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Vox Vox receta para Catalunya más represión contra el independentismo

El partido de Abascal se cita en la Avenida Maria Cristina después de que el gobierno de Ada Colau les vetara la celebración de un acto en el Palau Sant Jordi. Vox pincha en asistencia y solo consigue concentrar a 5.000 personas según la Guardia Urbana. "Los españoles que hemos sobrevivido a las bombas lapa y los tiros en la nuca no nos íbamos a asustar por cuatro cursis cantando Lluis Llach".

Asistentes al acto de Vox, que el partido organiza bajo el lema "Cataluña es España", esta mañana en Barcelona.-EFE/Alejandro García

maria rubio

"La Manada... Las manadas son de nigerianos, marroquíes..."., "¿Era manada? ¿No era mamada?", ríen una familia y unos cuántos amigos en el metro de Barcelona, dirección plaça España, donde el partido de ultraderecha Vox ha convocado a los suyos. Querían hacer un Vistalegre en Barcelona, como ya hicieron en el Hotel Barceló Sants el verano pasado, pero el gobierno de Ada Colau vetó el alquiler del Palau Sant Jordi a los ultraderechistas. En el metro, se genera un cordón de seguridad con la incomodidad de la gente. "Son nazis", comenta bajito una señora latinoamericana que se cambia de lugar. Padres y madres, bandera española en mano, ocupan el vagón ante la atenta mirada de los pasajeros que ven por primera vez la extrema derecha desacomplejada cogiendo la línea 3.

Aun así, el transporte público no va a rebosar de ultras, como tampoco lo está la Avenida Maria Cristina a las 12.00 h, hora de inicio del acto político. La Guardia Urbana cifra en 5.000 los asistentes al mitin de la cúpula del partido en el "corazón de la reconquista". Se circula sobradamente entre los muchos chalecos de plumas combinados con camisas y gafas al puro estilo Xavier Trias, como las que se acostumbran a ver en la plaza de Catalunya el 12 de octubre. También un amplio surtido de banderas de la Guardia Civil y de formas de lucir la rojigualda española: pulseras, camisetas, gorras de la selección, cuellos de camiseta, polos de corona de espigas... Todos ellos convocados "contra el nacionalismo".

Los aires de upper diagonal también se encuentran la compañía con los ademanes policíacos y simbología que nada tiene que ver con la nueva política. Como por ejemplo, las banderas de los ultras del RCD Espanyol, las Brigadas Blanquiazules, conocidas por ser una de las aficiones de la extrema derecha de la liga profesional. También ondea en la primera línea una insignia de la Brigada Tarrasa, uno de los grupos de "limpieza" de lazos amarillos, activos especialmente durante el verano. Y no faltan las banderas con el "¡¡¡Viva la unidad de España!!!", el lema característico del dictador José Antonio Primo de Rivera que tantas veces ha salido a las calles de la mano de las manifestaciones españolistas, popularizada especialmente durante las convocatorias de octubre.

"El único cordón sanitario que se tiene que levantar es contra los partidos separatistas fuera de la legalidad"

Suena Manolo Escobar y su "Que viva España", que acompaña la llegada de los asistentes en tono festivo. Llega el turno del Novio de la Muerte que, al retoque de tambor, provoca la formación militar de la Avenida Maria Cristina y el cántico entusiasmado de los asistentes, cara a Vox. Seguidamente, la Santa Espina, popular canción icono del catalanismo, en una versión instrumental marcada por el sonido de las grallas. Desconcierto. El intento reivindicar una catalanidad dentro del marco español, que tanto caracteriza otras formaciones como Ciudadanos, es un relato forzado en esta ocasión.

"La mafia separatista municipal nos ha cerrado el Sant Jordi. Dentro poco, nos tendrán en los Parlamentos, y tendrán que ser ellos quienes salgan de los Parlamentos porque seremos nosotros quienes les cerremos las puertas, por traidores!". El líder de la formación, Santiago Abascal, despierta el clamor de las multitudes con cada frase, como ya pronostica la épica banda sonora de la campaña electoral en Andalucía, que también lo acompaña este sábado sobre el escenario de Barcelona.

