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El PSOE de Andalucía abre la era Juan Espadas

El alcalde de Sevilla tomará en semanas todo el poder en la mayor federación del PSOE

El candidato del PSOE-A a la presidencia de la Junta, Juan Espadas, en la rueda de prensa que ha ofrecido en la sede del partido con la secretaria general, Susana Díaz (no aparece en la imagen). E.P./Eduardo Briones
El candidato del PSOE-A a la presidencia de la Junta, Juan Espadas, en la rueda de prensa que ha ofrecido en la sede del partido con la secretaria general, Susana Díaz (no aparece en la imagen). E.P./Eduardo Briones. Eduardo Briones / EUROPA PRESS

Juan Espadas, aún alcalde de Sevilla, será en unas semanas el líder absoluto del PSOE de Andalucía: Candidato a la Junta de Andalucía y secretario general. En ese momento, tras un periodo de transición pacífico y pactado, sin humillaciones, con la expresidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, Espadas acumulará todo el poder en el partido que ha ganado todas las elecciones autonómicas desde 1982, menos una –las de 2012– y que ha gobernado la Comunidad de forma ininterrumpida durante 36 años hasta los comicios de diciembre de 2018, cuando Vox irrumpió por sorpresa con doce diputados y junto a los votos de PP y Ciudadanos, acabó con el último gabinete de Díaz.

Espadas tiene por delante una tarea muy complicada. Por un lado, en un contexto de descomposición de Ciudadanos y de recuperación del voto al PP, la fortaleza de la principal federación es un asunto estratégico de primer nivel para el presidente Pedro Sánchez.

Y, por otro, en el PSOE de Andalucía el objetivo es gobernar. Si no se gobierna, malo. Así, Espadas tiene como horizonte, como ya lo tuvo con Juan Ignacio Zoido en el Ayuntamiento de Sevilla, de ganar a un líder que tiene un estilo en las formas muy parecido.

El hoy presidente, Juanma Moreno (PP), está bien asentado en el cargo, según los sondeos, y aplica una estrategia discursiva y unos modos que le hacen aparecer ante buena parte de la opinión pública como un dirigente moderado, a pesar de que sus políticas y sus pactos con la ultraderecha han erosionado de manera profunda el avance del feminismo; de que la sanidad pública, presionada por la pandemia covid, ha proseguido y acentuado su deterioro, y de que su consejero de Educación, Javier Imbroda (Ciudadanos), ha legislado para favorecer a la escuela concertada –privada, sostenida con fondos públicos, fundamentalmente católica– y también a la Formación Profesional privada.

De momento, ambos, Espadas y Moreno ya se han sentado a hablar y el candidato a la presidencia de la Junta por el PSOE ha afirmado que quiere abrir una nueva etapa en su relación parlamentaria con el Gobierno andaluz para evitar que Vox haga y deshaga a su antojo. La Ley del Suelo va a ser una prueba de fuego en esta estrategia.

Esta norma fue tumbada por Vox hace unas semanas: al abstenerse, permitió que los votos de PSOE, entonces dirigido por Díaz, se uniesen a los de Unidas Podemos –que había presentado una enmienda a la totalidad– y Adelante Andalucía y superasen a los de PP y Cs. Sin la ultraderecha, hay una mayoría de izquierdas en el Parlamento.

"Vamos a sentarnos a ver qué podemos acordar y qué no", afirman fuentes socialistas, consultadas por Público, al respecto del ofrecimiento de Moreno de pactar la Ley del Suelo. Espadas fue consejero de Ordenación del Territorio de José Antonio Griñán y es una materia que le gusta y que domina.

La Ley, tal y como está hoy formulada, ha levantado inquietud en el ecologismo, que considera permite construir prácticamente cualquier cosa en el campo y abre la puerta a que los ayuntamientos legalicen las cientos de miles de viviendas irregulares que han proliferado en Andalucía.

Intocable hasta las autonómicas

Las encuestas dirán el efecto que ha generado el cambio en la dirección del PSOE, si le favorecen en Sevilla, y si mejoran las expectativas socialistas de cara a las próximas autonómicas. Desde luego, el pacto entre Díaz y Espadas, entre fuertes presiones de Ferraz para acelerar la marcha de la primera, implica que la nueva etapa arrancará con el partido unido.

Espadas ha despejado la ecuación entre renovación y unidad, los dos parámetros en los que el presidente Pedro Sánchez ha querido que se moviera el partido en Andalucía, con respeto a Díaz, incluyéndola, a pesar de todas las sugerencias que ha recibido, por vía directa e indirecta, para liquidarla sin compasión, como un valor en el PSOE.

En otoño, cuando Ferraz abra la etapa de los Congresos, previsiblemente, habrá vaivenes y lío y ruido orgánico en algunas provincias, pero es improbable que nadie, hasta las autonómicas, ponga en cuestión a Espadas, gane quien gane los procesos orgánicos que se deciden por primarias en cada lugar.

El 55% de los votos y el pacto con Díaz, que obtuvo el 38%, augura un periodo de cierta tranquilidad –eso sí, con los sobresaltos propios de un periodo congresual– hasta que la ciudadanía andaluza regrese a las urnas cuando diga Moreno. Entonces será el resultado de esos comicios el que decidirá el futuro de Espadas y el del PSOE andaluz. ¿Habrá una segunda oportunidad para los socialistas o la ciudadanía andaluza considerará que es preferible abrir un periodo de ocho años de apoyo a la derecha?

Los secretarios generales de las provincias de Almería, de Málaga y de Córdoba, en que ganó Díaz, se han puesto a disposición de Espadas. Cierto instinto de conservación ha emergido en el partido después del resultado de las primarias, y de algún modo, aun con unos días de retraso, el saber ganar de Espadas y el saber perder de Díaz abre una ventana que podría contribuir a frenar la espiral de autodestrucción y de riña fratricida que había tomado las casas del pueblo en los últimos años.

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