Este artículo se publicó hace 4 años.
Sánchez y Torra ultiman su encuentro con el único objetivo viable de fijar fecha para la mesa de diálogo
El presidente del Gobierno será recibido en el Palau de la Generalitat con honores, pero con desconfianza política. Torra propondrá la figura de un mediador para el órgano de negociación, mientras ERC considera imprescindible la puesta en marcha de la mesa.
Barcelona-
Pedro Sánchez entrará a mediodía de este jueves en el Palau de la Generalitat, si no hay ninguna traba de última hora, para encontrarse con el President de la Generalitat, Quim Torra. No todos los inquilinos de la Moncloa han visitado la plaza de Sant Jaume. Los populares José María Aznar y Mariano Rajoy no lo hicieron nunca. El último en entrar en el emblemático edificio del Govern fue el socialista José Luis Rodríguez Zapatero. Hoy también será un presidente socialista quién entrará pero será en un ambiente muy diferente. Que un presidente español entre en la sede del gobierno catalán, que tiene casi todo su último ejecutivo en la prisión, o en el exilio, sitúa la visita en un contexto histórico de máxima tensión entre las instituciones catalanas y las españolas.
A pesar de todo, Sánchez será recibido por el president Torra con honores en las formas. Eso sí, con una gran desconfianza política. Sánchez atravesará la puerta del Palau hacia las 12 del mediodía pasando por debajo de la pancarta que reclama "libertad de opinión y de expresión" que sustituye la que hacía referencia a los presos políticos y por la cual Torra ha sido sentenciado a inhabilitación por el Tribunal Superior de Justicia de Catalunya. Una vez dentro de las cocheras de Palau, Sánchez será recibido por el Escamot de Gala de la Guàrdia de Honor de los Mossos d'Esquadra, explican fuentes de la policía catalana. Y el presidente del Gobierno pasará revista a la formación de este pelotón de recepción que vestirá el uniforme tradicional de chaqueta con puños rojos, guantes blancos, alpargatas tradicionales azules y sombrero de copa. Después será recibido por Torra en la tercera cumbre que protagonizan los dos presidentes y algo más de un año después del encuentro de Pedralbes celebrado el 20 de diciembre de 2018.
En el plano político, el encuentro vendrá marcada por el hecho que Sánchez será recibido por un President que ha sido sentenciado en primera instancia a inhabilitación por parte del TSJC, inhabilitado por la Junta Electoral Central como diputado con el aval del Supremo y querellado por usurpación de funciones por la oposición de derechas. Una situación que generó el episodio de fuerte tensión entre los socios de JxCat y ERC vivido en el Parlament que desembocó en el anuncio de elecciones en diferido por parte de Torra para después de la aprobación de los presupuestos. Y que ha complicado la cumbre presidencial de este jueves. No tanto por el encuentro, que se ha mantenido en todo momento en las agendas de ambos presidentes a pesar de las turbulencias, como por uno de los objetivos esenciales: la puesta en marcha de la mesa de diálogo para la resolución del conflicto político. Un punto que después de la espantada de la Moncloa con el efímero aplazamiento del organismo para después de las elecciones en Catalunya, que Sánchez tuvo que rectificar por la presión de Esquerra, tiene un único objetivo viable: fijar la fecha para el inicio de la mesa de diálogo.
Sánchez acude al Palau de la Generalitat con las expectativas rebajadas sobre esta cuestión y la voluntad de rehuirla para centrarse en temas de gestión durante la conversación con Torra. Pero sabe de la exigencia de ERC para que del encuentro salga como mínimo la fecha de inicio de la Mesa y un cierto protocolo para las reuniones. Por su parte, Torra explorará "la voluntad de diálogo real de Sánchez" explicitando la demanda del derecho a la autodeterminación pero sobre todo exigiendo la figura de un mediador internacional. Un actor que la Moncloa rechaza frontalmente, vacunados por la crisis que abrió la figura del relator en la anterior etapa negociadora de Pedralbes.
