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Los trastornos que nos deja la postpandemia

Son numerosos los problemas psicosociales que surgen a medida que se acerca la fase final de la etapa pandémica de COVID-19 y entramos en una nueva etapa endémica: son los trastornos que nos deja la postpandemia y que afectan a buena parte de los grupos de población, desde los niños y adolescentes hasta los adultos mayores, pasando por los propios profesionales de la salud. 

Aunque la sociedad en su conjunto prefiere mirar hacia delante y olvidar los estragos de una pandemia que, junto a las restricciones derivadas de la misma, cambió durante casi dos años nuestra forma de vida, desde el punto de vista científico es el momento de analizar con la suficiente perspectiva las consecuencias de la pandemia, especialmente a nivel de salud mental de la población. 

Ansiedad social 

Los trastornos que nos deja la postpandemia
Una mujer con mascarilla ante una ventana – Fuente: Unsplash

Según el estudio publicado online por Issues in Mental Health Nursing el pasado mes de junio, la ansiedad social es uno de los trastornos más comunes en la población tras la vuelta a la normalidad. Se trata de un trastorno de ansiedad producto de “volver a las situaciones sociales previas a la pandemia”, un temor no solo al contagio de COVID-19, el cual va reduciéndose paulatinamente, sino también a participar en actividades sociales al haber perdido el hábito de interactuar con otras personas. 

Como citaba en su momento el presidente del departamento de Psiquiatría y Neurociencias del Comportamiento del hospital Cedars-Sinai en Los Ángeles, Itai Danovitch: “estos cambios —hacia la normalidad— son emocionantes para unos y abrumadores para otros”.  

No obstante, “no toda ansiedad o miedo es un trastorno de ansiedad”. Solo en casos como “no ir a trabajar por sentir ansiedad” de forma recurrente, “tener ataques de pánico”, o si “la ansiedad social obstaculiza sus vidas”, debe suponer una alerta para el individuo: es el momento de pedir ayuda profesional. 

Trastornos depresivos 

Ya en los inicios de la pandemia se percibió un aumento significativo de los trastornos depresivos que pasó del 36,4% en verano de 2020 al 41,5% en febrero de 2021, según el estudio citado previamente. Además, también aumentaron las personas que informaron de dichos trastornos, pero no recibieron terapia de salud mental: del 9,2 al 11,7%. 

En la misma línea se manifiesta un estudio presentando el pasado marzo por la OMS según el cual, durante el primer año de la pandemia, la prevalencia mundial de ansiedad y depresión aumentó en un 25%.  

Este aumento de depresión y ansiedad se produjo en mayor medida en los países más afectados por el COVID-19, más en mujeres que en hombres y más en jóvenes de entre 20 y 24 años que en adultos mayores: “La información que tenemos ahora es tan solo la punta del iceberg, una llamada de atención a todos los países para que presten más atención a la salud mental”, a juicio de Tedros Adhanom Ghebreyesus, director de la OMS. 

Estrés postraumático 

Los trastornos que nos deja la postpandemia
Un persona mira hacia abajo y se toca la cabeza – Fuente: Unsplash

A pesar de los denodados esfuerzos de los departamentos de Salud Mental de las instituciones médicas, elaborando guías de salud mental positiva desde el inicio de la pandemia, para dichas instituciones la situación también supuso un impacto abrumador que las desbordó

No obstante, algunos análisis anteriores a la pandemia ya ponían en cuestión la capacidad de “planificación ante una pandemia para abordar las necesidades de salud conductual de los niños y las familias”. Es el caso del estudio publicado ya en 2013 por Cambridge Press University en el que se analizaron datos del índice de reacción de estrés postraumático en familias

Los hallazgos de la investigación concluyeron que “los desastres pandémicos y las respuestas posteriores de contención de enfermedades pueden crear una condición que las familias y los niños encuentren traumática”.  

Siete años después de la publicación de ese análisis pudimos comprobar que, efectivamente, un desastre pandémico podía poner en jaque las estrategias específicas para garantizar la salud conductual de la población, en este caso en lo que se refiere al estrés postraumático de las familias, así como de los propios trabajadores de la salud. 


En este sentido, el estrés postraumático ha sido especialmente significativo en pacientes que han vivido situaciones cercanas a la muerte propia o de un familiar, todo ello en unas circunstancias muy particulares que evitaban el contacto, incluso entre los propios miembros de una familia.

