Mientras en buena parte del mundo crece el interés por Falun Gong, en China se veta y persigue. ¿Por qué una filosofía heterodoxa, elemental, supuestamente inofensiva y con apenas tres décadas de historia despierta tanto recelo entre las autoridades chinas y tanto entusiasmo en la Europa más laica?
A continuación, os explicamos cuáles son los fundamentos de Falun Gong, por qué ha logrado tantos seguidores en tan poco tiempo y a qué se debe la polémica entre Occidente y China en relación a esta práctica.
Falun Gong: respirar, meditar y cultivar la moral
Inspirado por el qigong, un método terapéutico considerado “la madre del taichi” y que forma parte de la medicina tradicional china, el Falun Gong da un paso más allá al combinar el trabajo de respiración propio del qigong, con la meditación y la enseñanza moral budista.
En este sentido, en la base de las enseñanzas morales del Falun Gong estarían los valores de verdad, benevolencia y tolerancia que deben ser los pilares de la vida cotidiana del individuo.
“A diferencia de las vías monásticas” (propias de las religiones occidentales como el cristianismo), “el Falun Gong se practica en sociedad y sus estudiantes viven vidas regulares, que podrían incluir, casarse, criar hijos y/o seguir una amplia variedad de carreras”, señala la web de la oficina de prensa en español del Falun Gong o Falun Dafa, su nombre formal.
Así pues, de alguna manera, Falun Gong aspira a convertirse en una combinación de ejercicio físico suave, meditación y asesoría moral elemental para el individuo, una práctica con un pie en la filosofía y otro en la religión tradicional: “mientras Falun Dafa aspira a la transformación interna del ser, al mismo tiempo se refleja externamente en un cambio positivo en su entorno, a medida que el practicante se convierte en un miembro más tolerante de la familia, un empleado más consciente, o un miembro más activo de la sociedad”.
El objetivo final de esta combinación de ejercicios físicos, meditación y moral sería alcanzar la iluminación, “alcanzar el Dao (El Camino)”.
Falun Gong, la (dudosa) filosofía de Li Hongzhi
Pese a que los defensores del Falun Gong adscriben esta práctica a una tradición más amplia de “práctica cultivación” que ha existido en Asia durante milenios, lo cierto es que su historia comienza en 1992, cuando un exempleado de una corporación de cereales comienza a dar conferencias por toda China.
Como señala en el New York Times en este artículo, aquella época vive el boom del qigong y Hongzhi aprovecha esta situación para añadir a los ejercicios básicos de esta práctica una serie de enseñanzas morales básicas procedentes del budismo.
Pero no se queda ahí, por supuesto: “Muchos dicen que después de empezar a practicarlo sus enfermedades se curaron”. Así mismo, “muchos practicantes de Falun Gong intentan evitar el tratamiento médico cuando están enfermos” porque “los verdaderos creyentes en sus enseñanzas pueden expulsar la enfermedad de sus cuerpos sin tratamiento médico”.
Y es que los practicantes avanzados de Falun Gong “pueden desarrollar poderes sobrenaturales, como la capacidad de levitar y ver a través de paredes“.
Tampoco falta, al parecer, el apocalipsis y la salvación: “En las dos últimas décadas, las enseñanzas de Li han adquirido un tono apocalíptico. Con frecuencia ha hablado de cómo la práctica de Falun Gong puede salvar a la gente de la destrucción durante el fin de los tiempos“.
Si echas un vistazo a ese artículo verás que las “enseñanzas” del Falun Gong o Falun Dafa son algo más que simplemente respirar, meditar y ser benevolentes. Toman un cariz mesiánico, místico y victimista que nos resulta mucho más “cercano” y menos exótico. Y es aquí donde también entran en juego “los espías malvados del Partido Comunista de China”.
Falun Gong: ¿otra excusa para la batalla entre China y Occidente?
En este comunicado de Amnistía Internacional podrás repasar todo lo que supuestamente ha conllevado la campaña “contra la superstición” del Gobierno de China en los últimos años, una vez que el Falun Gong se extendió por buena parte del país lo que provocó, al parecer, la inquietud de las autoridades chinas: un movimiento con capacidad de movilizar a las masas al margen del Partido siempre puede ser una amenaza… para el Partido.
Y tanto que lo ha sido ya que hasta el Parlamento Europeo emitió una resolución el pasado enero en la que condenaba “la persecución sistemática para erradicar el movimiento religioso Falun Gong, que la libertad de religión se está deteriorando en toda la República Popular China; que la censura y la vigilancia basadas en la tecnología son elementos centrales de esta represión”.
Paralelamente, las autoridades chinas han promocionado diversas acciones mediáticas para ofrecer otra cara del Falun Gong que, en realidad, a su juicio, sería una peligrosa secta que “perjudica a los niños, a la mujer y no respeta los derechos humanos”, vertiendo dudas sobre su fundador al que acusan, incluso, de haber cambiado su fecha de nacimiento para que coincidiera con el nacimiento de Sakyamuni, fundador del budismo.
Y bien, ¿qué hay de cierto en todo esto? ¿Es Falun Gong una filosofía positiva para la sociedad perseguida por el Gobierno de China por su capacidad de movilización? ¿O es una elemental combinación de moral, medicina tradicional china y mesianismo occidental dirigida por un grupo de iluminados?
Probablemente, y como suele suceder en estos casos, todo el mundo miente y exagera un poco para obtener réditos políticos (y económicos) de este enfrentamiento, mientras la esencia del Falun Gong como meditación y enseñanza moral va perdiendo pureza y trascendencia espiritual, si es que alguna vez las tuvo.