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¿Es siempre malo ser pesimista?

En los últimos años, las redes sociales y algunos medios de comunicación han extendido la idea de que el optimismo es la solución a todos los problemas y adversidades, por duros y devastadores que resulten. Te guste o no, los devotos del ‘jijí jajá’ y los fundamentalistas del ‘flower power’ se han hecho fuertes en sus trincheras color de rosa frente a los pesimistas.

Los profetas del pesimismo parecen sabios y perspicaces, mientras que los optimistas son percibidos como insensatos e ignorantes

Srully Blotnick

En efecto, algunos supuestos gurús de la Autoayuda, del Desarrollo Personal o de la Psicología Positiva realizan un incansable apostolado para persuadirnos de que el pesimismo es el origen de todos los males y el padre de cualquier desgracia que pueda cruzarse en tu camino. A pesar de todo ello, ¿crees de verdad que siempre es negativo ser pesimista? Tal vez convenga alguna vez dudar de ello y vamos a contarte por qué.

¿Qué es un pesimista?

Según el diccionario de la RAE (Real Academia Española), es el ‘que propende a ver y juzgar las cosas por el lado más desfavorable’.  Se trata de sujetos que a menudo experimentan un estado emocional y cognitivo que, si no se muestra en grado desproporcionado, ayuda a las personas a evaluar su medio y ajustar a él su comportamiento con mayor precisión.

En otras palabras, es una dimensión de la personalidad que impulsa a los individuos a comportarse de forma más enérgica para escapar de las desdichas y los fracasos. Casi nadie pone en duda que la vida está llena de peligros y si no los tenemos en cuenta, muy difícilmente podremos protegernos de ellos. Alguien que no sea capaz de percibir las amenazas que le acechan, tendrá muy complicado poder aprovechar sus oportunidades de alcanzar éxitos personales.

El denominado ‘pesimismo inteligente’ nos empuja a mantener la tensión y la concentración en situaciones inciertas o que entrañan dificultades más allá de lo cotidiano. Con frecuencia aporta una dosis extra de energía y motivación de tremenda utilidad. Nos permite visualizar con anticipación los escenarios más negativos que se nos pueden presentar en cada caso y poner en marcha comportamientos y acciones que nos alejen de consecuencias futuras poco deseables.

Es impensable decidir nada de forma responsable sin antes identificar y valorar los riesgos que, en mayor o menor medida, siempre están presentes. Incluso los más firmes adeptos del optimismo a ultranza contratan seguros de incendios o de robos para sus viviendas, o bien pólizas con amplias coberturas para sus vehículos.

No existe vacuna alguna que nos proteja para siempre de los infortunios y las desdichas. Aferrarnos a la idea de que nunca nos sucederá nada malo es absurdo, inútil e irresponsable. El pesimismo, si no se convierte en una ‘filosofía’ dogmática o en un rígido estilo de vida, puede ayudarnos a estar en contacto con la realidad, a prever el futuro o a tomar decisiones racionales basadas en datos.

En contra de lo que muchos ahora predican y pregonan, no hay ninguna razón para afirmar que ‘las fuerzas del universo’ conspiran a tu favor. Y, por supuesto, tampoco en tu contra.

Pesimismo inteligente y autoconfianza

Pesimismo
Pesimismo

Entre las actitudes extremas del fatalismo y de la fe ciega en que todo va a salir bien, solo hay una cuestión de grados. Los dos extremos te conducirán a comportarte de forma pasiva y no responsabilizarte de que tus actos, tus decisiones o la ausencia de ambos tendrán consecuencias que pueden no ser de tu agrado. Para poder disfrutar de las ventajas del pesimismo inteligente, cada uno tendrá que encontrar su punto de equilibrio que le empujará a huir de los extremos. Ello solo será posible si eres capaz de:

  • Gestionar tus expectativas y cotejarlas con tus objetivos personales. Ya sabes, no te pases de frenada. Es posible que no llegues a campeón del mundo de nada, pero tampoco vas a ser el más nefasto del planeta en lo que haces.
  • Analizar tus opciones de futuro con base en datos reales, no en suposiciones, bulos o tópicos. Trata de ponderar tus intuiciones desmedidas a la hora de tomar decisiones.
  • Mantener un nivel razonable de autoconfianza en tus propias posibilidades. A veces no tener confianza en uno mismo se confunde con ser un agorero y no estamos hablando de lo mismo. No obstante, ambas cosas están íntimamente relacionadas.

Si no tienes una mínima fe en tus capacidades siempre creerás que los tiempos venideros serán un túnel sin salida, bien repleto de infortunios. Eso es fatalismo poco inteligente.

¿Por qué somos pesimistas pero no siempre inteligentes?

Indefensión aprendida
Indefensión aprendida

No hay suficientes datos fiables que nos permitan explicar por qué algunos sujetos son derrotistas, mientras otros no salen de su nube rosa de inmejorables vaticinios. Sin embargo, constataremos algunas hipótesis no excluyentes:

  • En general, casi todos tenemos tendencia a prestar mayor atención a los hechos negativos que a los positivos. De hecho, los profesionales de la comunicación suelen dar prioridad a las ‘malas noticias’, ya que estas tienen mayor poder para despertar nuestra atención y disparar nuestra respuesta de alerta. Las ‘buenas noticias’ no venden nada.
  • Las personas pesimistas a menudo son percibidas como reflexivas, inteligentes y juiciosas, mientras que los optimistas generan con frecuencia una imagen de frivolidad, inconsciencia y falta de responsabilidad.
  • En muchos casos, se trata de conductas supersticiosas. No es raro creer que ser pesimista te traerá suerte al jugar en la lotería, hacer un examen o competir en algún deporte. No tiene fundamento alguno, pero sucede.
  • Con frecuencia, hablamos de comportamientos aprendidos en el ámbito familiar. Puede decirse que son personas que imitan un patrón de conducta agorero claramente identificado en un familiar cercano.


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