Todos los actores son escépticos con los resultados de este jueves. Desde ERC, el Vicepresident de la Generalitat, Pere Aragonès, explicita que hará falta "mucha paciencia" para afrontar las negociaciones con el Gobierno español porque se parte de posiciones "muy alejadas". Y apunta que querría que de la mesa de negociación entre gobiernos salieran "frutos inmediatos", pero afirma que hay que ser "realista" y entender que "quizás no sea así". En cuanto a la fecha de inicio de las reuniones dice que espera que sea "cuanto antes mejor" y subraya que no importa cuando se anuncie la fecha. A pesar de todo Esquerra, que no ha querido presionar públicamente, tiene marcada una línea roja: "Hay que poner en marcha la mesa y una formulación de trabajo", aseguran. O no podrán apoyar los presupuestos generales del Estado. "Que no cuenten nunca más con nosotros", advierte al PSOE la secretaria general adjunta y portavoz de ERC, Marta Vilalta, si se fracasa en activar la mesa de diálogo. A pesar de que Sánchez quiere separar la discusión de las cuentas de la negociación sobre el conflicto, los republicanos tienen muy claro que esta presión es lo único que ancla Pedro Sánchez a la mesa de diálogo.
"Puntos de encuentro en el medio y largo plazo"
De entrada, la Moncloa también se muestra cauta con las expectativas sobre el resultado en la reunión entre presidentes: "La esperanza es conseguir puntos de encuentro en el medio y largo plazo pero no de forma rápida" ha asegurado la portavoz del Gobierno español, María Jesús Montero, a pesar de apostar por ser "creativos, imaginativos y empáticos", para empezar a resolver un conflicto político que, en todo caso, "necesitará tiempo". Sobre la propuesta del mediador la ministra fue tajante: "No contemplamos hablar de ninguna otra cuestión que no sea la mesa de diálogo". El Ejectutivo español ha optado así mismo por diluir la carga del encuentro con Torra con una agenda de dos días para Sánchez en que se verá con entidades de la sociedad civil como Barcelona Global, las organizaciones empresariales Foment y Pimec, la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, y la presidenta de la Diputación de Barcelona, Núria Marín.
El escepticismo, por otro lado, se comparte en el Palau de la Generalitat. Entre las justificaciones que dio el President Torra para no convocar elecciones inmediatamente había la necesidad de aprobar los presupuestos pero también la de explorar las intenciones reales de la Moncloa: "Quiero comprobar si el Gobierno español quiere poner fin a la represión". Pero desde JxCat la propia consejera de la Presidencia, Meritxell Budó, se ha mostrado "escéptica" sobre las intenciones de la Moncloa. Además, Budó clarifica que "la propuesta del mediador no ha sido consensuada en el Govern y de momento es una propuesta en exclusiva de una formación política", en referencia a JxCat. Pero Torra la planteará con toda seguridad a Sánchez según explica el senador de JxCat, Josep Lluís Cleries.
"No es necesaria la figura del mediador hasta que el diálogo con el Estado esté en el punto de "tomar decisiones definitivas"
Para Esquerra esta no es una figura necesaria, a pesar de que según fuentes del partido no harán un caballo de batalla ni a favor ni en contra, siempre que no ponga en peligro la constitución de la mesa de diálogo. Según el Conseller d'Educació, el republicano Josep Bargalló, en declaraciones este miércoles a Radio 4: "No es necesaria la figura del mediador hasta que el diálogo con el Estado esté en el punto de "tomar decisiones definitivas". Sobre esta figura, el primer secretario del PSC, Miquel Iceta, ha preferido ser irónico y ha asegurado que quizás "sería más necesario para la reunión entre presidentes o en algún pleno de Parlament que en la mesa de diálogo", donde no ve ninguna necesidad de mediador.
Desde la presidencia, la consellera Budó ha insistido que el encuentro de este jueves tiene que permitir "poner las bases y las reglas del juego" para guiar la mesa de negociación entre los dos ejecutivos. La voluntad del Govern, pues, es que se hable "de todo, sin vetos ni limitaciones". Además, el ejecutivo exige "garantías", pero no las ha concretado. Y también ha insistido que el encuentro tiene que ser exclusivamente entre los presidentes, después de que el Ejecutivo español ha anunciado que la ministra de Política Territorial, Carolina Darias, acompañará a Sánchez en la visita a Barcelona. Budó asegura que Torra no prevé que se incorpore ningún miembro más del Govern de la Generalitat y que hay que respetar el formato acordado en la conversación telefónica entre los dos presidentes. Entre las funciones de Darias podría estar la comunicación posterior después de la reunión ya que en un principio se descarta la comparecencia conjunta de los dos presidentes.
La consejera espera que de la reunión salga "una fecha lo más aproximada posible" sobre cuando tiene que empezar la negociación entre los dos ejecutivos. Budó confía que se concreten los "tempos" para celebrar esta mesa de diálogo bilateral. "No sé si hay que hablar de frutos a corto plazo o no, sino de si hay voluntad real para resolver el conflicto", concluyó la portavoz al final de la reunión del Govern de este martes. En caso de fracaso, Torra tiene previsto convocar la mesa de partidos y entidades independentistas para debatir sobre el futuro de la mesa de diálogo.
