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El reflejo de inmersión o por qué nos hace felices sumergirnos en el agua

El reflejo de inmersión es una respuesta fisiológica que explicaría la felicidad que sentimos cuando nos sumergimos en el agua. A continuación, explicamos cómo funciona el reflejo de inmersión, un fenómeno que también podría ser un recuerdo del origen de la vida en los océanos.

Vas caminando por la arena y sumergiéndote, poco a poco, en el mar. Primero las piernas, después el torso y, por fin, la cabeza. Es entonces cuando se activa un torrente de sensaciones en nuestro cuerpo que nos hace salir del agua con una sonrisa.

Esta relación entre la inmersión en el agua y la felicidad está vinculada al reflejo de inmersión de los mamíferos, un singular fenómeno que actúa como nexo común con los mamíferos marinos y que podría ser un recuerdo del origen de la vida en los océanos. 

¿Qué es el reflejo de inmersión? 

El reflejo de inmersión
El reflejo de inmersión. Fuente: Unsplash

El reflejo de inmersión es un reflejo que se produce en los mamíferos por el cual se optimiza la respiración para permanecer en el agua durante periodos de tiempo prolongados. Es fácilmente observable en mamíferos acuáticos como nutrias, delfines o focas. Gracias a ello estos animales pueden sobrevivir largos periodos bajo el agua sin padecer por su presión excesiva.  

A pesar de que el ser humano es un mamífero terrestre, también posee este reflejo de inmersión, aunque se manifieste de forma más debilitada. Los cambios a nivel orgánico que se producen en el cuerpo cuando se introduce la cabeza bajo el agua nos permite permanecer más tiempo de lo esperado sin respirar.  

De hecho, este reflejo de inmersión sería una de las bases de la apnea. Diversos especialistas en buceo, como las ama japonesas, los bajau indonesios o las haenyeo coreanas habrían aprovechado y desarrollado este reflejo de inmersión para potenciar sus capacidades de apnea.  

En este sentido, el reflejo de inmersión en los seres humanos podría demostrar que existe un ancestro común entre mamíferos y aves que pudo vivir en el agua. Diversos estudios siguen analizando el funcionamiento de este fenómeno en animales marinos y terrestres que ayudan a comprender mejor el origen del ser humano.  

¿Cómo funciona el reflejo de inmersión? 

El reflejo de inmersión
El reflejo de inmersión. Fuente: Unsplash

Para que este reflejo de inmersión se manifieste, debe producirse en agua fría, por debajo de 21 °C: cuanto más fría esté el agua mayor será el reflejo de inmersión. Además, debe actuar sobre la cara. Si metemos bajo el agua todo el cuerpo, pero dejamos la cabeza fuera, el reflejo de inmersión no se activará.

Esto se debe a que el responsable principal de desencadenar este reflejo es el nervio trigémino, compuesto por el oftálmico, el maxilar y el mandibular, ramas nerviosas que se localizan exclusivamente en la cara. Una vez que se activa el reflejo, se suceden varios procesos fisiológicos cuyo objetivo es optimizar la respiración para permanecer bajo el agua un periodo de tiempo prolongado.  

Bradicardia  

Es la disminución de la frecuencia cardiaca que reduce, por consiguiente, el consumo de oxígeno facilitando estar bajo el agua sin respirar. Inmediatamente después de que la cara entre en contacto con el agua, el ritmo cardiaco se reduce entre un 10 y un 25% de forma que se facilita que el oxígeno pueda ser utilizado por otros órganos.  

Esta respuesta física también tiene sus repercusiones psicológicas. Una vez que pasan los primeros segundos bajo el agua, se reduce el impacto de la ansiedad hasta conseguir una sensación de calma total, como si el tiempo estuviera detenido. Esto explica parcialmente la felicidad e incluso euforia que sentimos una vez que salimos del agua tras un baño prolongado en aguas relativamente frías. 

Vasoconstricción periférica 

Tras la bradicardia, se produce la redistribución de la sangre para llevarla a órganos importantes, fenómeno conocido como vasoconstricción periférica. Los capilares sanguíneos se cierran de forma selectiva, manteniendo abiertos los de los órganos vitales como el cerebro o el corazón. 

Esta vasoconstricción que se produce bajo alta presión inducida se inicia con los capilares de las extremidades: primero los dedos de pies y manos, después los propios pies y manos, siendo en última instancia los brazos y las piernas. Los especialistas en apnea pueden llegar a sentir calambres en estas partes del cuerpo si prolongan mucho su presencia bajo el agua. 


Introducción de plasma sanguíneo 

El reflejo de inmersión
El reflejo de inmersión. Fuente: Unsplash

En las inmersiones muy profundas los órganos y las paredes circulatorias permiten que el plasma pase libremente a través de la cavidad torácica manteniendo la presión constante. Aunque se trata de una manifestación del reflejo de inmersión más fácilmente observable en mamíferos marinos también se ha detectado en algunos especialistas en apnea. 

Contracción del bazo 

Como almacén de glóbulos blancos y rojos, este órgano también reacciona en la última fase del reflejo de inmersión liberando parte de sus glóbulos a la sangre para facilitar el transporte de oxígeno. Algunos de los expertos buceadores mencionados, como el caso de las haenyeo de Jeju, pueden llegar a aumentar el hematocrito hasta en un 10%, porcentajes ya cercanos a algunos mamíferos marinos como las focas.  

La felicidad de sumergirnos en el agua 

El reflejo de inmersión
El reflejo de inmersión o por qué nos hace felices sumergirnos en el agua. Fuente: Unsplash

Pese a que la inmesidad del mar también puede generar sensaciones negativas, no cabe duda de que un baño en el mar es para muchos uno de los grandes placeres de la vida. Es mojar los pies en la orilla y sentirnos bien. Algunos interesantes estudios investigan esta relación de los baños en agua fría con las respuestas psicológicas positivas, incluso abordando la depresión con tratamientos de hidroterapia fría

En este sentido, se sugiere una hipótesis por la cual la depresión podría ser causada por un estilo de vida que carece de los cambios breves de temperatura que los primates han disfrutado a lo largo de millones de años y por la falta de ejercicio térmico que, a su vez, podría causar un funcionamiento inadecuado del cerebro.  

Al aumentar la disponibilidad de endorfinas y activar el sistema nervioso simpático, la hidroterapia fría envía una gran cantidad de impulsos eléctricos desde las terminaciones nerviosas periféricas al cerebro pudiendo tener un efecto analgésico y antidepresivo. O, dicho otra forma: la felicidad de sumergirnos en el agua.  



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