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Sánchez intentará conseguir un alto cargo en Bruselas para España

El ministro de Asuntos Exteriores, Josep Borrell, es el mejor colocado para ocupar el puesto de jefe de la diplomacia europea o de vicepresidente de Asuntos Económicos si España consigue una de esas carteras.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. EFE/Chema Moya

Ivo Alho Cabral

Los líderes de los 28 países de la UE se reúnen de nuevo esta noche en Bruselas para nominar a los altos cargos de la Unión, tras el intento fallido de hace diez días. España no tiene candidatos a los puestos de presidente de la Comisión o el Consejo Europeo, los más importantes, pero sí tiene un objetivo claro: que un español, posiblemente Josep Borrell, sea el jefe de la diplomacia europea o el vicepresidente de Asuntos Económicos de la Comisión Europea.

“Trabajaremos por tener una de las mejores carteras en la Comisión”, declaraba ayer por la mañana el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en la reunión del G-20 en Osaka (Japón), donde los líderes de las mayores economías europeas han coincidido en los dos últimos días.

Aunque tanto Sánchez como fuentes diplomáticas españolas no quieren desvelar todavía el nombre del próximo comisario español (hay uno por país miembro), la cartera que consiga el Gobierno esta noche dará muchas pistas. El actual ministro de Asuntos Exteriores, Josep Borrell, es el que más se deja querer y parece ser la elección obvia.

Tras renunciar al escaño que debería empezar a ocupar la semana que viene en la Eurocámara, Borrell recordó que su renuncia no significaba que dejara de optar a un puesto ejecutivo en Bruselas. Además, sugería que no deseaba continuar como ministro de Exteriores, al reconocer que no habría renunciado a su acta de eurodiputado “si las expectativas de una formación de un Gobierno a través de una investidura fueran más ciertas en el corto plazo”.

La cartera puede definir a su dueño

La cartera que consiga Sánchez para esta noche será determinante para la elección del comisario español. Borrell parece tener el perfil perfecto para ser el próximo Alto Representante de la Unión Europea, pero es un cargo que requiere de viajes constantes y la edad del actual ministro de Exteriores, 72 años, podría llevarle a preferir un puesto con menos carga de desplazamientos, como el de vicepresidente de Asuntos Económicos.

Sin embargo, España cuenta con una importante lista de nombres con capacidad y experiencia en Europa, que podrían eclipsar a Borrell. La ministra de Economía, Nadia Calviño, podría ser una candidata ideal si España consigue una vicepresidencia económica, ya que fue directora general de presupuestos de la Comisión Europea hasta el año pasado. Otros nombres con un fuerte perfil europeo son el de Luis Planas, actual ministro de Agricultura y ex embajador de España ante la UE, o el de Cristina Gallach, alta comisionada para la Agenda 2030 de la ONU en el Gobierno español y exfuncionaria de las instituciones comunitarias.

Nueve países ya han nombrado a sus comisarios para el nuevo equipo del Ejecutivo de la Unión. El hecho de que España, al igual que Francia y Alemania, aún no haya nominado al suyo, podría ser una señal de que la decisión aún no está tomada y de que el nombre dependerá del reparto que salga de la cumbre europea de esta noche.

Timmermans revive

La canciller alemana, Angela Merkel, abrió ayer la puerta a que el candidato socialista, Frans Timmermans, pueda ser una solución de consenso para presidir el Ejecutivo comunitario, tras varias semanas de reuniones sin acuerdo entre los Veintiocho.

En una conferencia de prensa durante el G-20 en Japón, la canciller defendió que se escogiera a uno de los cabezas de lista, que tanto Sánchez como el presidente francés, Emmanuel Macron, descartaron la semana pasada. “Cada vez está más claro que el proceso de los cabezas de lista juega un papel más importante de lo que algunos dijeron en la última cumbre europea [del 20 de junio]”, declaró.

Sánchez también revivía a Timmermans y renovaba sus esperanzas de que un candidato socialista termine con los 15 años en los que los conservadores han ostentado la presidencia del Ejecutivo. “Lo más importante para el gobierno de España es que haya un cambio político al frente de la Comisión Europea”, declaraba el presidente Sánchez en su comparecencia de ayer en Osaka.

Al término de la cumbre europea de la semana pasada, Sánchez había llegado a reconocer que podría tener que ceder la presidencia del Ejecutivo comunitario a un conservador, fracasando así en su intento de colocar a Timmermans: "La política es así y así hay que vivirla”.

Pero la insistencia de los principales grupos de la Eurocámara en que se respete el sistema de ‘spitzenkandidaten’, aunque no sea obligatorio según los tratados, ha vuelto a poner sobre la mesa los nombres de Manfred Weber, Timmermans y Margrethe Vestager. Los líderes temen que el Parlamento Europeo rechace la nominación del Consejo en la sesión plenaria del próximo miércoles en Estrasburgo, provocando así un bloqueo institucional.

Además, si los eurodiputados no ratifican por mayoría absoluta la nominación, querrá decir que el Parlamento será el primero en escoger presidente, condicionando los equilibrios de género, país de origen y familia política que deben guardar todos los puestos en discusión, y que incluyen a la presidencia de la Comisión Europea y de la Eurocámara, pero también del Consejo Europeo, del Banco Central Europeo y el jefe de la diplomacia comunitaria. De ahí las prisas por hacer una cumbre europea extraordinaria un domingo por la noche, y que podría acabar en desayuno, como reza la propia agenda de la reunión.

Dado que Weber no cuenta con la confianza de muchos de los líderes del Consejo por su falta de experiencia en el Ejecutivo, la solución al puzle podría ser Timmermans. Si hay consenso entre los líderes, el Partido Popular Europeo no se opondría: “Si hay un acuerdo que consideremos equilibrado y con una serie de garantías”, reconocía una fuente del partido a este diario. La elección del socialista podría compensarse con otros puestos clave para los conservadores, como el liderazgo del Consejo y el BCE.

España lo tiene todo de cara para sacar un buen resultado del juego de sillones, ya que se le han alineado muchas circunstancias favorables. Sánchez se ha convertido de facto en el líder de la socialdemocracia europea, segundo partido en la Eurocámara y el Consejo. Italia, por su parte, está sumida en una crisis institucional debido a las diferencias entre los presidentes Salvini y Di Maio, y Reino Unido está a punto de irse.

“La alianza franco-alemana está buscando nuevos socios para avanzar en una cooperación más fuerte en defensa, migración y el futuro del euro”, escribían Miguel Otero Iglesias e Ignacio Molina, investigadores del Real Instituto Elcano, en un reciente artículo en Politico. “Todas las señales apuntan a que España no solo influirá en la política del bloque, con nombramientos en puestos clave de la UE, sino que también diseñará el camino de las políticas”.

De la cumbre europea que comienza a las seis de la tarde depende que el Gobierno reafirme su influencia en las decisiones de Bruselas en los próximos cinco años. El objetivo de Sánchez: que Timmermans sea presidente de la Comisión, y que Borrell (u otro español) sea el próximo jefe de la diplomacia europea o vicepresidente de Asuntos Económicos. La batalla durará toda la noche.

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