Concéntrate y piensa en los primeros años de tu vida. ¿Cuál es tu primer recuerdo? ¿Tal vez jugando en el parque? ¿Paseando con tu abuela? ¿O fue aquella caída de la bicicleta? ¿Y sabes qué edad tenías en aquel momento? ¿Tres años? ¿Cuatro?
Acudimos al último y más ambicioso estudio científico sobre la memoria y los primeros recuerdos para explicaros a qué edad aproximada se considera que el ser humano comienza a desarrollar recuerdos… y tiene capacidad para rememorarlos muchos años tarde.
¿A qué edad empezamos a tener recuerdos? Depende…

Así se titula el estudio de la psicóloga infantil, miembro de la Royal Society de Canadá y profesora en la Memorial University de Terranova Carole Peterson.
Especializada en memoria de la primera infancia, la veterana profesora y su equipo han pasado muchos años investigando la memoria de los niños, incluyendo el procedimiento de Elaboración Narrativa como método de investigación y entrevista de niños, así como el denominado recuerdo abierto o open-ended recall, un tipo de preguntas abiertas que facilitan que los niños recuerden eventos y los transmitan con sus propias palabras.
Y es que como Peterson aclara en su estudio, certificar la edad en la que comenzamos a fabricar recuerdos (y recordarlos, valga la redundancia, en la vida adulta) depende de numerosos factores, especialmente de la forma en la que se estudian científicamente esos recuerdos, esencialmente a través de entrevistas y preguntas y respuestas. Por eso la investigadora canadiense tiene tanto interés en el recuerdo abierto, porque es el que “se ha demostrado ser más preciso y menos vulnerable a las sugerencias o influencias del entrevistador”.
Así, el estudio de Carole Peterson señala que encontrar el recuerdo más temprano depende del tipo de entrevista. En una de sus investigaciones, Peterson concluyó que las entrevistas en grupo aportaban una edad media de primer recuerdo de 41 meses en comparación con las entrevistas orales individuales que dieron una media de 31,3 meses, menos de tres años de edad.
Así mismo, preparar la mente para recordar también depende de las tareas inmediatamente anteriores: si los participantes hacían previamente una tarea de fluidez de memoria podían lograr recuerdos más tempranos que quienes no la hacían.
Además, el proceso de recordar también depende del contexto: “el simple hecho de escuchar a otra persona recordar un recuerdo temprano fue suficiente para reducir la edad del primer recuerdo en los adultos en casi un año en comparación con un grupo de control al que simplemente se le pidió que pensara en sus primeros recuerdos durante dos minutos”.
Peterson también sugiere que la capacidad y/o predisposición para recordar depende de otros factores cognitivos y sociales, conclusión que puede suponer cierta controversia. Un estudio publicado por Peterson en 2009 aseveró que los niños canadienses tienen recuerdos sustancialmente más tempranos que los niños chinos, y que crecer en entornos urbanos se asocia con tener recuerdos más tempranos frente a los que crecieron en entornos rurales, según se desprende de este estudio.
Todo ello sería definido, según Peterson, por la maleabilidad de los recuerdos, la facilidad con la que se puede persuadir (y manipular) la memoria, de forma que, dependiendo del contexto, de la entrevista, de la tarea que se haga previamente y de otras condiciones culturales, sociales y cognitivas, el primer recuerdo del individuo puede variar considerablemente. Como define gráficamente Peterson: “el primer recuerdo es un objeto en movimiento en lugar de un único recuerdo estático”.
Es decir, hoy puedes tener un primer recuerdo de cuando tenías cinco años y, mañana, en otras condiciones diferentes, tal vez oliendo un aroma asociado a tu niñez, el sentido más evocador, puedes lograr rememorar una escena que viviste con dos años y medio.
El primer recuerdo y la amnesia infantil

Tal y como señala Peterson, la pregunta de “cuándo comienzan los recuerdos personales” ha sido más que frecuente en la literatura científica sobre amnesia infantil, y las respuestas a esta pregunta han influido en la construcción de teorías sobre la memoria temprana.
La amnesia infantil es definida como la incapacidad común por parte de los adultos para recordar los primeros años de su infancia, cubriendo, generalmente, eventos desde el nacimiento hasta en torno a los tres o cuatro años de vida.
La teoría más asentada sobre esta amnesia infantil se explica por la formación del hipocampo que, hasta los cuatro años de edad aproximadamente, permanece en formación por lo que no podría almacenar recuerdos a largo plazo lo que originaría el olvido en la posterior edad adulta. Así pues, recordar, por ejemplo, el momento de nuestro nacimiento es una quimera, puesto que el cerebro del bebé aún no tiene capacidad para ello.
Así mismo, existe otra interesante teoría acerca de por qué no recordamos nuestros primeros años de vida que procede de las investigaciones de Pillemer y White acerca de dos sistemas de memoria funcionalmente distintos.
El primero que funciona desde el nacimiento y cuyas representaciones son lugares, comportamientos, imágenes, sentimientos o emociones, y el segundo que opera a través del lenguaje que se va adquiriendo desde los dos años: la información se empieza a codificar de forma narrativa, accediendo a ella a través de palabras: si no hay palabras para definir un recuerdo, este se pierde con mayor facilidad.
Así pues, los niños menores de tres años sí tienen recuerdos… pero los pierden (o al menos la mayoría) al no ser capaces de verbalizarlos de forma adecuada y con ello asentarlos en la memoria a largo plazo.
Dos años y medio, la edad media del primer recuerdo

Después de analizar los diferentes estudios precedentes sobre amnesia infantil y cotejarlos con sus propias investigaciones acerca de la maleabilidad de los recuerdos, Carole Peterson concluyó en su estudio que los primeros recuerdos de los individuos pueden ser “hasta un año o más antes de lo que se cree y de lo que popularmente se suponía”.
Peterson considera que, si se establece el contexto adecuado y se hacen las preguntas indicadas, el individuo podría recordar eventos acaecidos con menos de tres años, en torno a dos años y medio como edad media del primer recuerdo.
Y es que Peterson considera que la investigación sobre la memoria temprana, que ha estado asociada en las últimas décadas a explicar por qué no hay recuerdos o hay tan pocos de los primeros años preescolares, y cómo podemos explicar esto teóricamente, debería abordar una cuestión vinculada, pero diferente: ¿cómo ayudar a las personas a acceder a los múltiples recuerdos que a menudo parecen tener pero que son incapaces de recordar?
Es decir, en algún lugar de nuestro cerebro se hallan recuerdos ocultos, como el Bing Bong de Del Revés, que podrían ser rescatados… si diéramos con el método adecuado.
Un tema importante el de la memoria,muy acertado de vuestra parte.La Terapia puede ayudar en forma clinica a que los recuerdos afloren con técnicas como hipnosis ,pero debemos de tener cuidado porque a veces hacemos mas daño que beneficio.
Algún caso clinico por evocar recuerdos acaban en depresión.
En cuanto a la memoria la podemos relacionar con las matemáticas, nuestra capacidad es limitada o igual a n+1. Si entra un item en nuestsa memoria tiene que salir otro. Por esta razón aconsejo utilizar siempre agendas para no abusar de nuestra memoria que a veces nos falla.Gracias