¿Sientes aversión a alguna de las imágenes que acompañan este texto? Si tu respuesta es afirmativa puede que sufras tripofobia, la patología que deriva del miedo o la repulsión a las imágenes que repiten patrones geométricos muy pequeños, especialmente hoyos o figuras circulares, pero también rectángulos. A continuación, explicamos el origen de la tripofobia, así como sus posibles causas.
AVISO: Si ya sabes que lo sufres, te recomendamos no seguir leyendo para evitar ver las imágenes que compartimos a continuación.
El origen de la tripofobia

Lo insólito de esta patología arranca con su propio origen que hay que rastrear en las redes sociales: fue en 2009 cuando un estudiante de Nueva York crea una página de Facebook sobre su temor subiendo diferentes imágenes características como la de los hoyos de la flor de loto. Para su sorpresa, miles de internautas se unieron al grupo manifestando que ellos también sentían aversión a esa clase de imágenes. Pronto la red se llenó de testimonios sobre la recién descubierta tripofobia.
Muchos de ellos señalaban síntomas leves como malestar o repulsión, pero otros llegaban a afirmar que esa clase imágenes les provocaban temblores, vómitos, aceleración del pulso, mareos o tensión muscular. Es así como esta alteración se vuelve viral y se gana su denominación: ‘tripo’ que proviene del griego trypa (agujeros) y ‘fobia’ que proviene del griego phobos (miedo).
Un estudio científico sobre la tripofobia

En el año 2013 se publica el primer estudio que aborda desde una perspectiva científica esta aversión que hasta ese momento solo había sido tratada en foros y redes sociales. Geoff G. Cole y Arnold J. Wilkins del Centre for Brain Science de la Universidad de Essex en Inglaterra publican su estudio que denominan de forma elocuente “Fear of Holes” (Miedo a los agujeros).
Tal y como los investigadores señalan en el inicio de su exposición, no siempre es sencillo explicar las causas o etiología de las fobias, entendidas estas como miedos irracionales y persistentes ante ciertas situaciones u objetos.
Admitiendo que se enfrentaban al análisis de una fobia que aún no había sido abordada desde una perspectiva científica, Cole y Wilkins deciden hacer un primer ensayo analizando la respuesta de un grupo formado por 286 adultos ante la imagen de una flor de loto caracterizada por sumar numerosos hoyos pequeños y muy juntos entre sí. Los resultados de esta investigación inicial señalaron que un 11% de los hombres y un 18% de las mujeres informaron de aversión ante la imagen mostrada durante el estudio.
En primera instancia, Cole y Wilkins pusieron en relación los resultados de este análisis inicial con algunas investigaciones previas sobre la incomodidad en la visualización de patrones geométricos tanto en la naturaleza como en determinadas obras artísticas caracterizadas por la acumulación de formas geométricas.
Es el caso del estudio realizado por Dominic Fernandez y el propio Arnold J. Wilkins en 2008 titulado “Imágenes incómodas en el arte y la naturaleza”. En este estudio se usó el mismo sistema de medición que usarían posteriormente para la investigación de la tripofobia: espectroscopia infrarroja que permite ver dónde están la sangre y la actividad en el cerebro ante la exposición a determinados estímulos visuales. A través de este mecanismo, los investigadores concluyeron que los patrones de múltiples rayas pueden provocar dolores de cabeza y convulsiones en determinadas personas.
Basándose en estos estudios previos, Cole y Wilkins ampliaron el estudio con un nuevo análisis en el que esta vez usaron 76 imágenes de patrones geométricos. Los investigadores concluyeron que las imágenes con altos contrastes entre la oscuridad y la luz repetidas muchas veces en un campo de visión podían tener un impacto en el espectador, tal y como sucede con las imágenes de patrones de múltiples rayas del estudio precedente.
Tripofobia: ¿una explicación evolutiva?

Pero la conclusión más interesante de los investigadores de la Universidad de Esexx es la posible relación que establecieron entre la tripofobia, la evolución del ser humano y la alerta ante situaciones peligrosas. En este sentido, el estudio señala que la tripofobia deriva de la relación que establece el cerebro entre estos patrones geométricas y el aspecto de determinados animales venenosos.
Se trataría, por tanto, de una adaptación evolutiva, una suerte de mecanismo de defensa tal y como sucede con la pareidolia para fomentar una reacción rápida del ser humano ante el contacto con determinados animales potencialmente peligrosos. A este respecto, se citan animales como el pulpo de anillos azules o la rana dardo, los cuales tienden a estar cubiertos de colores de alto contraste. Así, el cerebro que se alerta ante un patrón geométrico de estas características estaría lanzando una señal de alerta para ponerse en guardia o alejarse del peligro.
En el propio análisis inicial de Cole y Wilkins, un individuo del grupo analizado informó del miedo que sentía hacia ciertos animales que presentaban esos patrones en su piel, algunos de los cuales están entre los animales más venenosos del mundo, como la medusa de caja o avispa de mar, la considerada criatura más letal del planeta.

En una fase posterior del análisis, los investigadores incluyeron imágenes de algunos de estos animales, caracterizados o no por su piel de patrones geométricos, además de ampliar el análisis a una selección de serpientes y arañas, que también suelen despertar repulsión en muchas personas: en esta fase del análisis, los investigadores concluyeron que las imágenes de animales altamente venenosos poseían una característica espectral similar a las imágenes tripofóbicas.
No obstante, el propio Geoff Cole sugiere que existen otras posibles explicaciones para la tripofobia y que se necesitan más estudios para alcanzar un resultado más concluyente. Cole tampoco asegura que esta fobia tenga un propósito funcional relacionado con la adaptación evolutiva.
En este sentido, también deja abierta la puerta a que se trate de una fobia adquirida, en este caso producto de la viralidad que han alcanzado esas imágenes en los últimos años. Tal y como el propio Cole pregunta: ¿nacen las personas con repulsión a cosas como las ratas o estamos condicionados socialmente para tenerles miedo?