Rivalidad con PP y Ciudadanos

Vox saca pecho y marca distancia con sus competidores directos: "La derechita cobarde", el PP, señalado por no haber mantenido un talante más duro contra el independentismo; y "la veleta naranja", Ciudadanos, a quien acusan de descafeinar su ideología según soplen los intereses electoralistas. Ante esto, la alternativa de la "España viva", la de los "patriotas", la de Vox. "Sabemos que no estáis por aquí ni por Ortega, ni por Abascal, ni por Garriga. ¡Estáis aquí por España!", y el fervor nacional dispara los gritos de "presidente" hacia su líder. "Un número de catalanes salisteis a las calles, en la Plaza Artós, en el Baix Llobregat, en el Maresme, en la Anoia", reivindica el segundo en las listas por Barcelona, Juanjo Aizcorbe, incluyendo a su enumeración a los ultraderechistas de la plaza del barrio de Sarriá que esta misma semana han destrozado una placa por la memoria histórica de los torturados durante el franquismo.

Las críticas no solo los han llovido a los de Albert Rivera y Pablo Casado: "La derechita cobarde, la veleta naranja y alguna asociación que no quiero pronunciar pidieron prudencia. Pero aquella prudencia era un disfraz de cobardes", decía Aizcorbe sobre los hechos de octubre de 2017. Referencias encubiertas, quizás, al líder de Sociedad Civil Catalana, Josep Ramon Bosch, quien recientemente ha hecho declaraciones sobre los presos políticos más amables de lo que nos tienen acostumbrados. "Todos ellos piden un cordón sanitario para Vox, y después salen a las órdenes de Iceta, el auténtico jefe del PSOE", sentenciaba entre un fuerte abucheo del público contra el líder socialista.

No podía pasar desapercibido el gol por la escuadra del partido de Abascal que los ha hecho entrar al Tribunal Supremo como acusación particular al juicio al proceso. Y al frente, el secretario general del partido, presentado como "exmilitar, boina verde", Javier Ortega Smith. Su aparición en el escenario motiva alguna selfie con palo desde los asistentes con quién es el segundo liderazgo fuerte de la formación. "La acusación popular de Vox es la acusación del pueblo español, y es la que ha sentado a los líderes al banquillo de los acusados. Muy pronto se sabrán las sentencias e irán a cumplir prisión durante muchos años". El griterío ahora despierta un "Puigdemont, a prisión".

La reconquista empieza en Barcelona, dicen los líderes de Vox. "Muchos decíais, ‘no nos abandonéis’, y Vox no os abandonará. Mientras haya un español que quiera estar con nosotros, Vox lo defenderá. Ni un paso atrás", dice el líder de la formación en Catalunya, Ignacio Garriga, apelando a "la mayoría silenciosa" catalana que ha tenido que hacer frente a solas el "nacionalismo separatista".

La reconquista, la cruzada de Vox, pone el foco a Barcelona en tono beligerante: "Los españoles que hemos sobrevivido a las bombas lapa y los tiros en la nuca no nos íbamos a asustar por cuatro cursis cantando a Lluis Llach", decía Abascal. Tampoco ha faltado el discurso antimigración, la reivindicación de la historia colonial española con aires nostálgicos y un euroescepticismo que, después de haber encontrado tantos aliados comunitarios, es capaz de conjurar el nacionalismo español con la existencia de la Unión. Y ante los cánticos clásicos de "golpistas a prisión", "no nos engañan, Cataluña es España" y los "Viva España" tradicionales, el racismo, la simbología de la ultraderecha y el nacionalismo más casposo, la enésima muestra de que la ultra derecha ha sacado cabeza en este país sin vergüenza alguna: "Dicen que somos fachas, extrema derecha, ultra derecha, nacional-populistas... Si este es el precio que tenemos que pagar para defender España y para estar junto al sentido común, pues que así sea", decía Garriga. "Que Dios os bendiga. Que Dios bendiga a España".

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