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Sánchez y Aragonès abanderan la distensión para el conflicto catalán y se marcan un horizonte de dos años  

Ambos ejecutivos coinciden en que las posiciones están alejadas y la solución es difícil, pero no esconden su satisfacción con reiniciar un diálogo y abrir una nueva etapa

Pedro Sánchez y Pere Aragonès se reúnen en Moncloa
Pedro Sánchez y Pere Aragonès se reúnen en Moncloa. Borja Puig de la Bellacasa (Moncloa)

Las posiciones de partida están muy alejadas y la empresa es difícil de conseguir. En esto coinciden Gobierno y Govern tras la reunión mantenida este martes por ambos presidentes, Pedro Sánchez y Pere Aragonès, en el Palacio de La Moncloa.

Durante cerca de dos horas y media, los dirigentes conversaron y apuntaron hacia dónde debe dirigirse la nueva etapa del conflicto político que mantienen Catalunya y el resto del Estado español. El horizonte temporal en el que la mesa de diálogo o de negociación debe materializar avances es de dos años. Se inicia una etapa de distensión que 'soto voce' es celebrada por ambos ejecutivos.

No obstante, ambas partes marcaron sus propósitos y líneas rojas. Aragonès no deja las bandera de la amnistía y de conseguir la independencia por la vía de un  referéndum. El Gobierno no contempla otro escenario que Catalunya se mantenga en España y no contempla más consulta que sobre un nuevo Estatut.

Amnistía, autodeterminación y otros asuntos importantes...

En la sede de la Delegación de la Generalitat en Madrid, en la céntrica calle de Alcalá, comparecía Aragonès poco despúes de las 20 horas de este martes para hacer constar "las posiciones alejadas y las diferencias evidentes sobre cómo solucionar el conflicto". Sin embargo, el president se congratulaba del reconocimiento por ambas partes de "la existencia del conflicto político" y la voluntad compartida de solucionarlo "a través del diálogo, la negociación, la voluntad de acuerdo que tendrá que contar con la validación de la ciudadanía de Catalunya a través del voto".

Estas son las motivaciones de la mesa que se reencontrará en la tercera semana de septiembre en Barcelona y para la cual los respectivos equipos trabajarán en las próximas semanas para acordar el método de trabajo y un orden del día. Para Aragonès, en ese encuentro hará falta encontrar una solución "para toda la represión, también para los exiliados y exiliadas, pendientes de juicio, la represión del Tribunal de Cuentas…". Esa solución no es más que "la amnistía". Amnistía y autodeterminación, ese ha sido el leitmotiv de ERC durante los últimos dos años, y sigue manteniéndolo.

Y es que los republicanos hicieron una autocrítica tras los momentos más duros del procés a través de la cual llegaron a la conclusión de que para materializar el anhelo de la independencia necesitaban sumar más gente a su causa. Y para ello, tal y como reflejaron Oriol Junqueras y Marta Rovira en el libro Tornarem  a vencer (i com ho farem), han que gobernar y desde el gobierno convencer a la ciudadanía mejorando las condiciones de vida de la gente.

Así, la relación entre Sánchez y Aragonès, entre Gobierno y Govern, no solo versará sobre cómo solventar el conflicto político territorial, sino también, a través de la Comisión Bilateral Estado-Generalitat, mejorar la coordinación en asuntos de la gestión del día a día, de competencias, de colaboración entre administraciones, inversiones, la gestión de los fondos europeos, el sistema de dependencia, cómo superar la pandemia… Una comisión que se celebrará en julio, en pocas semanas, lo cual permite intuir que hay algunos avances compartidos sobre la mesa no muy lejanos.

El fin de la represión es, sin embargo, el elemento en el que Aragonès más insiste. "Que no entre nadie más a la prisión, que los exiliados regresen con libertad, que acabe la represión, que el futuro lo decida Catalunya mediante el voto...", repite el president, quien ansía que el Gobierno español haga lo que está en su mano para "cumplir con el informe de la asamblea parlamentaria del Consejo de Europa".

Para tal efecto, los equipos de ambas partes decidirán, en las próximas semanas, la composición de las delegaciones que se reencontrarán en septiembre. "El Estado tendrá que hacer una propuesta de estado para Catalunya, hasta ahora no la ha hecho", pronunciaba, solemnemente, el president de la Generalitat, que calificaba el momento de excepcional: "La negociación más compleja del Govern de la Generalitat de Catalunya en toda su historia contemporánea. Catalunya quiere decidir su futuro, con una metodología acordada, un calendario detallado".

Abrir el diálogo y el regreso a la normalidad institucional

Algo más tarde de las 21 horas era el turno de Moncloa. En la sala de prensa comparecía la portavoz del Gobierno, María Jesús Montero, quien celebraba la vuelta a la normalidad institucional, tras años de desencuentros y de picos de alta tensión en las relaciones entre Madrid y Barcelona. Y es que en el Gobierno hay satisfacción por el encuentro y dicen que se han cumplido las expectativas más favorables. La primera, abrir el diálogo; la segunda, fijar un periodo de dos años para las negociaciones; y la tercera, abrir un nuevo clima de normalidad institucional, que el Ejecutivo valora mucho.

Insisten, tal y como hace Aragonès, en que saben que el camino no será fácil, pero ponen en valor haber roto la dinámica de la confrontación y dar paso a la política. En este sentido, fuentes consultadas por Público, apuntan que el recién elegido president de la Generalitat tiene otro talante, lo que resumen en una frase: "Aragonès, no es Torra".

La portavoz del Gobierno no quiso entrar en discrepancias con el president de Catalunya, en si se había hablado de eliminar las órdenes de extradición o el referéndum por la independencia. Se limitó a decir que esos son planteamientos que habría expuesto Aragonès, pero no habían sido objeto de debate con el presidente Sánchez.

Y es que Montero compareció para dar un mensaje positivo sobre el encuentro, centrado en reanudar los lazos afectivos con Catalunya, en buscar el entendimiento, pero dejando claro que el Ejecutivo no contempla la independencia. "España no tiene sentido sin Catalunya, ni Catalunya se entiende sin España", repitió en dos ocasiones.

Puesta esta línea roja, el Gobierno dice estar dispuesto a buscar soluciones sensatas y concretas para afrontar el llamado conflicto catalán, en la línea de competencias autonómicas, inversiones económicas… Para el Gobierno, lo más importante es que el clima se ha tranquilizado y ha ganado tiempo. Y como dijo Montero: "Demos tiempo al tiempo".

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