Este artículo se publicó hace 11 años.
La reina tampoco abdica
Sofía de Grecia retoma su papel activo de consorte en la peor crisis de la Corona y toma las riendas de la familia real para tratar de sellar su fractura.
De la operación de cadera del rey de abril de 2012, tras su caída cazando elefantes en Botsuana, a la última realizada el martes por el doctor Miguel Cabanela, ha transcurrido un año y medio con otras tres operaciones del monarca y una profunda crisis en el seno de la Familia Real, que, entre otras cosas, hubo de prescindir de la infanta Cristina e Iñaki Urdangarin en la agenda oficial por las dimensiones adquiridas de presunta corrupción en el caso Nóos.
La caída del rey en Botsuana, adonde viajó a espaldas de la sociedad española y con quien se descubrió que era su amante desde hacía años, la conseguidora alemana Corinna zu Sayn-Wittgenstein, partió en dos -y parecía que definitivamente- la estabilidad aparente del matrimonio Juan Carlos-Sofía (51 años casados).
Esta separación no disimulada ya (hace muchos años que los reyes sólo forman una pareja profesional) sumaba un agujero negro más por el que se escapaba el prestigio de la institución monárquica, siempre en los primeros puestos de valoración positiva por parte de la opinión pública española, hasta que la crisis económica y, sobre todo, el caso Nóos marcaron un punto de no retorno en la caída de la reputación de la Corona.
El gesto más elocuente de que la ruptura de Sofía y Juan Carlos era un hecho en todos los sentidos lo hizo la reina cuando operaron a su marido tras el fatídico resbalón en su campamento de Botsuana: tardó dos días en visitar a su marido y lo hizo durante poco más de 20 minutos. Era la primera vez, confirman en el entorno de la Zarzuela, que Sofía de Grecia se permitía un desaire al rey en medio siglo y, en consecuencia, a todo lo que representa, lo cual encendió todas las alarmas en la Casa Real, que no podía permitirse un escalón más en su ascendencia hacia el rechazo pleno de la sociedad española.
Viaje a GinebraLa reina, sin embargo y tras año y medio de vida independiente, con largas estancias en Londres -donde reside su hermana Irene y la familia de ésta- o vacaciones sin su marido en Palma de Mallorca, ha dado un giro a su estrategia estos días y ha decidido retomar las riendas de su 'trabajo' en primera línea y al lado de un rey vapuleado en las encuestas y en su salud. Fuentes muy informadas de la actividad real, sostienen que, tras enterarse de que la recuperación de Juan Carlos de Borbón se había frenado y éste debía ser operado de nuevo al infectarse el tejido que rodea a la prótesis de su cadera izquierda, la reina decidió volver al lado de su esposo y retomar su papel activo de consorte.
Sofía de Grecia desveló gráficamente sus intenciones el mismo día que se enteró del retroceso en la recuperación del rey: coincidiendo con la visita de los reyes de Holanda, Guillermo y Máxima la reina dio al rey un beso en la mejilla, gesto que no se contemplaba en público desde 2008. Otras fuentes subrayan el hecho de que la relación de 'íntima amistad' del rey y Zu Sayn-Wittgenstein se haya terminado -ella misma lo confirmó en una entrevista en Vanity Fair- para explicar la estrategia de la reina, pero en el entorno de la Familia Real lo descartan. "La reina es una profesional [una de las frases más manidas en todos los tiempos para calificar a la consorte] y ante una crisis de la Monarquía como la actual, es lógico que haya reaccionado, al margen de otras circunstancias que, en cualquier caso, llevan ahí 50 años", argumentan aludiendo gráficamente a la cacareada infidelidad del rey y el silencio de su esposa.
La reina quiere ahora lograr una imagen de unidad de la Familia Real por encima de todo. Al revés que en abril de 2012, ha sido la primera en ir a visitar al rey en esta última operación, no ha faltado un solo día, ha estado pendiente de la rehabilitación y el tratamiento del monarca y se ha encargado de supervisar que sus hijos también acudan a visitar a su padre, incluida la infanta Cristina, cuya imputación judicial no está todavía descartada.
Sofía de Grecia, de hecho, en su afán de erigirse como nexo familiar viajó ayer a Ginebra (Suiza), acompañada de su nieto Felipe Juan Froilán (hijo de la infanta Elena y Jaime de Marichalar), para celebrar el cumpleaños de su otro nieto, Juan Valentín, hijo de la infanta Cristina e Iñaki Urdangarin, que cumple 14 años. El viaje lo hizo público la Casa Real ayer a través de la agencia EFE, lo cual supone un gesto infrecuente en sí mismo, ya que, por ejemplo, cuando la reina viajó a Washington en 2011 para visitar a su hija, no se informó y la noticia se conoció a través de las imágenes publicadas en la revista '¡Hola!'. Además, estamos hablando de un viaje de la reina alejado de su actividad institucional del que no necesariamente debería informarse.
De momento, Sofía de Grecia, como su marido, es absolutamente contraria a la abdicación del rey, sostienen las fuentes consultadas; no porque no crea que el príncipe no está preparado -todo lo contrario-, sino porque es partidaria de no hacer mudanzas en época de tribulaciones y llegar, al menos, a cumplir los 40 años de reinado de Juan Carlos, que se alcanzan en 2015. Su intención, por tanto, pasa ahora por ponerse del lado de su marido y ayudarle a recomponer los pedazos de una institución -lo que de verdad le importa- cuestionada cada vez con más fuerza en el seno de la sociedad española.
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