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Overthinking: cómo hacer frente al ‘pensar demasiado’

Overthinking es un término que designa la tendencia a la cavilación obsesiva, a repetir incesantemente patrones de pensamiento que conducen a un círculo vicioso de preocupación, ansiedad, nerviosismo y muchas dudas.  

Si tú también eres incapaz de reorientar tu mente hacia reflexiones constructivas dirigidas a la acción y te quedas anclado en una suerte de entumecimiento mental improductivo, sigue leyendo: te contamos por qué pensamos demasiado (mal), cuáles son sus consecuencias, además de varias sugerencias para poner freno al denominado overthinking

Overthinking: ¿Por qué se produce? 

Overthinking
Un hombre con gesto pensativo – Fuente: Unsplash

La persona tendente al overthinking dedica buena parte de su tiempo libre —incluso de su tiempo ocupado— a darle vueltas a las cosas. Generalmente, este hábito malsano se presenta de forma más elocuente a la hora de solucionar problemas “cotidianos”: laborales, familiares, de pareja, amistades, etc. 

Esta tendencia al pensamiento rumiante es muy habitual como revisión de sucesos pasados o de acontecimientos futuros. En el primer caso, hay quien es capaz de pasar días a días analizando hasta en el más mínimo detalle una conversación pasada: se estudian los gestos y las palabras como si hubiera forma de dar marcha atrás en el tiempo para convertir esa conversación en algo “perfecto”

Así mismo, también se tiende al overthinking con los eventos futuros, preparando, por ejemplo, todos los pormenores de una reunión laboral más o menos relevante de forma obsesiva, hasta la posición física que se va adoptar en la silla.  

Si el runrún constante sobre el pasado y el futuro más intrascendentes ocupa buena parte del pensamiento de una persona que abusa del overthinking es debido, principalmente, al miedo y al perfeccionismo.  

Miedo al fracaso, a que las cosas salgan mal y, como consecuencia, nos atormenten. Y la creencia errónea —y peligrosa— de que somos capaces de alcanzar una suerte de perfección en nuestras acciones y comportamiento. Como si un día, allá en el futuro lejano, podamos sentarnos satisfechos en un sofá diciendo: “por fin lo he logrado, soy perfecto”.

Así mismo, el miedo al fracaso atenaza y revuelve el pensamiento, incapacitando nuestra habilidad para transformar la reflexión en acción.  

Por su parte, el perfeccionismo puede esconder altas dosis de egocentrismo, pero también de inseguridad y victimismo. Como tenemos una gran consideración sobre nuestras potenciales capacidades, pero nunca seremos capaces de alcanzarlas plenamente, permaneceremos siempre inmersos en un círculo vicioso de frustraciones, lamentos y maldiciones

Overthinking: Agotamiento psíquico y emocional 

¿Qué es el efecto Zeigarnik?
Una chica joven se muerde un labio pensando – Fuente: Unsplash

Pensar demasiado y que esas reflexiones no conduzcan a acciones congruentes con dichos pensamientos conduce irremediablemente a la frustración, la primera consecuencia negativa del overthinking

Al fin y al cabo, generalmente pensamos con un objetivo, con el de buscar una solución a una situación. Si nuestro pensamiento no se traduce en soluciones no somos capaces de “deshacernos de él” y puede volver a nosotros hasta convertirse en uno de los denominados pensamientos rumiantes, una obsesión permanente. 

Por supuesto, estar obsesionado con una idea inmóvil e improductiva, que no avanza ni retrocede, supone un considerable gasto de energía. Cuando esos pensamientos se agolpan en nuestra mente podemos terminar con un considerable agotamiento tanto psíquico como emocional con consecuencias también en nuestro físico. 


Es muy común, en este sentido, que las personas tendentes al overthinking terminen teniendo dificultades para concentrarse en tareas más o menos sencillas, acusen debilitamiento físico y dificultades para conciliar el sueño al estar permanentemente preocupados. 

Finalmente, si no somos capaces de poner freno al círculo vicioso del overthinking, podemos terminar sufriendo trastornos de ansiedad fruto de una situación de tensión mental que se alarga en el tiempo. 

¿Cómo poner freno al overthinking

depresión
Una persona piensa sentada en un banco – Fuente: Depositphotos

Detener esta tormenta de ideas obsesivas que dan vueltas una y otra vez en nuestra cabeza no es un proceso sencillo. No vale con tocar el botón de off para “apagar” nuestro cerebro, pero existen diferentes opciones más o menos prácticas que te pueden ayudar a poner freno al exceso de pensamiento recurrente. 

Redirige tu pensamiento 

No podemos apagar la mente, nuestro cerebro se halla en una constante ebullición de ideas. Pero sí podemos redirigir esos pensamientos hacia ámbitos menos lesivos y hacia acciones constructivas. Para empezar, debemos aprender a relajarnos y desconectar.  

