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El PP juega al escondite

Responsables del partido piden que se recupere el área de Comunicación en la dirección nacional. Cospedal busca un golpe de efecto en su conferencia de hoy para demostrar la unidad de partido y Gobierno frente a Bárcenas. Ra

ANA PARDO DE VERA

El presidente del Gobierno acude esta mañana al madrileño hotel Ritz para presentar a la secretaria general del PP, que dará una conferencia y, posteriormente, responderá a algunas de las preguntas de la prensa, a través del moderador de Nueva Economía Fórum, que organiza el debate. El desayuno-coloquio ha levantado gran expectación, primero, por el espaldarazo que la introducción de Mariano Rajoy supone para María Dolores de Cospedal, en un momento en que su autoridad se está viendo seriamente cuestionada dentro del partido por su gestión del caso Bárcenas. Segundo, porque el hecho de que la número dos del PP vaya a contestar a las preguntas de los periodistas -que se centrarán en el extesorero- empieza a suponer ya una novedad tras dos semanas sin hacerlo en rueda de prensa ni ella ni nadie de la cúpula del PP. Por el propio formato del desayuno, en donde el coloquio es entre los asistentes y el conferenciante, no se espera que Rajoy -que lleva un mes sin dar una rueda de prensa-, admita pregunta alguna, aunque a finales de semana sí tendrá que responder a los periodistas en Bruselas, tras el Consejo Europeo. 

Gobierno y PP van a realizar un auténtico despliegue de máximos responsables en el hotel Ritz, con la asistencia prevista de la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría; cuatro ministros (Alberto Ruiz-Gallardón, Justicia; Jorge Fernández, Interior; José Manuel Soria, Industria, y Fátima Báñez, Empleo, sin descartar alguna presencia institucional más), y la cúpula del PP. El mensaje que quieren transmitir los conservadores va más allá del respaldo cerrado a la secretaria general del partido, según señalan varias fuentes de la calle Génova: se trata de transmitir una imagen contundente de unidad partido-Gobierno en los momentos más críticos de la formación y con la sombra de la corrupción y la financiación ilegal planeando sobre la sede nacional y, de momento, dos sedes autonómicas (Galicia y Comunitat Valenciana)

El descontento que se filtra de dentro hacia fuera del PP, sin embargo, necesita de algo más que una potente imagen para apaciguar los ánimos de las filas conservadoras, que se debaten entre el estupor, el temor al qué falta por salir y el descontento por cómo se está gestionando el pulso que el ex tesorero nacional está echando al partido, sin una estrategia de comunicación clara, más que la de cancelar ruedas de prensa, demandar a medios de comunicación, hacer oídos sordos desde el Gobierno, dar explicaciones vía pantallazo y negar actuaciones que inmediatamente pasan a ser confirmadas en los medios. Mientras tanto, los dirigentes conservadores de toda España reciben argumentarios de la calle Génova totalmente alejados de la actualidad, centrados en las reformas socio-económicas del Gobierno y sin ninguna mención a los asuntos por los que realmente preguntan los periodistas. Ningún tipo de ayuda para enfrentarse a preguntas muy comprometedoras. 'Como si Bárcenas o la Gürtel no existieran', ilustra un dirigente autonómico.

En medio de este desconcierto, suman ya un número considerable las voces que en la calle Génova piden un responsable de Comunicación que se dedique únicamente a esta tarea, tan importante en este momento, en particular, por el caso Bárcenas y, en general, porque el partido necesita rehacer su relato, en sintonía con unos ciudadanos cada vez más enfadados y alejados de los políticos. El PP siempre ha tenido dirigentes específicos para esta tarea, como Esteban González-Pons (vicesecretario general de Comunicación), Rafael Hernando (coordinador de Comunicación) o Gabriel Elorriaga (secretario ejecutivo de Comunicación) En el último Congreso del PP (el 17º, celebrado en febrero de 2012), Cospedal eliminó este área y asumió ella las funciones de portavoz y las riendas de la Comunicación del partido, con un colaborador, Carlos Floriano, cuyo trabajo en este aspecto se limita a sustituir a la número dos del partido en alguna rueda de prensa. El de febrero de 2012 era un momento de euforia en el PP, que hacía apenas tres meses que había conseguido la mayoría absoluta en las generales del año anterior, por lo que nadie pareció percatarse de la necesidad de la figura del responsable político de Comunicación. Tampoco de que la propia forma de trabajar de la secretaria general, deficitaria en la conformación de equipos sólidos y reacia a informar sobre sus planes y trabajo, iba a convertir la comunicación en una laguna que hoy lo condiciona todo, incluida la gestión del Gobierno, que se siente incapaz de explicar sus reformas y los que considera los primeros datos positivos de la evolución de la crisis.

Ante las noticias que llegan de la calle Génova y los juzgados, la vicepresidenta, ministra de la Presidencia y portavoz del Gobierno -responsable máxima, por tanto, de la comunicación del Ejecutivo- ha optado por blindarse herméticamente contra todo lo que llega a La Moncloa relativo el partido, con una separación casi obsesiva del Rajoy-presidente del Gobierno y el Rajoy-presidente del PP. Sáenz de Santamaría trabaja con el jefe del Ejecutivo y de él es de quien da cuenta; de sus reformas y de la gestión del Consejo de Ministros, poco más. Ello ha convertido sus rueda de prensa de los viernes, tras la reunión del Consejo, en una comparecencia técnica, en donde las explicaciones políticas se reservan de forma muy puntual para la política en Catalunya y alguna que otra crítica al PSOE. Sobre el partido, las indemnizaciones 'en diferido' o la imagen en caída libre de los dos silenciosos rajois, nada de nada.

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