Puede que hayas oído hablar del tecnoestrés o que todavía no lo hayas tenido en cuenta, pero esta clase de estrés vinculada al uso de las tecnologías en el ámbito laboral no ha dejado de incrementarse en las últimas décadas, y puede que la padezcas sin haberte dado cuenta.
Para que puedas identificar este tipo de estrés y adoptar unos hábitos saludables para hacerle frente, vamos a contarte qué es exactamente el tecnoestrés y cómo puedes evitar padecerlo en un mundo en que estamos rodeados de pantallas.
Tecnoestrés y tecnología

Aunque podamos pensar que la clasificación del tecnoestrés como un tipo de estrés específico relacionado con las nuevas tecnologías es reciente, lo cierto es que fue el psiquiatra Craig Brod, allá por el año 1984 quien llamó la atención sobre él y acuñó el término en su libro Technostress: The Human Cost of the Computer Revolution.
En la actualidad, el tecnoestrés se reconoce como la incapacidad del individuo para gestionar de forma saludable las tecnologías de la información y la comunicación, conocidas como TIC.
La verdad es que su auge ha sido tal a medida que el uso de teléfonos móviles, redes sociales y el trabajo a través de internet se han popularizado que el tecnoestrés ha derivado en tres tipos específicos: la tecnoansiedad, la tecnofatiga y la tecnoadicción, tal y como recoge el Instituto Nacional de Seguridad e Higiene en el Trabajo (INSHT).
Tecnoansiedad

La tecnoansiedad es el estrés tecnológico más frecuente, aquel en el que pensamos cualquiera de nosotros cuando nos hablan de tecnoestrés. La ansiedad que se manifiesta física y psicológicamente en el individuo ante el uso de las tecnologías en la vida laboral es su característica más relevante.
Esta ansiedad provoca que exista reticencia a utilizar las tecnologías en el trabajo, rechazo absoluto para aprender a servirse de nuestros dispositivos electrónicos y programas informáticos o aplicaciones móviles y pensamientos negativos sobre uno mismo y la facultad para aprender a manejarse con todo ello. De tal manera, se constituye como un tipo específico de tecnoansiedad: la tecnofobia.
Tecnofatiga

La tecnofatiga se refiere al cansancio y agotamiento mental que nos provoca el uso de las herramientas TIC y la tecnología a su alrededor.
Tal es el cansancio en el que podemos incurrir ante esta situación de estrés que incluso se encuentra catalogado el denominado síndrome de la fatiga informativa, derivado de la saturación de información que recibimos por distintas vías en una sociedad en la que parece que tenemos que estar al tanto de absolutamente todo o corremos el riesgo de quedar fuera del mundo. De tal forma, la tecnofatiga también está relacionada con el FOMO.
Tecnoadiccion

Pero sin duda el mayor riesgo del tecnoestrés es incurrir en una tecnoadicción, esto es, el uso compulsivo de las tecnologías, la incapacidad de desconectar del móvil y de gestionar cualquier tipo de situación sin hacer uso de ellas.
Los tecnoadictos necesitan estar al día de todas las novedades tecnológicas y poseer siempre lo último de lo último. Constituyen auténticos adictos ala tecnología y son incapaces de organizar sus vidas sin ellas. De hecho, si no tienen acceso a internet se sienten mal y, aunque quieran prescindir de ellas, no pueden. Cada vez que suena una notificación saltan a mirar qué es y revisan las pantallas una y otra vez para comprobar si alguien ha dejado un «Me gusta» en las redes sociales o si le ha entrado algún correo electrónico.
Como todas las adicciones, esta situación condiciona y limita la vida de aquellos que la sufren, afectando tanto a su vida laboral como a la personal y, por extensión, a las personas que les rodean. Al fin y al cabo, los tecnoadictos son personas dependientes de la tecnología, que actúan de forma compulsiva, aunque seguramente lo negarán y se escudarán en que todo el mundo hace lo mismo antes de reconocer que tienen un problema.
Síntomas del tecnoestrés
En cualquiera de sus formas, el tecnoestrés tiene una serie de síntomas que te ayudarán a detectar si lo padeces. Entre estas consecuencias negativas, las más frecuentes y reconocibles son las físicas, como la fatiga visual, dolores musculares, problemas de sueño, trastornos gastrointestinales y el dolor de espalda causado por posturas inadecuadas, pero las sociales también resultan fáciles de identificar, como las discusiones con la pareja o la escasez de tiempo para hacer cualquier otra cosa.
La gravedad de padecer tecnoestrés laboral viene dada porque es posible que, a raíz de este, uno termine desarrollando burnt out, también conocido como el síndrome del trabajador quemado.
Hábitos saludables
Para evitar padecer tecnoestrés solo has de mantener unos hábitos saludables muy sencillos de adquirir. Antes de nada, en el trabajo o en los estudios, debes planificar debidamente el tiempo, para que las tecnologías no afecten a tu productividad y te desconcentren. Silencia notificaciones, acostúmbrate a apagar el teléfono cuando puedas hacerlo y reserva las redes sociales para determinados momentos de tu tiempo libre.
Si te genera fobia el uso de las tecnologías, no te agobies. Pide ayuda y aprende cómo manejar sin problema ese programa o esa aplicación. No todos sabemos de todo y, antes de manejar algo, cualquiera de nosotros ha tenido que aprender a hacerlo. Reconocer que necesitas ayuda no hará que seas menos que los demás, al contrario, no hay mayor señal de inteligencia que admitir que se desconoce algo, el mejor modo de seguir aprendiendo cosas a lo largo de la vida y adaptarse a todas las situaciones que se te presenten.
No seas víctima de la ansiedad y pide que te echen una mano o realiza un cursillo rápido para ponerte al día. Y en tu vida personal disfruta de los tuyos, que una pantalla no te envíe a kilómetros de distancia de la persona a la que tienes al lado.