No está mal buscar diferentes soluciones a un problema, pero si tras un tiempo razonable no hemos sido capaces de “dar con la tecla”, es mejor dejarlo. Hasta nueva orden, al menos. Incluso, en algunas situaciones, si no somos capaces de dar con la solución en un tiempo razonable, es que, tal vez, no hacer nada al respecto sea justamente la “solución”.  

En este sentido, hay que recordar que es inútil intentar controlarlo todo e intervenir en todas las situaciones para demostrar nuestra valía y capacidad. Al contrario, ceder y delegar es un acto de modestia e inteligencia práctica. 

Así mismo, otra forma de redirigir el pensamiento es cambiar radicalmente de tercio. Si no puedes con una cosa que te preocupa, ocúpate de otra diferente. Ya verás qué pronto la primera situación ya no parece tan preocupante. Al fin y al cabo, redirigir la mente conlleva controlar el pensamiento, que no te controle él a ti. Porque, como decíamos, no somos capaces de dejar de pensar… ¿o sí? 


Medita 

No son pocas las diferentes técnicas de meditación que desembrollan la confusión del pensamiento y la habitual ebullición de ideas. Con tan solo unos minutos al día, la meditación puede suponer para ti esa recarga de energía mental imprescindible para afrontar cualquier reto.  

Los defensores de esta fórmula definen la meditación como una suerte de ejercicio mental comparable al que practicamos con nuestro físico. Pero como sucede con cualquier ejercicio, también necesitas un periodo de aprendizaje. Y es que la meditación no consiste exactamente en dejar la “mente en blanco”, sino en manejar el pensamiento, gestionando justamente esos pensamientos obsesivos hasta distanciarnos de ellos lo suficiente para visualizar su esencia y resolverlos de forma sencilla.

Así, por ejemplo, la meditación trascendental del célebre Maharishi Mahesh Yogi —o del cineasta David Lynch—busca un estado de conciencia pleno, pero libre de cualquier control mental. Analizado desde un punto de vista científico en diversos estudios, se considera una actividad que puede reducir el estrés y aumentar la flexibilidad psicológica

Relativiza pasado y futuro 

Ya sabes lo que dicen: si vives con un pie en el pasado y otro en el futuro, tu presente no se sostiene. Vivir el presente es un mantra que nos persigue desde el principio de los tiempos, tan sencillo de entender y tan complicado de aplicar.  

Pero vivir el presente no supone olvidar el pasado y negar el futuro, eso sería imposible además de irresponsable. Todos tenemos un pasado y un porvenir que apuntalan nuestra identidad. Pero no debemos caer en la trampa de vivir de espaldas al presente, algo muy habitual en las personas con tendencia al overthinking.  

Si ocupas buena parte de tu tiempo resolviendo el irresoluble pasado y sacando el paraguas para los tormentos del futuro, te pierdes la belleza del instante. ¿Hace cuánto que no observas detenidamente ese árbol que está frente a tu casa, o ese pájaro que pía en tu ventana cada mañana? ¿Demasiado ocupado resolviendo tu (pequeño) mundo? Tranquilo, tu mundo seguirá girando aunque dediques un poco de tiempo a disfrutar del presente. Y lo que es más importante, tu mente y tu cuerpo te lo agradecerán. 

Cuando pensar “demasiado” sí es positivo 

Overthinking
Una chica joven ante un escritorio – Fuente: Pexels

Para completar nuestro entendimiento del concepto de overthinking debemos diferenciar esta clase de cavilaciones de la reflexión más serena. El overthinking es especialmente negativo cuando aparece vinculado a sucesos cotidianos, pequeños problemas y contratiempos diarios a los que comúnmente dedicamos más tiempo de lo que se merecen: una discusión familiar, un mal día en el trabajo, una conversación poco gratificante en el WhatsApp o incluso la derrota de tu equipo preferido. 

Si hacemos una sencilla operación matemática de la cantidad de tiempo que gastamos pensando en todos esos sucesos cotidianos nos daremos cuenta de que ocupan buena parte de nuestra mente a lo largo del día, agotando en muchos casos nuestro depósito de energía psíquica hasta el punto de no tener tiempo para “otra” clase de pensamiento. 

Y esa otra clase de reflexiones son las que se producen cuando la mente está en “modo sereno” y pueden surgir las “grandes” ideas, esas que van un poco más allá de la reunión en el AMPA y el rayón en tu flamante coche nuevo.  

Al fin y al cabo, el mundo avanza gracias a que somos capaces de pensar “demasiado” sobre las grandes cuestiones humanas, sin olvidar, en este sentido, que la duda, con mayúscula —no la duda de qué camisa me pongo para deslumbrar en la presentación, si la rosa o la azul— es la base de la ciencia y la filosofía y el motor del conocimiento.

Ya lo dijo Pedro Abelardo inspirado por Aristóteles: “El principio de la sabiduría se encuentra en la duda; al dudar llegamos a la pregunta, y al buscar la respuesta podemos llegar a la verdad”.



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