Así mismo, los profesionales de la salud son el colectivo que más ha padecido (y padece) este trastorno debido a su exposición a situaciones dramáticas y arriesgadas en relación a un posible contagio. 

Los trastornos de la postpandemia en niños y adolescentes 

Los trastornos que nos deja la postpandemia
Una madre y una niña pequeña, ambos con mascarilla – Fuente: Unplash

Especialmente relevantes están siendo los trastornos de la postpandemia en niños, adolescentes y jóvenes, grupos de población muy afectados por las restricciones, con semanas sin poder salir de casa y meses sin pisar una institución educativa.  

El informe citado de la ONU alertaba de aumento de los pensamientos suicidas entre los jóvenes. En la misma línea se posicionaba un informe de la Asociación Española de Pediatría (AEP) tras su congreso de junio de 2021: “Se duplican los casos de urgencias psiquiátricas infantiles, los trastornos de conducta alimentaria, que son cada vez más graves, los casos de ansiedad, trastornos obsesivo-compulsivos, depresión y las autolesiones e intentos de suicido en adolescentes”. 

Otro estudio publicado por la Universidad de Chile en junio de 2021 concluía que de forma negativa se observa “mayor dependencia emocional, inmadurez mental, problemas de sueño, incremento de la obesidad infantil, mayor exposición a equipos tecnológicos/electrónicos”. 

Suicidios en adolescentes y jóvenes

El informe de la AEP recordaba que el “el suicidio es la segunda causa de muerte en jóvenes entre 15 y 29 años —tras los accidentes de tráfico— y su principal desencadenante es la depresión, en especial cuando no se diagnostica y no se trata”.  

En este sentido, un informe publicado en la Revista de Psiquiatría y Salud Mental en septiembre de 2021, registraba un incremento del 43,20% de las consultas por ideas e intentos de suicidio en la población general con respecto al periodo 2018-2019 y un incremento máximo del 573,8% en menores de edad en mayo de 2021.


Trastornos de conducta alimentaria 

Un estudio de la Universidad de Zaragoza sobre los trastornos alimentarios en adolescentes durante la pandemia concluyó que los TCA afectan a una proporción de niños y adolescentes cada vez mayor. Durante el periodo de pandemia se observó más gravedad en las categorías de comportamientos restrictivos asociándose a una mayor pérdida de peso. 

Adicción a pantallas y a sustancias

Los trastornos que nos deja la postpandemia
Una chica sigue una ceremonia de graduación online – Fuente: Unsplash

El informe de la AEP señalaba también que, durante el confinamiento y la nueva normalidad, el tiempo dedicado a las pantallas había aumentado significativamente puntualizando que “una de las medidas más efectivas para evitar conductas adictivas consiste en garantizar el acceso a actividades alternativas saludables (…) pasar tiempo al aire libre con sus iguales y realizar actividades deportivas y de ocio, el tiempo dedicado a pantallas se reduce de forma notable”. 

Por otro lado, en dicho informe, la presidenta de la Asociación Española de Pediatría, María José Mellado, señalaba que “según algunos expertos y basándose en efectos históricos, es probable que a los 2-3 años surja un aumento brusco de todo tipo de consumos en jóvenes, lo que se está denominando «Los nuevos locos años 20»”. 

No obstante, el informe de la AEP también indicaba que sus conclusiones eran preliminares, “confiando en que al retomar sus hábitos saludables habituales y contando con el apoyo necesario, la mayoría de los niños y adolescentes recuperen su funcionamiento normal”. 

Atención a niños y adolescentes en situación vulnerable 

Así mismo, otros estudios han abordado el impacto de la pandemia desde otra perspectiva, la de la atención a los niños y adolescentes en condiciones de vulnerabilidad social buscando reflexionar sobre las posibilidades de asistencia de esa población, en especial aquellos niños y adolescentes que tiene acceso de sus derechos “debilitados o violados”

La postpandemia en adultos mayores 

Los trastornos que nos deja la postpandemia
Un hombre mayor en un balcón – Fuente: Unsplash

Si los niños y adolescentes fueron el grupo de población más afectado por los efectos colaterales de la pandemia, especialmente por las medidas restrictivas para contener la expansión del virus, los adultos mayores batallaron en dos frentes: ser el grupo de población más vulnerable al virus y padecer, a su vez, las restricciones sanitarias. 

