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¿Existe realmente la inteligencia emocional?

El libro Inteligencia Emocional de Daniel Goleman publicado en 1995 recogió las investigaciones sobre este concepto que pronto supuso un enconado debate entre psicólogos. ¿Es la inteligencia emocional una vertiente más de la inteligencia, un conjunto de rasgos de la personalidad? ¿O es, realmente, una suerte de habilidad independiente de las habilidades cognitivas básicas?

El libro Inteligencia Emocional de Daniel Goleman publicado en 1995 recogió las investigaciones sobre este concepto que pronto supuso un enconado debate entre psicólogos. La inteligencia emocional supondría la autoconciencia emocional del individuo, el autocontrol, la automotivación, así como la capacidad para empatizar y confiar en los demás.  

Pero, ¿es la inteligencia emocional una vertiente más de la inteligencia, una manera de nombrar de forma fácilmente comprensible un conjunto de rasgos de la personalidad? ¿O es, realmente, una suerte de habilidad independiente de las capacidades cognitivas básicas? 

El origen del estudio sobre la inteligencia emocional 

Cerebro
¿Existe realmente la inteligencia emocional?

A lo largo del siglo XX, la psicología comenzó a profundizar en el concepto de inteligencia intentando comprender sus diferentes vertientes más allá de los estudios sobre el coeficiente intelectual de los individuos.  

En 1920, Edward L. Thorndike usa el término inteligencia social para describir las habilidades de entender y motivar a otras personas: el psicólogo estadounidense abría la puerta a comprender que el comportamiento inteligente podría derivar también de “factores no intelectivos”. De esta forma, los tradicionales test de inteligencia no serían suficientes para evaluar una noción tan poliédrica y compleja como la inteligencia humana.  

Aunque el primer uso del término ‘inteligencia emocional’ se atribuye a Wayne Payne en una tesis doctoral de 1985, serían Salovey y Mayer quienes propondrían en 1990 una definición que tendría mayor trascendencia: “la inteligencia emocional incluiría la habilidad para percibir con precisión, valorar y expresar emoción, de comprender la emoción y el conocimiento emocional, además de la habilidad para regular las emociones y promover así crecimiento emocional e intelectual”. 

Autoconocimiento y autocontrol, empatía y confianza, términos que empiezan a vestir este nuevo concepto de inteligencia emocional que el libro de Daniel Goleman populariza definitivamente. La IE pasa a convertirse en motivo de estudio y debate, generando una abundante bibliografía tanto técnica como divulgativa. 

Las 5 facetas de la inteligencia emocional 

¿Existe realmente la inteligencia emocional?
¿Existe realmente la inteligencia emocional? Fuente: Unsplash

Si Salovey y Mayer designan cuatro ramas que compondrían la inteligencia emocional de las personas —percepción, facilitación, comprensión y regulación que serían estudiadas en el famoso test MSCEIT— Goleman profundiza en estos conceptos desgranando la IE en cinco facetas: 

Autoconciencia emocional 

Conócete a ti mismo. El viejo axioma griego que estaba escrito en el templo de Apolo en Delfos es el primer pilar que sostiene la inteligencia emocional del individuo. Parece sencillo, ¿verdad? Todos creemos que nos conocemos muy bien, pero, entonces, ¿por qué cometemos una y otra vez los mismos errores?  

La autoconciencia emocional explicaría esta habilidad especial que tienen algunas personas de aprender de sus errores, identificando peligros y riesgos en la persistencia de determinados comportamientos negativos. Es especialmente decisivo en esos momentos en los que se rompe el equilibrio emocional, ya sea por emociones muy positivas o muy negativas. La autoconciencia emocional moderaría ambos tipos de emociones restableciendo el equilibrio. 

Autocontrol emocional  

En relación con la primera faceta de la IE, el autocontrol regularía las emociones primarias como la euforia, la ira, o la envidia permitiendo racionalizarlas para no vivir a su merced. Es importante indicar que la IE no trata de eliminar las emociones primarias básicas porque son consustanciales al ser humano.  

Enfadarnos cuando nos sentimos humillados, por ejemplo, puede ser inevitable en primera instancia, pero el autocontrol emocional permite que esas emociones primarias no desborden al individuo transformándose en ansiedad, depresión o violencia, estados más complejos que pueden tener graves consecuencias para el individuo a largo plazo. 

Automotivación 

Se trataría de una habilidad práctica que nos permitiría regular y manejar nuestras emociones para la consecución de objetivos. Para que la automotivación lidere un proyecto a largo plazo se necesitan buenas dosis de optimismo, decisión, autoexigencia y perseverancia, cualidades que suelen caracterizar a la persona con una alta inteligencia emocional.  


La automotivación también supondría una defensa ante los imprevistos y las frustraciones ya que ofrecería un sentido para la vida del individuo más allá de los contratiempos inevitables en cualquier proceso vital. 

Empatía 

Ponerse en el lugar del otro, entender su comportamiento, comprender sus estados emocionales y saber tolerar aquellos comportamientos negativos producto de situaciones intensas son algunos de los elementos que explican la capacidad empática del individuo. 

Esta habilidad sería uno de los pilares fundamentales de la IE porque pondría al individuo en relación armónica con el entorno y con otros seres humanos. En última instancia, la empatía vendría a ser una inteligencia global que permitiría a las sociedades progresar hacia un mundo más justo y tolerante. 

Habilidades sociales 

La última faceta de la IE tal y como la explica Daniel Goleman trata sobre la capacidad de las personas para relacionarse con los demás. Si la empatía permite entender al prójimo, las habilidades sociales permiten relacionarse con él de manera armónica, pero también productiva, de forma que es una faceta con amplia resonancia en el ámbito laboral en el cual la IE ya es un elemento clave en la gestión de los recursos humanos de las organizaciones y empresas.

La inteligencia emocional y el cociente intelectual 

Libros
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La frialdad con la que durante años la inteligencia fue analizada por la ciencia basándose para su estudio en diferentes test explica el éxito que ha alcanzado el concepto de inteligencia emocional.  

Y pese a que diversos investigadores, como el propio Goleman, fundamentaban sus teorías también en el estudio del cerebro —en este sentido, la amígdala sería el depósito de nuestra memoria emocional, sugiriendo que el sistema emocional podría actuar de forma independiente del neocórtex, sin la participación de ninguna actividad cognitiva consciente— lo cierto es que lo más popular de estos estudios siguen siendo las habilidades emocionales y sus aplicaciones en la vida cotidiana

Pero la comunidad psicológica sigue sin ponerse de acuerdo sobre la verdadera naturaleza de la inteligencia emocional. Por ejemplo, se sugiere que la IE no sería más que una vertiente de la inteligencia, no ‘otro’ tipo de inteligencia que opera al margen de la cognitiva. Así mismo, la categorización de personas con alto índice de IE como individuos exitosos, optimistas y equilibrados se considera demasiado reduccionista y un punto artificiosa. 

En último extremo, el estudio de la inteligencia humana supone penetrar en el complejo universo de la mente humana que todavía oculta numerosos misterios. La inteligencia emocional sería una abstracción, una forma gráfica de identificar las sorprendentes capacidades del ser humano que, por supuesto, van más allá de un índice, ya sea el IQ o el EQ.  



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