Este artículo se publicó hace 2 años.
El sistema de contratación de temporeras es discriminatorio y coarta la libertad de las mujeres, según la APDHA
"Las migraciones circulares marcan y dirigen el desarrollo de los procesos migratorios, limitando el poder de decisión: Volver al origen o seguir en el país de destino no es una opción para las temporeras marroquíes. El retorno es la única posibilidad", a
Sevilla-Actualizado a
El modelo de contratación en origen, instalado en España desde hace un par de décadas, para traer trabajadoras a la recogida de frutos, sobre todo en Huelva, a donde acuden miles de mujeres marroquíes cada año (este serán 12.200), se hace a través de criterios "discriminatorios" y "coarta" la libertad de las mujeres, según la Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía (APDHA).
En su informe Frontera Sur, la ONG hace un análisis del sistema que se puso en marcha hace dos décadas, después de un proyecto piloto en Lleida: "La selección, el proceso de contratación, el período de trabajo y la estancia en el país de destino [España] ha sido programada y gestionada en función de la necesidad de mano de obra que presenta el sector agrícola; obviando así, las particularidades que han caracterizado este procedimiento y, que han situado a las mujeres migrantes como sujetos maleables, dependientes y responsables del mantenimiento familiar, utilizando este último factor como herramienta para dirigir el comportamiento de las temporeras hacia el cumplimiento del retorno obligatorio".
La asociación se refiere a que en el caso de Huelva, "el proceso de contratación privilegió en su inmensa mayoría la incorporación de mujeres con un perfil muy concreto: tener entre 18 y 40 años, residir en el mundo rural, haber trabajado previamente en la agricultura, estar casadas, divorciadas o ser viudas y tener hijos menores de 14 años a su cargo", según recoge Yoan Molinero, del Instituto de Economía, Geografía y Demografía, del CSIC, en el estudio Dos décadas desplazando trabajadores extranjeros al campo español: una revisión del mecanismo de contratación en origen.
Añade Molinero: "Estos polémicos criterios se basaban en determinadas ideas y prejuicios de los empresarios, que querían mujeres por tener, según ellos, las manos más finas, lo que garantizaba que no se estropeara el producto. Además, las consideraban más dóciles y menos reivindicativas que los hombres lo que evitaba posibles protestas y paros. El criterio de la edad tenía que ver con el carácter arduo del trabajo, que requiere estar en forma, mientras que el requisito de ser originaria de provincias rurales estaba destinado a evitar que mujeres urbanas encontraran el trabajo demasiado duro y buscaran fugarse del programa".
"Por último, –remacha Molinero en el trabajo– los requisitos relativos al estatus familiar y a la maternidad contribuían a aumentar la probabilidad de que retornaran a origen, un punto clave del diseño del programa. Por su parte, en el caso ilerdense, la mano de obra ha estado menos segmentada por género, siendo más heterogénea, si bien algunos colectivos, como el colombiano, están exclusivamente compuestos por hombres pues los empresarios los consideraban más aptos para manejar y transportar una fruta más pesada que la producida en Huelva".
La APDHA reflexiona que, "lejos de plantearse como un modelo de gestión a seguir", las contrataciones en origen "se utilizan para regular los flujos migratorios, con la que se persigue obtener una fuerza de trabajo flexible, seleccionada a través de criterios discriminatorios, dependiente de una empleadora y sujeta al cumplimiento de las condiciones impuestas entre las que cabe destacar el retorno obligatorio".
Ante esta situación, plantea la ONG, "debemos preguntarnos como sociedad, si deseamos seguir perpetuando un tipo de migración que coarta la libertad individual de las personas al no disponer del poder para decidir qué camino debe seguir su proceso migratorio, sin temor a equivocarse y cerrarse las puertas que abrió al emprender la migración".
"Las migraciones circulares –añade APDHA– caracterizadas por la idea de retorno y la repetición del movimiento migratorio [...] marcan y dirigen el desarrollo de los procesos migratorios, limitando el poder de decisión de las personas migrantes. Volver al origen o seguir en el país de destino no es una opción para las temporeras marroquíes. El retorno es la única posibilidad".
Madres solteras en Marruecos
El informe de la APDHA también se ocupa de las madres solteras en Marruecos, un asunto al que dedica un capítulo. Este es un tema que trata también el documental Madres Invisibles. El estudio recoge: "En Marruecos la institución del matrimonio, para una mayoría muy amplia de marroquíes, goza de una santidad que los lleva a considerar que mantener relaciones sexuales fuera del matrimonio es algo ilegítimo, aunque esas relaciones hayan sido consentidas por ambas partes, lo que agrava la situación de las mujeres en caso de maternidad si no se han casado".
"La madre soltera –añade la ONG– es considerada ilegítima y por ende, su hijo o hija también. En la mayoría de los casos en que se da la maternidad fuera del matrimonio la mujer sufre humillaciones, se la insulta y en no pocas ocasiones es expulsada de la familia porque se considera una hchuma (vergüenza). Sin embargo, no pasa lo mismo con los padres de esos hijos o hijas, ellos no tienen que sufrir el desprecio social, ya que la responsabilidad se centra siempre en las mujeres. La sociedad marroquí percibe a la madre soltera como la trasgresora de los valores".
La asociación añade: "Marruecos afirma su adhesión a los grandes principios de igualdad entre hombres y mujeres, sin renunciar del todo a los fundamentos religiosos en su legislación, lo que crea ciertas contradicciones objetivas entre dichos principios. Algunos jueces dan prioridad a los principios positivos de los derechos humanos, mientras que otros siguen dando prioridad a la sharia".
Mujeres porteadoras
El trabajo de la APDHA también analiza la situación de las porteadoras en Melilla y Ceuta. "El cierre fronterizo como medida de contención de la covid-19 entre España y Marruecos ha provocado que miles de trabajadores y trabajadoras transfronterizos que a diario cruzaban la frontera desde Nador a Melilla perdieran su empleo".
Este entorno ya era discriminatorio antes del cierre: "Las mujeres porteadoras transportan la mercancía a pie con los fardos sobre sus espaldas, mientras que los hombres suelen hacerlo a través de sus vehículos. Asimismo, el trabajo en la frontera conlleva un estigma para estas mujeres por trabajar en un entorno masculinizado. La interacción constante con hombres les hace perder su honor familiar".
"Además –agrega el informe Frontera Sur– de la extrema dureza física y continua vulneración de derechos en una jornada de porteo, este tipo de comercio atípico se caracterizaba por la retribución por cada pase –entre 5 y 10 euros por fardo dependiendo del valor de la mercancía y del volumen de mercancía que transportar–, unos ingresos que impiden tener una capacidad de ahorro y, por ende, tener que vivir día a día".
La ONG prevé un panorama oscuro: "El trasiego de mercancías no va a dejar de existir, pero este se realizará de una forma más clandestina y precarizada para estas mujeres, lo que llevaría implícito lo que desde hace varias décadas desde ambos Gobiernos –tanto el marroquí como el español– llevan practicando: invisibilizar la realidad de las mujeres de la otra orilla, porque la igualdad está intencionadamente restringida para los Gobiernos por el origen, el perfil racial o la clase socioeconómica".
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