¿Se puede ‘curar’ la envidia?

La envidia no es buena, y, en muchos casos, puede convertirse en un auténtico problema. De hecho, son muchos los especialistas que ponen el foco en los aspectos patológicos y destructivos que la caracterizan, e incluso diferencian entre distintas categorías cuando se habla de ella.

Si tú o alguno de tu entorno tiene problemas con esta emoción, e incluso puede haberte acarreado algún problema o disgusto, seguro que te interesará conocer algo más sobre el tema, además de dar respuesta a una pregunta que tal vez te surja: ¿se puede curar la envidia?

Qué es la envidia

Papel
Papel con la palabra envidia/Foto: Unsplash

De manera general, podemos definir la envidia como el sentimiento por desear tener lo que posee otra persona, sea lo que sea. Como consecuencia, puede tratarse de objetos materiales, aspecto físico, reconocimiento o estatus social, trabajo, pareja, amigos, habilidades… La lista es infinita. Pero además de ello es necesario comprender que la envidia puede provocar emociones como la tristeza, la ansiedad, la depresión, la rabia o la ira.

Hay psicoanalistas que afirman que la envidia surge primero en la infancia, ya sea en la relación del bebé con su madre o en la experiencia del niño a la hora de gestionar la frustración. De hecho, este es un punto clave. Las personas con baja tolerancia a la frustración suelen ser más envidiosas que el resto, puesto que los dos sentimientos están claramente vinculados.

Podemos distinguir entre diferentes tipos de envidia, como la que surge entre hermanos, entre hombres y mujeres, entre compañeros de trabajo y aquella de carácter social, que incluye el estatus, el reconocimiento, la proyección personal, etc. Cada una de ellas afecta a una de las facetas de nuestra vida, y hay quien puede padecerlas todas, algunas o ninguna.

Características del envidioso

Jóvenes, gestos de envidia y celos
Jóvenes distanciadas/Foto: Unsplash

El envidioso sufre por no tener aquello que anhela, aunque una vez conseguido pudiera simplemente ignorarlo. Muchas veces subyace amargura e insatisfacción consigo mismo, lo que le lleva a desear las cualidades, características y situación personal de los demás, de manera que fantasea con ello. Esa diferencia entre lo que percibe que tienen los otros y lo que él mismo posee le provoca envidia, e incluso puede ser reflejo de un sentimiento de inferioridad.

Resulta curioso cómo las personas que se caracterizan por contar con la envidia entre sus rasgos de personalidad culpan a la vida en general y a la mala suerte en particular de no tener lo que creen que se merecen. Concluyen siempre que los demás que tienen aquello que ellos envidian es por la suerte, no por el trabajo, el esfuerzo o el merecimiento personal. Les costará mostrar admiración, porque esta envidia reductora lo enturbia todo y hará que minimicen los éxitos de los otros para no sentirse ellos inferiores. Es una forma pasiva de sabotear y valorar el trabajo y los méritos de los demás.

Causas de la envidia

Envidia
Mujer con letrero/Foto: Unsplash

Las causas por las que se origina la envidia pueden ser intelectuales, en las que la persona ignora sus propias limitaciones y características, sobrevalorándose habitualmente, y afectivas, cuando se tiene miedo a equivocarse y fallar en aquello que se reconoce que excede las propias capacidades. Ambas están relacionadas con la frustración. Y si hablamos de envidia patológica hay que recordar que suele estar ligada a individuos con rasgos de personalidad narcisista.

En el peor de los casos, los envidiosos pueden caer en conductas destructivas. De tal modo, en ocasiones, no tienen ningún impedimento a la hora de causar perjuicio o malestar a la persona objeto de su envidia.

De tal modo, eso que se denomina envidia sana, en realidad, no existe. La envidia sana no es otra cosa que admiración. Para poder hablar más exactamente de envidia necesitamos que albergue ese aspecto negativo de querer destruir lo otro o eliminar al otro. Mientras que la admiración conduce a la imitación o emulación, la envidia conlleva querer que el otro deje de ser tan afortunado e incluso hacer algo para conseguirlo. Otra forma frecuente es eliminarlo, aunque pueda ser metafóricamente, por lo que el envidioso puede tachar de su vida a esa persona a la que envidia justificándose por cualquier otro motivo.

¿Envidia incurable?

Pero ¿es la envidia incurable? Determinados especialistas, como el psiquiatra Castilla del Pino (2000), consideran que sí. Otros creen que puede modularse, sobre todo, en aquellos casos en las personas envidiosas que están en terapia o recibiendo tratamiento psicológico por otras causas. Estas podrían llegar a asumir sus limitaciones, apreciar lo que tienen en vez de estar todo el rato fijándose en lo que poseen los demás y aprender a manejar la frustración, por lo que ese talante envidioso podría disminuir.

Igualmente, es necesario aprender a sustituir todos los sentimientos negativos que alberga la persona envidiosa por los positivos. No obstante, es un trabajo arduo y difícil para el que se requiere paciencia, buena actitud y tiempo.



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