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Remodelación del Gobierno Ferraz cede a Ximo Puig el control del PSPV cuando faltan cuatro meses para su congreso

Una de las consecuencias periféricas de la remodelación del Gobierno español es el giro en la correlación de fuerzas dentro de los socialistas valencianos.

Imaen de archivo del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, junto al presidente del País Valencià, Ximo Puig, durante un acto en Castelló. - EUROPA PRESS
Imagen de archivo del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, junto al presidente del País Valencià, Ximo Puig, durante un acto en Castelló. Carme Ripollés / Europa Press

La salida del valenciano José Luis Ábalos del Gobierno y –dos días después– de la Secretaría de Organización del PSOE, ha sido una sorpresa total. Ningún analista ni experto había predicho la marcha de quien fuera la mano derecha más fiel de Pedro Sánchez en los oscuros momentos, que fue expulsado de la Secretaría General del partido en una maniobra extremadamente turbia.

Por ahora no hay explicación oficial de la decisión, más allá de los agradecimientos de rigor y los habituales "motivos personales" esgrimidos por el ya exministro. Pero es evidente que hay un claro ganador en la maniobra y no se encuentra a Madrid. Ximo Puig no solo ve cómo su principal adversario por el control del Partido Socialista del País Valencià (PSPV) desaparece del mapa, sino que además pasa a tener un pie en el Consejo de Ministros, con el nombramiento de la alcaldesa de Gandía, Diana Morant, como ministra de Ciencia e Innovación.

Fuentes próximas al PSOE apuntan que, con este movimiento, Sánchez trataría de reconciliarse con el principal barón socialista, presidente de la autonomía más importante donde gobiernan y secretario general de la segunda federación del PSOE en número de afiliados. También destacan el apoyo entusiasta de Puig a los indultos y a la política federalizante de Sánchez, a diferencia otros dirigentes autonómicos.

Fuentes próximas al PSOE apuntan que Sánchez trataría de reconciliarse  con Ximo Puig

La defenestración del hasta ahora ministro de Transportes deja a Puig vía libre para el control total del partido en el congreso previsto para los próximos 12, 13 y 14 de noviembre. Aunque, ateniéndonos a la historia de batallas, traiciones y puñaladas, una de las principales señas de identidad del PSPV, el presidente haría bien de no vender la piel del oso hasta haberlo cazado.

Giro total del panorama

Hace solo unos días, las cábalas giraban alrededor de los posibles acuerdos y negociaciones entre el sector ximista y el abalista o, incluso, una posible guerra total en el congreso valenciano. Las fuerzas se encontraban relativamente igualadas, con el primero controlando el Gobierno autonómico, el partido en Alacant y València ciudad; mientras el segundo se agrupaba alrededor de las federaciones provinciales de València y Castelló, además de otros cargos importantes como la Delegación del Gobierno. Hace falta no olvidar que el último congreso del PSPV, en 2017, un Ximo Puig presidente de la Generalitat sudó para revalidarse como secretario general del partido, con un candidato alternativo –el alcalde de Burjassot, Rafa García– que conseguía más del 40% de los votos.

Ahora, en cambio, solo se discute la profundidad de la purga que sufrirá el partido, una vez descabezada la oposición a Puig. Las fuentes consultadas confían que el proceso pase más "por la integración que por la liquidación". En favor de esta opción juegan dos elementos principales: la más que probable rendición sin condiciones de los abalistas y el mismo carácter de Puig, quien ya ha hecho operaciones de reconciliación importantes en el pasado. Sin ir más lejos, el actual portavoz socialista en les Corts, Manolo Mata, se enfrentó al presidente en el congreso del 2012. Con todo, hay dos cargos que, según las fuentes consultadas, tendrían más números en las quinieles de recambios.

Las fuentes consultadas confían que el proceso pase más "por la integración que por la liquidación"

La primera es Mercedes Caballero, secretaria general del partido en la provincia de València, y que hasta ahora veía segura la revalidación del cargo como primera espada del poder de Ábalos en el seno del PSPV. La segunda, aunque no depende directamente del Consell ni del PSPV, es Gloria Calero, delegada del Gobierno en el País Valencià. Calero acumula críticas y peticiones de dimisión, tanto por parte de diferentes movimientos y colectivos sociales, como por los mismos socios de los socialistas en el gobierno. Las polémicas actuaciones policiales en las manifestaciones por la libertad de Pablo Hásel o las multas al movimiento feminista, así como una supuesta permisividad con la extrema derecha, han erosionado su imagen.

Aunque la principal losa en el expediente de Calero se llama Rafa Rubio. El exsubdelegat del Gobierno y mano derecha de Calero fue liberado este miércoles, después de pasar dos meses en la prisión de Picassent por su presunta implicación en una red de sobornos mientras era concejal en València, una trama revelada en la llamada Operación Azud de la Guardia Civil. Rubio era una pieza clave dentro de la familia abalista dentro del partido y su detención fue especialmente dolorosa para este sector. Que un presunto delincuente se encontrara al frente de la policía en el País Valencià tampoco era un plato fácil de digerir.

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