimisión de la directora del Centro Nacional de Inteligencia (CNI), Paz Esteban.
La máxima responsable de los servicios de inteligencia sí fue defendida más directamente al día siguiente por Robles en una esperada comparecencia en el Congreso. "Está aguantando estoicamente", manifestó la ministra. El miércoles, la agenda de Sánchez se limitó a un almuerzo con responsables del Instituto Hermes en el Complejo de la Moncloa. Un acto institucional sin cobertura mediática.
Mientras tanto, aunque ya se vislumbraban diferentes estrategias la semana anterior, afloraba una disputa entre Robles y Bolaños por las competencias sobre la seguridad de los móviles. Una tensión que se había iniciado en el tablero mediático con filtraciones de parte que fueron contestadas por Moncloa. El propio Bolaños trató de minimizar la polémica con unas declaraciones públicas en las que confirmó que había hablado con Robles, a la que mostraba su apoyo y solidaridad.
Por su parte, Sánchez viajaba a Sagunto (València) para un acto empresarial completamente alejado de la polémica del espionaje. Allí intervino públicamente para clausurar el acto de presentación del proyecto de la gigafactoría de baterías que el Grupo Volkswagen instalará en dicha localidad. Su discurso fue puramente económico y centrado en la materia que le ocupaba. No hubo declaraciones a los medios posteriores.
Viaje a Catalunya
Las coincidencias de las agendas institucionales hacen que este viernes Sánchez viaje precisamente a Barcelona. Lo hace para participar en un acto del Circle d'Economía de la ciudad catalana. En él se hará entrega del II Premio Cercle d'Economia a la Construcción Europea a Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea. Allí coincidirá físicamente con el president de la Generalitat de Catalunya, Pere Aragonès. El dirigente catalán fue precisamente señalado por el CNI como una de las personas investigadas con orden judicial.
Desde el Govern y ERC han presionado a Moncloa para forzar un encuentro. Algo de lo que son conscientes en el Gobierno de Sánchez, según las fuentes consultadas por Público. Pero al menos hasta bien entrada la tarde de este jueves no hay previsto encuentro directo entre ambos mandatarios. El enfado en Catalunya se dejó patente en un comunicado hecho público con la firma de Aragonès en el que considera que lo conocido en el Congreso "aumenta la gravedad" del caso y pide que se desclasifique la autorización judicial sobre el espionaje para poder ejercer su derecho a la defensa. Moncloa, por su parte, niega tener conocimiento sobre ese proceso.
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