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La UE se atraganta con las nuevas sanciones a Rusia, "secuestradas" por Orbán

Los 27 ministros de Asuntos Exteriores, reunidos en Bruselas, no desbloquean el sexto paquete de medidas restrictivas contra Putin. El primer ministro húngaro continúa vetándolo y ya le pone precio.

Orban y Ursula von der Leyen
El primer ministro húngaro, Viktor Orban, durante su encuentro con la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, en Budapest, Hungría, el pasado 9 de mayo. Vivien Benko Cher/Oficina de Prensa del Primer Ministro de Hungría / EFE/EPA

"Desafortunadamente, toda la UE es rehén de un Estado miembro". Son las palabras de Gabrielius Landsbergis, ministro de Exteriores lituano, a su llegada al Consejo de la UE, pero resumen la sensación generalizada en Bruselas con un receptor claro: Hungría. El Gobierno de Víktor Orbán continúa vetando el sexto paquete de sanciones doce días después de que lo presentara Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea. Y el nerviosismo, los reproches y la impaciencia aumentan entre sus socios comunitarios. Budapest alega que imponer un boicot al petróleo ruso sería una "bomba atómica" para la economía húngara.

A pesar de que los pocos avances, las presiones y los encuentros bilaterales non stop de los últimos días no han dado sus frutos, en la capital comunitaria se asume que la nueva ristra sancionadora saldrá adelante. Las dos incógnitas son ya cuándo y a qué coste.

El Gobierno ultranacionalista del Fidesz ya le pone precio: espera de Bruselas entre 15.000 y 18.000 millones de euros para adaptar sus infraestructuras logísticas a un suministro de petróleo que no proceda de Rusia. 15.000 millones es precisamente la cuantía del fondo de recuperación nacional del país magiar, que se encuentra bloqueado en la Comisión Europea debido a los continuos desmanes de Budapest al Estado de Derecho y a los derechos y valores fundamentales.

Hay quienes ven esta estrategia de Orbán como un chantaje a la UE. Dará su voto favorable siempre y cuando exista una contrapartida monetaria jugosa. El primer ministro húngaro es consciente de lo mucho que el bloque comunitario se juega en términos de credibilidad interna y externa con estas sanciones a Rusia. Y está, precisamente, utilizando este arma tan sensible para obtener beneficios internos. Aunque fuentes diplomáticas aseguran que hay comprensión sobre la diferente y difícil situación de unos países sobre otros para desengancharse del crudo del Kremlin.

Aun con todo, la jugada no está exenta de riesgos para Orbán. El país se encuentra cada vez más aislado y su posicionamiento sobre Moscú ha creado fisuras con sus socios de Visegrado, sus aliados del Este. Además, este posicionamiento ha agitado el debate para poner fin a la unanimidad en materia de política exterior. Sin el derecho de veto, la UE avanzaría mucho más rápido, pero países como Hungría se quedarían sin una de sus bazas de disuasión más valiosas.

En cualquier caso, la idea de suprimir la unanimidad por la mayoría cualificada –aunque es una opción que contemplan los tratados– se prevé muy remota. Paradójicamente, para ser aprobada requiere unanimidad y países como el mencionado no tienen ningún interés en perder peso.

Con todo ello de fondo, la respuesta de la UE a la guerra de Ucrania comienza a entrar en terreno complicado. Desde el 24 de febrero, la obsesión comunitaria ha sido mantener la coherencia y unidad interna, que comienza a tambalearse con este sexto paquete que ha encallado. El propio ministro de Asuntos Exteriores español, José Manuel Albares, ha reconocido en rueda de prensa que hay un equilibrio complicado entre la prioridad de no ayudar a financiar la guerra con fondos europeos y no desestabilizar la UE y su unidad.

La partida de Orbán

De momento, Orbán ya está ganando la partida. Está llevando las negociaciones a su favor. Las opciones planteadas hasta la fecha para que ceda no han sido suficientes. Una de las propuestas de Bruselas pasaba por dar al país un periodo de gracia y de transición superior al del resto.

Si los Estados miembros quieran soltar la dependencia del crudo ruso este mismo año, contemplaban una excepción para aquellos más dependientes como Hungría (pero también Eslovaquia y Chequia) para finales de 2024. Pero todo apunta a que la exigencia orbanista pasa más por el dinero.

Otro de los escenarios que se barajó fue el de separar el polémico petróleo del resto de paquete sancionador, pero ha recabado pocos apoyos dentro de la mesa del Consejo Europeo porque ello evidenciaría la división europea y dejaría una respuesta muy descafeinada.

Coincidiendo con el nuevo 'no' de Hungría a embargar el crudo ruso, Von der Leyen ha publicado un tuit que ha levantado polvo en el que felicitaba a Orbán por su reelección como primer ministro húngaro tras la victoria de comienzos de abril. "La UE se enfrenta a desafíos sin precedentes. Estoy deseando que trabajemos juntos para superarlos con éxito", ha señalado.

"¿Qué desafíos sin precedentes con Orbán? ¿El Estado de Derecho, el bloqueo a la respuesta sobre la guerra, el sabotaje a una política migratoria y energética común o la corrupción?", le ha contestado el eurodiputado liberal Guy Verhofstadt.

Con este impasse llegan los europeos a los dos meses y medio de guerra. Su prioridad más allá de las sanciones pasa por continuar enviando material bélico pesado a Ucrania. En Bruselas creen que Kiev puede ganar la guerra y solo se conseguirá manteniendo el suministro bélico. De hecho, los Veintisiete han consensuado en la reunión de este lunes la cuarta ampliación del Fondo Europeo para la Paz con otros 500 millones de euros.

Desde el inicio de la guerra, la UE financia armamento por valor de 2.000 millones de euros, una cuantía que solo es la "punta del iceberg" porque los Estados miembros destinan de forma unilateral mucho más.

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