Un estudio de varias universidades de México abordó el cuidado de la salud mental en adultos mayores en la transición de la pandemia a la nueva normalidad, alertando sobre las consecuencias del aislamiento de dicho grupo poblacional potenciándose la presencia de síntomas psicológicos que afectan a su salud. 

Buena parte de los trastornos citados para la población general tienen también incidencia entre los adultos mayores. Un estudio del impacto psicosocial de la COVID-19 en las personas mayores ponía en primer plano los problemas y los retos a la hora de abordar la situación en este grupo de edad, incidiendo en la discriminación y los estereotipos usados en líneas generales para informar acerca de este grupo de edad. 

Tal y como afirma este estudio, “necesitamos investigaciones que nos muestren la relación entre variables para poder estar preparados frente a otras crisis sanitarias (…) siendo crucial generar evidencias de calidad sobre los impactos de los confinamientos sobre la población mayor y las posibles intervenciones para prevenirlos, revertirlos o paliarlos”. 

Postpandemia y profesionales de la salud 

Los trastornos que nos deja la postpandemia
Un sanitario se collca la mascarilla – Fuente: Unsplash

Por último, conviene reseñar los trastornos que han afectado y afectan a los profesionales de la salud, como avanzábamos más arriba. Se trata del grupo profesional más expuesto a la pandemia, sin olvidar otros colectivos como los trabajadores de supermercados o los repartidores que también se mantuvieron en liza durante la peor época del virus, entre marzo y mayo de 2020. 

Como recordaba un informe de la OPS (Organización Panamericana de la Salud) y de las universidades de Chile y Columbia de enero 2022, “el personal de salud de once países de América Latina presenta elevadas tasas de síntomas depresivos, pensamiento suicida y malestar psicológico”. 

El académico de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile Rubén Alvarado aseguró que “la pandemia dejó al descubierto que los países no han desarrollado políticas específicas para proteger su salud mental. Existe una deuda sanitaria que se debe saldar”.  

Así mismo, el informe llamó a ofrecer apoyo a los trabajadores de la salud “para el cuidado de sus hijos y de las personas mayores a su cargo, dado que en su mayoría son mujeres y cuidadoras”: “Después de dos años de pandemia, muchos trabajadores siguen sin recibir el apoyo que necesitan y eso puede hacer que se desarrollen diferentes trastornos mentales en los próximos años, algo para lo que tenemos que estar preparados”, concluía Ezra Susser de la Universidad de Columbia de Nueva York. 

Conclusiones 

Los trastornos que nos deja la postpandemia
Un teatro anuncio su cierre temporal – Fuente: Unsplash

Como decíamos al principio, la población general desea mirar hacia delante y dejar la pandemia atrás como si se tratase de un mal sueño, y es hasta cierto punto comprensible teniendo en cuenta el esfuerzo que la ciudadanía hizo durante tantos y tantos meses.  

No obstante, la comunidad científica, particularmente investigadoras del ámbito de la salud, pero también historiadores y politólogos, están elaborando estudios que abordan la pandemia desde diferentes ópticas, pero siempre contando con el beneficio que da tener una mayor perspectiva de los problemas derivados de la pandemia, algo que no sucedía en los primeros meses de la misma. 

En este sentido, conviene ser constructivos y comprensivos tanto con las instituciones políticas y sanitarias que, desde luego, no acertaron siempre con las medidas a tomar para contener el virus y establecer criterios restrictivos para evitar su expansión.  

Pese a algunos estudios previos, como el mencionado publicado en Cambridge Press University, es evidente que nos enfrentábamos a un escenario inédito en la historia reciente y las medidas a tomar no tuvieron el suficiente margen, apostando, en buena medida, por una fórmula del ensayo y error que en buena parte no tuvo en cuenta —o minusvaloró— las consecuencias a nivel de salud mental de dichas medidas en toda la población, especialmente en los grupos más vulnerables: adultos mayores, niños y adolescentes y profesionales sanitarios. 

Dos años y medio más tarde, sin embargo, es momento de sacar conclusiones sin la presión de la actualidad sanitaria ni mediática, de forma que, si en el futuro próximo nos enfrentamos a una situación parecida, todas las instituciones y la propia ciudadanía estemos mejor preparados.  

Y esto solo se logrará a través de estudios que valoren estos dos años y medio de pandemia y postpandemia desde una óptica puramente científica, sin soslayar, nuevamente, las consecuencias en salud mental que pueda tener una situación como la vivida. 



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