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Las perogrulladas de Rajoy: de "en Málaga hay malagueños" a "el voto al PP sirve para que gobierne el PP"

Cospedal tira de demagogia en el mitin de Torrijos para allanar el terreno al líder del PP, quien ha pedido al electorado conservador que haga piña y no divida el voto moderado

Mariano Rajoy, junto a la secretaria del PP, María Dolores de Cospedal, en Torrijos. / ISMAEL HERRERO (EFE)

MADRID.- Los teloneros simplones cumplen una misión estratégica: allanar el terreno a la estrella del show, de modo que ésta, aunque sea por comparación, se crece en el escenario. Mariano Rajoy tenía un bolo esta tarde en Torrijos, provincia de Toledo, por lo que la encargada de romper el hielo caía de cajón. Era obvio que el plato principal era el candidato del PP, pero nadie podría esperar que los entremeses tuviesen más de pieza cómica que de chicha, aunque fuese una pobre loncha de mortadela acompañada de un par de aceitunas.

María Dolores de Cospedal fue rebajando tanto el nivel de su discurso que, en vez de platicar en el estrado del salón de actos del Palacio de Pedro I, parecía que lo hacía desde las mazmorras. Lo peor no fue la demagogia que desprendían sus palabras, sino que éstas parecían escritas por un párvulo que no atina una sola línea de la cartilla de Rubio. El respetable torrijeño, que llenó el auditorio, se merecía algo más, pese a no haber pagado por el espectáculo.

Un puñado de ejemplos: “Un señor de la nueva política agredió físicamente a José Antonio [portavoz del PP en el Ayuntamiento]. Los que no tienen argumentos necesitan pegar”; “quieren asaltar el cielo, pero lo único que asaltan es el futuro de la gente”; “cada vez que gobierna el PSOE deja la caja de las pensiones al borde la quiebra”; “estos que ahora dicen que son del cambio nos dejaron el país en bancarrota. Aquí había deudas por doquier y no se pagaba a nadie”, etc.

Cospedal también esbozó algunas de las propuestas del PP, como la defensa del estado del bienestar. La expresidenta castellano-manchega se imaginó anciana y le entró canguelo cuando se imaginó un Gobierno con un timonel sin el carné de su partido. “Llegará el día en que necesitemos cobrar una pensión, y el único que las garantizará es el PP”, profetizó la secretaria general del Partido Popular, aunque a este paso cambiarán Popular por Socialdemócrata y se quedarán tan anchos.

“Hoy cada voto cuenta y no nos podemos equivocar, eh. No es tiempo de experimentos”, advirtió Cospedal, que sólo gobernó una legislatura pese a ser la más votada en las pasadas elecciones autonómicas, pues los votos de Podemos lograron aupar a la Junta al socialista Emiliano García-Page. Como viene haciendo el PP desde el inicio de la campaña, este pacto le sirvió a la presidenta regional del PP para avisar a los electores de que votar a Ciudadanos es hacerlo al PSOE o, en el peor de los casos, a Podemos.

Cospedal también dejó claro, al igual que ha hecho su líder durante estos días, que la Moncloa debería estar habitada por el candidato que recabe más papeletas el 26-J. “Es la primera vez en la democracia española que los que pierden las elecciones no dejan gobernar al más votado”, se quejó la expresidenta castellano-manchega, que llegó a tirar de Zapatero (“que nunca tuvo mayoría absoluta”) para recordar que en este país “nunca se dudó de que el que tenía más votos debía gobernar”.

Pronto llegó el turno del presidente del Gobierno en funciones, al que no le hizo falta atril para sujetar su repertorio, pues se lo sabe al dedillo. Si las elecciones generales fuesen una oposición, el registrador Rajoy se las llevaría de calle: “La división del voto moderado beneficia a Podemos”; Ciudadanos usa su renta electoral para pactar con Sánchez y, por culpa de las papeletas perdidas, al final se terminan desvaneciendo la Diputación de Toledo y la Junta; quien quiera trabajar debería poder hacerlo; y el PP defiende los pilares del estado de bienestar, que de tanto mentarlos el líder popular terminará socavándolos.

“El voto al PP sirve para que el PP gobierne en España”, iluminó Rajoy al público, si bien la perogrullada no pasó del nivel uno. Ayer, durante el mitin central de campaña, llegó a decir algo así como “En Málaga hay malagueños, y también boquerones”, gentilicio de andar por casa que reciben los malacitanos. Pues eso, que el voto al PP sirve para que el PP gobierne en España y “el voto a las demás fuerzas políticas no sabemos para qué sirve”, aunque habría que preguntarles a Sánchez, Iglesias y Rivera, a los que no hizo referencia explícita.

En resumen, “no hay que dividir el voto moderado” porque “la unión hace la fuerza”, concluyó Rajoy, quien no concedió ni un bis cuando los torrijeños comenzaban a animarse. “Ni somos una pandilla de aficionados, ni dos o tres que han montado un partido en media hora, ni el producto de una tertulia de televisión ni de una operación de marketing”. El candidato popular se retiró entonces y no volvió a salir del camerino. Claro que el público tampoco pidió otra, otra, otra.

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