Clima de máxima beligerancia
Así las cosas, la visita de Pedro Sánchez al Palau de la Generalitat llega en un clima de máxima beligerancia por parte de la oposición de derechas con acusaciones de "traición" y connivencia con los independentistas contra Sánchez. Pero también con la política catalana inmersa en una situación que muchos politólogos definen como kafkiana. Con un Govern de coalición absolutamente roto, tal como explicitó el propio Torra: "Ningún gobierno puede funcionar sin unidad, lealtad ni estrategia común", pero con ambos socios, Jxcat y ERC, obligados a continuar compartiendo el Consell Executiu entre cuatro y ocho meses. Una legislatura que Torra dio por amortizada pero que a pesar de todo sufrirá una larga agonía. Y finalmente, los comicios están supeditados a la aprobación de unos presupuestos de la Generalitat que tendrá que gestionar un nuevo Govern que salga de las urnas. La política catalana parece haber entrado en el mundo del revés, al estilo Stranger Things. Nada es normal.
En este contexto, la mesa de diálogo entre los gobiernos español y catalán se ha convertido en la última gran pugna de todos contra todos. La paradoja recae en que la mesa es fruto del acuerdo forzado por ERC con el PSOE para la investidura, pero depende para activarse de dos actores que no tienen en este instrumento ninguna prioridad por motivos diferentes: Quim Torra y Pedro Sánchez. Lo dice la propia dirección de ERC: "Ya sabemos que algunos no la querían porque no se la sienten suya -JxCat- y otros no la querían tampoco, porque lo han hecho obligados -el PSOE, forzado por los 13 decisivos diputados de ERC en el Congreso-".
Los socialistas apuntan otra anormalidad: "Lo más lógico habría sido que la mesa de diálogo se pusiera en marcha con el nuevo Govern de la Generalitat". Desde el PSC dudan de la voluntad real del President Torra de sacarla adelante: "Por nosotros no quedará ponerla en marcha pero hay que saber con qué voluntad irá Torra. Si con la de establecer un inicio efectivo o la de cerrarle el paso forzando la situación de entrada con demandas imposibles". Según Iceta "si de verdad se cree en el diálogo" lo que hace falta es "un mínimo reconocimiento y respeto por la otra parte". Dudas a las que se suman los Comuns, según se desprende de las palabras de su portavoz, Joan Mena, que ha instado al President Torra a que no tenga "la tentación de utilizar el bloqueo de la Tabla de Diálogo como una herramienta partidista".
La mesa de diálogo, "el punto de partida de una nueva etapa"
Desde ERC insisten en la necesidad de activar la mesa de diálogo porque consideran este mecanismo de negociación "el punto de partida de una nueva etapa que nos permita –a los independentistas– recuperar la iniciativa. Quedan meses para las elecciones". "Queremos trasladar a una mesa de negociación los grandes consensos políticos y sociales", asegura el presidente del grupo parlamentario de ERC, Sergi Sabrià.
"Ahora mismo no hay ninguna otra alternativa para avanzar"
Los republicanos no dan por hecho que la mesa de diálogo resuelva el conflicto. Pero insisten que "hay que poner al PSOE ante el espejo" y añaden que "ahora mismo no hay ninguna otra alternativa para avanzar, y desde ERC apostamos por avanzar". Las dudas y advertencias de los republicanos no son solo para los socialistas. Desde ERC también alertan al Torra y a JxCat sobre la tentación de boicotear la mesa de diálogo por intereses partidistas y electorales: "Los independentistas siempre hemos defendido el diálogo y la vía pacífica. Se trata de sumar, no de hacernos tambalear con movimientos cortoplacistas". El líder de ERC en el Parlament marca las intenciones de su partido: "Tenemos claro por donde pasa el futuro político del país: amnistía y autodeterminación, libertad y República".
Así pues, la mesa de diálogo se ha convertido en un arma -o un incordio- electoralista, no ya por parte de los partidos de la derecha española que cargan contra un órgano que consideran ilegal, sino entre los propios partidarios de la negociación. Con fuertes suspicacias entre todos los interlocutores y a merced de las turbulencias preelectorales. Todo ello comporta más bien un verdadero diálogo de besugos. Habrá que esperar pues, a ver si la mesa de diálogo es el inicio de una nueva vía para la resolución del conflicto o un simple pistoletazo de salida de una larga precampaña electoral que podría acabar con esta nueva fase de negociación bilateral sin ni siquiera haber empezado a andar.
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