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¿Qué es la depresión post-vacacional y cómo combatirla?

Primer día de trabajo tras dos semanas de vacaciones. Ducha rápida, desayuno ligero, media hora de atasco, reencuentro con los compañeros de trabajo, montañas de papeles sobre la mesa de la oficina. Encender el ordenador. Bostezo. Cansancio. Malestar. Nerviosismo. Y mañana, otra vez lo mismo. ¿Es así como se manifiesta el síndrome postvacacional?

En el siguiente artículo repasamos las connotaciones de este trastorno psicológico que afecta a millones de personas desgranando sus síntomas y aportando consejos para superarlo.  

¿Qué es el síndrome postvacacional? 

¿Existe el síndrome postvacacional?
Un hombre con las manos en la cabeza frente a un ordenador – Fuente: Pixabay

No existe unanimidad en la comunidad científica en torno al síndrome postvacacional. En algunos casos, se define como una consecuencia de la inadaptación al trabajo o la percepción del mismo como una actividad negativa que exige demasiado sacrificio: el clásico “esto no está pagado”. En otros, se estudia como parte de un trastorno psicológico individual que tendría mayores repercusiones y que se manifiesta en la vuelta a la rutina, pero también en otras circunstancias.  

No obstante, sí existe un considerable grupo de expertos que consideran que la depresión postvacacional tiene entidad en sí misma y que puede ser tipificado como síndrome: un conjunto de fenómenos psicológicos que caracterizan una situación determinada. 

En este sentido, el síndrome postvacacional sería una alteración física y psicológica del individuo que se produce cuando este se reincorpora a una rutina tras salir de unas vacaciones.

Este contraste entre la forma de vida asociada a las vacaciones caracterizada por una mayor flexibilidad choca directamente con la ‘normalidad laboral’ determinada por la rutina horaria. Esta readaptación es a menudo traumática teniendo consecuencias tanto físicas como psicológicas. 

Síntomas del síndrome postvacacional 

¿Existe el síndrome postvacacional?
Un hombre con las manos tapándose la cara – Fuente: Unsplash

Hay que tener en cuenta que los síntomas derivados del síndrome postvacacional dependen de la conexión de cuatro variables: la personalidad del sujeto, su estilo de vida, las particularidades de su trabajo y de su entorno laboral y la gestión del tiempo. En este sentido, si las cuatro variables tienen derivaciones negativas, el síndrome postvacacional, obviamente, será más severo. 

Síntomas físicos del síndrome postvacacional 

  • Trastornos gastrointestinales 
  • Trastornos en la alimentación: falta o exceso de apetito 
  • Insomnio 
  • Fatiga 
  • Sudoración 

Síntomas psicológicos del síndrome postvacacional

  • Ansiedad 
  • Depresión 
  • Cambios de humor 
  • Nerviosismo 
  • Apatía 
  • Falta de autoestima 

La mayoría de análisis que estudian el síndrome postvacacional han concluido que se trata de un trastorno que tiene más repercusión en las mujeres, probablemente por el hecho de que muchas de ellas suman al trabajo un importante papel en la organización de las tareas familiares.  

Así mismo, lo más habitual es que los síntomas, tanto físicos como psicológicos, remitan pasados unos días, una vez que el individuo se adapte a la rutina tanto laboral, como familiar y social. Solo en el caso de que los síntomas deriven en un síndrome de ansiedad generalizada o un estrés crónico, se debería consultar con un profesional ya que, como hemos apuntado, este síndrome postvacacional podría ser una consecuencia de otras patologías psicológicos más graves.  

Consejos para evitar el síndrome postvacacional 

¿Existe el síndrome postvacacional?
Un hombre de espaldas con un maletín – Fuente: Unsplash

La mayoría de recomendaciones para evitar las alteraciones de una vuelta a la rutina tras unas vacaciones son muy sencillas y hasta obvias. Al fin y al cabo, no se trata ni más ni menos que de adaptarnos a un cambio en nuestro patrón de vida: realizar esta adaptación de la forma más efectiva posible dependerá de nuestra experiencia, de nuestra actitud positiva y nuestro autoconocimiento.  

  • Retomar la rutina de forma gradual sin caer en la tentación de intentar arreglarlo todo el primer día. En este sentido, lo adecuado es programar el regreso a la rutina de forma anticipada. Si es posible, evitar regresar al trabajo de lunes para no tener toda la semana por delante.  
  • Incluir actividades satisfactorias en nuestra organización semanal que se vinculen al placer asociado a las vacaciones con el objetivo de conectar ambos periodos: evitar, de esta forma, que vacaciones y trabajo sean dos conceptos antagónicos y sin conexión. 
  • Mantener un horario laboral sensato
  • Relativizar la importancia del trabajo y enfocarlo de forma positiva y relajada. Se trata de un consejo evidente pero difícil de aplicar en determinados entornos laborales, no cabe duda.  
  • Recuperar cuanto antes una rutina de sueño adaptada al nuevo horario. 
  • Recuperar (si es que la hemos perdido en las vacaciones) una rutina de alimentación adecuada
  • No persistir en el autoanálisis en relación a las sensaciones negativas asociadas a la vuelta a la rutina. Dicho de otra forma: cuanto más pensemos en lo mal que no sentimos o lo mal que nos vamos a sentir tras la vuelta de las vacaciones, peor no sentiremos.   
  • Aplicar un poco de humor a todas esas situaciones derivadas de la vuelta a la rutina. Al fin y al cabo, en la mayoría de ocasiones el individuo se adapta en unos pocos días sin mayores problemas.

El síndrome postvacacional en los niños 

No solo los adultos podemos sufrir el síndrome postvacacional, también los más pequeños deben adaptarse a la “vuelta al cole”. Cuando los niños disfrutan de unas vacaciones muy largas, la vuelta a la rutina puede ser dura para ellos.

Aunque los más pequeños suelen mostrar una capacidad de adaptación al cambio superior a la de los adultos, no hay que minusvalorar las reacciones negativas de los niños ante la vuelta la rutina.  

En este sentido, muchos niños muestras dificultades de diversa índole a la hora de retomar el colegio: trastornos gastrointestinales, alteraciones de la alimentación, cansancio, cambios de humor, alteraciones del sueño con la aparición, incluso, de pesadillas. La consecuencia de todo ello es el temido: “papá, mamá, no quiero ir al cole”. 

¿Consejos? Hay que ser firme pero comprensivo tratando de enfatizar los beneficios que tiene para él acudir al colegio, no solo para recibir conocimiento, sino para ver a los compañeros, jugar, etc. En la mayor parte de los casos, al igual que en el caso de los adultos, el niño se adaptará en unos días a su nueva rutina.  



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