Auroras boreales, sol de medianoche, majestuosos fiordos, 300 picos de montaña de más de 2000 metros, decenas de cascadas, fascinantes cuevas y un derecho a ‘vagar libremente’ por buena parte del territorio… La naturaleza en Noruega es un inmenso paraíso a la vuelta de la esquina y la friluftsliv la mejor forma de disfrutarlo.
A continuación, reflexionamos sobre el concepto de friluftsliv, la pasión noruega por la vida al aire libre que contribuye de forma decisiva en convertir al país escandinavo en uno de los más felices del mundo.
Friluftsliv, la vida en la naturaleza
“En la solitaria granja de la montaña / cojo mi abundante pesca. Hay un hogar y una mesa / y friluftsliv para mis pensamientos”. La tradición en Noruega ha otorgado a Henrik Ibsen la paternidad de uno de los conceptos más arraigados en la idiosincrasia del país escandinavo. Fue en el poema “En las alturas” de 1859 cuando aparecía por primera vez la palabra ‘friluftsliv’.
El protagonista del poema es un joven que lo deja todo para irse a vivir a las montañas. No le importa el frío, la nieve o la lluvia, hace de la naturaleza su casa, hace de la friluftsliv su modo de vida. Más de 150 años después de que Ibsen describiera así el alma noruega, la pasión por la vida al aire libre no es solo catarsis y revelación, es una auténtica forma de vida que se combina con el trabajo y la rutina semanal.
Los noruegos del siglo XXI no lo dejan todo para irse a vivir a las montañas, sino que se van a las montañas para no tener que dejarlo todo. Una terapia natural que recarga las pilas, aporta bienestar y acerca a muchos noruegos a esa entelequia contemporánea conocida como felicidad.
“No existe el mal tiempo, sino la mala ropa”. Este dicho más que popular en los países escandinavos es un pilar fundamental de la friluftsliv. Pese a que en los países del norte el verano es una etapa dorada del año que sus habitantes exprimen al máximo, con el invierno es cuando el concepto de la friluftsliv alcanza su máxima expresión: ni las peores condiciones meteorológicas detienen a los noruegos en su afán de disfrutar de la vida al aire libre. Y si hay que poner cuatro capas en vez de tres para salir de casa, adelante.
Según datos de la propia agencia turística noruega, la friluftsliv es la actividad de ocio preferida por los noruegos siendo practicada por más gente que todos los demás deportes juntos: nueve de cada diez noruegos manifiestan interés por la friluftsliv.
Y es que friluftsliv no alude a ninguna actividad en concreto: se trata del simple acto de salir fuera, de conectar con la naturaleza, ya sea alcanzando un fiordo en medio de un temporal, ir a recoger setas o pasear al perro por un parque. No tienes que hacer nada en concreto, solo salir y contemplar.
Eso sí, cuando la naturaleza está a la vuelta de la esquina y no tienes ‘otras’ preocupaciones, entregarse a la friluftsliv es más sencillo. Noruega no es solo uno de los países más ricos del mundo —desde que empezaran a explotar el petróleo en la década de los 60— sino que tiene una de las menores tasas de desempleo de Europa y diversos derechos laborales que en otros países suenan a ciencia ficción.
Por otro lado, muchas empresas bonifican a sus empleados por acudir al trabajo en bicicleta o a pie y ofrecen horarios flexibles que permiten a muchos noruegos compatibilizar el trabajo con la vida familiar y las actividades al aire libre, con la friluftsliv. Y es que más de la mitad de los noruegos tienen acceso a una residencia en un entorno natural.
Esta vida al aire libre es también fomentada por el derecho de acceso conocido como allemannsretten, un concepto recogido por la Ley de Recreación al Aire Libre de 1957 y que garantiza a todos los habitantes y viajeros el derecho a disfrutar de la naturaleza incluso en grandes terrenos privados. Una noción habitual en otros países escandinavos como el caso de Finlandia y que aporta un escenario casi infinito para el disfrute de la friluftsliv.
Los beneficios de la vida al aire libre
Después de aquellas terribles semanas de encierro, muchas personas sintieron —y siguen sintiendo— vértigo a la hora de salir de casa. La imposición de no poder disfrutar de un sencillo paseo por el parque por motivos sanitarios ocasionó diversas alteraciones psicológicas en personas de todas las edades con consecuencias aún sin evaluar. Y es que el ser humano mantiene una estrecha conexión con la naturaleza que no se puede cercenar.
Un estudio de la Universidad de Stanford investigó el impacto psicológico que tiene la experiencia de la naturaleza en el afecto y las capacidades cognitivas. Se asignó al azar a sesenta participantes una caminata de 50 minutos por un entorno urbano o un entorno natural concluyendo que las personas que habían participado en la ruta por la naturaleza habían disminuido su ansiedad aumentando su rendimiento de la memoria en el trabajo.
Así mismo, una encuesta realizada en Noruega el año pasado recogió que nueve de cada diez habitantes del país escandinavo sentían menos estrés y estaban de mejor humor cuando pasaban tiempo al aire libre.
Y es que la naturaleza ofrece numerosos estímulos que inducen a la paz interior: el ser humano se abre hacia la naturaleza cuando vive al aire libre desconectando de sus propios preocupaciones, a menudo insignificantes.
¿Nunca has sentido que un problema ‘se arregla solo’ tras una jornada en plena naturaleza? No es magia, es mirar hacia fuera de nosotros mismos para volver a conectar con el misterio de la vida. Y esa conexión se produce de forma mucho más intensa si estamos ahí fuera, viviendo la naturaleza.