Este artículo se publicó hace 3 años.
El PSOE hace de la unidad virtud ante la necesidad de frenar un futuro Gobierno de derechas
Los socialistas lograron los objetivos de su 40º Congreso Federal: acabar con las divisiones internas, movilizar al partido y reforzar la figura de Pedro Sánchez.
València-
El PSOE hizo de la unidad virtud. El 40º Congreso fue de guante blanco. Ni una disonancia, ni una palabra más alta que la otra. Ni reproches, ni autocrítica. El PSOE quería y necesitaba un Congreso así tras más de trece años de enfrentamientos y disputas internas.
Pero, además, lo necesita porque los propios socialistas son conscientes de que no se pueden permitir errores. Van por detrás del PP en numerosas encuestas y, lo más preocupante, es que cada vez hay más sondeos que sitúan al partido conservador al filo de la mayoría absoluta con Vox. Un barón socialista, pensando también en su territorio y en que falta año y medio para las elecciones autonómicas, lo resumía así: "Tenemos que estar fuertes. No nos podemos despistar. Va a ser difícil no solo ganar, sino volver a gobernar".
Y el objetivo del Congreso no fue otro que poner las pilas al partido. El debate ideológico estaba orientado ahora que la socialdemocracia se ha vuelto a poner de moda. El debate de nombres estaba asumido: "Lo que diga Pedro".
Faltaba cerrar el debate de la unidad interna, rota desde el traumático Comité Federal del 1 de octubre de 2016. Por ello, se hicieron todos los esfuerzos posibles para cerrar las heridas, desde sentar juntos a Felipe González y José Luis Rodríguez Zapatero, hasta conseguir que Susana Díaz estuviera en el Congreso e hiciera declaraciones conciliadoras. "Aquí ya no hay ni sanchistas, ni susanistas. Todos somos socialistas", decía un futuro secretario general autonómico del partido.
Y es que el Congreso del PSOE fue un spa. Ni los más viejos del lugar recordaban un cónclave socialista así, donde además se tocó la fibra sensible de la militancia socialista al recordar a los importantes dirigentes fallecidos en los últimos años (Pedro Zerolo, Carme Chacón, Carmen Alborch, José Antonio Alonso, Manuel Marín, Txiqui Benegas) y, en especial, la figura del ex secretario general del PSOE Alfredo Péréz Rubalcaba.
Eso sí, todo estuvo centrado en la figura de Pedro Sánchez. El PSOE se ha convertido en un partido casi presidencialista, donde todo queda en manos de las decisiones que tome el secretario general. Además, el Congreso también quiso lanzar el mensaje de Sánchez como uno de los líderes de la socialdemocracia europea, una baza que con toda seguridad se potenciará y se jugará electoralmente.
El PSOE, nadie lo duda, sale más fuerte del Congreso y, sobre todo, más movilizado, algo que siempre necesita para conseguir buenos resultados electorales. La dinámica parece que seguirá en los congresos regionales, donde no se esperan tampoco grandes disputas internas, con alguna excepción puntual. El poder suele unir mucho a los partidos; pero el miedo a perderlo, también.
Reivindicación de la socialdemocracia
Este Congreso ha tenido pocas disputas ideológicas. Las más sonadas han tenido que ver con las diferencias en algunos aspectos feministas, como las habidas sobre la ley trans y el uso este mismo término, trans. Pero lo que el partido quería era sacar pecho de los valores de la socialdemocracia, como propia corriente ideológica. La mayoría de las personas que han tomado la palabra desde el escenario se han referido a esta familia política en un momento en el que, tras la pandemia, se ha revalorizado el valor de lo público y cuando, precisamente, diferentes opciones socialdemócratas están obteniendo el poder en diferentes lugares.
En su discurso final, una vez había sido reelegido secretario general el domingo, Sánchez recogía la petición que los líderes sindicales habían hecho la jornada anterior en el mismo escenario y se comprometió a derogar la reforma laboral del PP. Además, el presidente del Gobierno hizo suya la petición de sectores feministas del partido de llevar una iniciativa para abolir la prostitución, uno de los aspectos más aplaudidos del discurso del presidente del Gobierno.
Con este anuncio subrayaba el perfil feminista que quiere abanderar el PSOE en esta nueva etapa, junto al perfil ecologista. Las dos señas de identidad que quieren incorporar a su esencia como partido socialdemócrata. En un momento de emergencia climática, los dirigentes del PSOE quieren situar a este partido como el "partido verde de España". Y es que los socialistas salen del Congreso con una voluntad de transversalidad de cara a afrontar el nuevo ciclo electoral que se abrirá, salvo giro de guión inesperado, con las elecciones andaluzas, para seguir con autonómicas y municipales y terminar con las generales, previstas para final de 2023 o inicio del 2024.
Ausencia de Unidas Podemos
Ningún dirigente de relevancia estatal de Unidas Podemos ha participado en el cónclave socialista como invitado y los intervinientes en los diferentes actos del Congreso han mantenido cautela para no nombrar a sus socios en el Gobierno. No han mencionado la coalición gubernamental en el Estado ni en diferentes comunidades autónomas con las izquierdas y tan solo algunos barones se han referido a Yolanda Díaz, la vicepresidenta segunda del Gobierno y ministra de Trabajo, cuando han sido preguntados por ello.
Díaz, sin embargo, felicitaba a Sánchez al acabar el Congreso a través de las redes sociales. La política gallega escribía: "Fuerza y aciertos a la familia socialista en esta etapa. Avanzamos cuando las fuerzas progresistas colaboramos. El siguiente paso en nuestro camino compartido es una reforma del mercado de trabajo a la altura de nuestro país". También hacía lo propio la secretaria general y ministra de Agenda 2030, Ione Belarra. "El camino por recorrer para transformar nuestro país es largo y requiere de toda nuestra inteligencia y nuestra valentía. Os deseo todo el acierto. Seguimos". escribía la navarra en redes sociales.
En el PSOE, las relaciones con Unidas Podemos han mejorado desde que Díaz llegó a la vicepresidencia del Gobierno, pero a muchos socialistas todavía les cuesta asumir abiertamente a Unidas Podemos como aliado y socio de Gobierno. Sin embargo, cada vez cala más la idea de que necesitan que sus socios estén fuertes para mantenerse en el Gobierno ante la ofensiva de las derechas.
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