‘La vida de Brian’ y los ¿límites? del humor | Ana Pardo de Vera
publicado el 27 de Mayo de 2023
La libertad de expresión es uno de los principales puntales de las
democracias y, como tal, debe ser protegida por todos los poderes,
Ejecutivo, Legislativo y Judicial. En España, tenemos un problema
con las leyes que condenan pretendidos delitos contra los
sentimientos religiosos, las injurias al rey y a las instituciones o la
‘ley mordaza’. Estas normas chocan frontalmente con la libertad de
expresión de todos y todas, recogida en el artículo 19 de la
Declaración Universal de los Derechos Humanos.
Esta semana, los cómicos de TV3 que hicieron una parodia sobre la
Virgen del Rocío, han sido imputados por una jueza por un presunto
delito de injurias, pese a que, que sepamos, la Virgen del Rocío no
se ha pronunciado sobre el gag cómico de la televisión pública
catalana y no consta que se sienta ofendida.
También estos días, hemos sabido que actores de una compañía de
teatro se han negado a representar en Londres la comedia ‘La vida
de Brian’ si no se suprimía del guión una escena: aquella en la que
un militante del Frente Popular de Judea asegura a sus compañeros
que quiere parir un hijo y que le llamen Loreta, no, Stan, que es su
nombre hasta entonces. El líder del FPJ le contesta que es
imposible que lo haga, parir un hijo, si no tiene útero, pero el resto
de militantes apoyan el derecho de Stan-Loreta a dar a luz. Los
actores de ‘La vida de Brian’ entienden que alguien se puede sentir
ofendido con esta escena.
Siguiendo en el terreno de la comedia, Pilar Lima, candidata de
Unides Podem-Esquerra Unida al Ayuntamiento de Valencia, ha
denunciado al presentador Pablo Motos; al cómico y colaborador de
Motos en El Hormiguero, Miguel Lago; a la productora del programa,
y a Atresmedia por las burlas contra ella al ironizar sobre sus
circunstancias de sorda y lesbiana como méritos para ser
alcaldable.
¿Qué tienen en común estos casos? Los tres se desarrollan en el
ámbito de la comedia, con mayor o menor fortuna en su objetivo de
hacer gracia. ¿Qué les diferencia? El primero se refiere a un símbolo
religioso, una virgen católica; el segundo, en opinión de los actores,
puede ofender al colectivo de mujeres trans, que no nacen con
útero, y el tercero, a una mujer política con una discapacidad y que
es homosexual. Eso mismo había llevado, días atrás, a la ministra
de Igualdad, Irene Montero, a subrayar el mérito de Pilar Lima por
haber roto tantos techos discriminatorios y acceder a altas
responsabilidades públicas, lo cual, es, por desgracia, muy
excepcional. En la cabeza de Motos y Lago resultaba gracioso
invertir la carga y decir que son esas dos circunstancias,
precisamente y nada más, las que la convierten en una candidata
ideal. Un chiste que carece de sensibilidad alguna y además, en mi
opinión, no tiene ninguna gracia.
¿Existe el derecho a ser ofendido? Lo hemos dicho muchas veces:
no, no existe, y menos aún en un contexto de comedia, aunque los
chistes sean racistas, machistas u homófobos.