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Rajoy intenta 'cazar' indecisos por los pueblos, donde no llega Ciudadanos

El PP se vuelca para tratar de lograr el 30% de los votos (en torno a los 130 escaños), lo que es su suelo electoral y que, según sus dirigentes, les permitiría gobernar con relativa tranquilidad

El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, en su intervención en el acto previo de campaña en Málaga. REUTERS/Jon Nazca

MADRID.- Esta campaña sí es decisiva para movilizar el voto, admiten en todos los partidos, nuevos y menos nuevos. Por eso, el PP ha estudiado mucho su campaña, cuya estrategia ha diseñado meticulosamente el director de Gabinete de Mariano Rajoy, Jorge Moragas, y ha decidido, a grandes líneas, desechar los debates a cuatro -que incluyen a las dos formaciones emergentes, Podemos y Ciudadanos-; legitimar a Pedro Sánchez como adversario principal de los conservadores; volcarse en las grandes audiencias -mucho más populares- de programas de televisión o radio fuera del formato informativo ('En tu casa o en la mía', con Bertín Osborne; la franja deportiva de la COPE, o 'Qué tiempo tan feliz', con María Teresa Campos'), y apostar por mítines y actos de campaña en más zonas rurales que en otras ocasiones.

El Partido Popular entiende que es en estas poblaciones más pequeñas de España donde se concentra, por un lado, la población de mayor edad, que apuesta, en general, por las formaciones tradicionales (bipartidismo), pero sobre todo, por el PP. En este sentido, es Ciudadanos quien lleva las de perder, pues la formación de Albert Rivera tiene sus grandes bolsas de votantes en el sector urbano, particularmente, en Catalunya, donde el PP se hunde estrepitosamente, siempre según unos sondeos "muy volátiles", en opinión del partido de Xavier García Albiol.

La novedad para el PP en las elecciones generales del 20 de diciembre es que los indecisos (41,6% en total, según el CIS del jueves 3), en concreto, los que votan centro-derecha o centro a secas, no oscilan en esta ocasión entre PP y PSOE o la abstención, sino entre PP, Ciudadanos o la abstención, con un trasvase marginal a los socialistas y a ellos se dirige la campaña que comenzó esta medianoche, con la pegada de carteles de Mariano Rajoy en la sede nacional de la calle Génova.

Batacazo asumido

El PP, aunque no lo reconozca públicamente y aun consciente de que el batacazo en escaños y votos va a ser tremendo con respecto a la mayoría absoluta inédita de la que han gozado esta legislatura (186 escaños), se ha marcado un suelo que alcanza el 30% de los votos (en torno a los 130 escaños) y que, según sus dirigentes, les permitiría gobernar con relativa tranquilidad teniendo en cuenta la foto parlamentaria que viene con la incorporación de Podemos y Ciudadanos, entre otros aspectos. Las encuestas de las últimas semanas dan al partido de Rajoy entre el 26 y el 29,5% de los votos, en general (el CIS de ayer, el primero que incluye a Podemos y C´s, le otorga un 28,6%) por lo que la campaña, efectivamente, es crucial para el voto conservador.

El PP es consciente, por otro lado, de que, para gobernar con ese 30% de votos, en el mejor de los casos, necesitaría el apoyo de Rivera o de Pedro Sánchez. Con este último ya no se atreven a contar y con la formación naranja aspiran, como mucho, a un apoyo puntual de investidura que, además, podría traer la petición de que Rajoy abandone la candidatura a jefe del Ejecutivo. De momento, sin embargo, el PP se niega a contemplar esa hipótesis, aunque fuera de la cúpula conservadora se lanza ya el nombre de la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría o -con mucha menos fuerza ya por el protagonismo público alcanzado por la número dos del Gobierno estas últimas semanas- el de Alberto Núñez Feijóo, presidente de la Xunta de Galicia.

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