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8-M Vuelve la huelga feminista: ¿Qué preparan los comités de mujeres en Catalunya?

Los comités de huelga piden el fin de la discriminación laboral, el reconocimiento del trabajo doméstico y reproductivo y en contra de la explotación de la mujer. Repasamos como encaran las movilizaciones en Barcelona, Lleida, Girona y otras localidades del territorio catalán.

Un instante de esta medianoche en la que la Comisión 8M ha dado el pistoletazo de salida a la huelga feminista con una cacerolada en la Puerta del Sol.- EFE

Segundo examen de la huelga feminista del 8 de marzo. Con motivo del día de la Mujer Trabajadora –día internacional de la Mujer, después de ser institucionalizado por las Naciones Unidas–, el movimiento feminista de todo el Estado vuelve a convocar un paro laboral de 24 horas. Con los precedentes de las "vaga de totes" en Catalunya del 2014 y el 2015, que a la vez son hijas de las movilizaciones contra el feminicidio en la América Latina, la convocatoria del 2018 superó todas las expectativas: asambleas en todo el país, una mañana llena de acciones reivindicativas y marchas masivas por la tarde, con 200.000 manifestantes a Barcelona según la Guardia Urbana (600.000 según la organización).

De nuevo, las feministas paran el consumo, los cuidados, el trabajo formal y el estudio. Porque, de nuevo, quieren destacar el papel que juegan las mujeres más allá de los trabajos reconocidos como tales, como por ejemplo el trabajo doméstico, el mantenimiento de los más vulnerables, las tareas reproductivas...

Con la resaca de la huelga independentista del 21 de febrero, el año del ascenso de Vox a las espaldas, y el éxito del 8-M pasado, este marzo será un buen momento para ponerle el termómetro al feminismo. ¿Cómo se enfoca la huelga a lo largo del territorio catalán? 

Las ciudades catalanas, núcleos del movimiento

En Barcelona, que concentrará las movilizaciones más multitudinarias, casi hay un comité por barrio. Es el caso de Sants, por ejemplo, que mantiene la red creada en 2018 y este año reúne cerca de 120 mujeres de diferentes edades, tal como explica Ana Al Bitar, miembro del colectivo Trama Feminista y de la coordinadora de la huelga: "Las vecinas, estamos organizadas en diferentes comisiones. Desde las que preparan los carteles hasta las que hablan con los hombres para que se encarguen de hacer las tareas de cuidados aquel día". Las multas que llegaron durante este año por el corte de tráfico en la Gran Vía no han echado atrás las huelguistas: "Creemos que esta represión se puede repetir. De hecho, ya nos estamos preparando con cajas de resistencia. Pero seguiremos haciendo aquello que nos apetezca hacer, lleguen multas o no".

Al Bitar cree en una huelga "para pararlo todo" y así hacer latente "la explotación económica de las mujeres", pero, a un año vista, también se mantiene crítica en algunos aspectos de la convocatoria: "Nos gustaría que no se quedara en un día señalado, en un 8 de marzo. La huelga del 2018 tuvo mucho impacto mediático, pero hay que seguir construyendo durante el año".

Donde recuerdan bien la huelga del año pasado es en Sant Cugat del Vallès. Un corte en las vías de los ferrocarriles a primera hora motivó la denuncia de Mossos d'Esquadra contra las manifestantes, que fueron identificadas: "Aquella acción era legítima. Era un día de huelga general. Muchas trabajadoras están coaccionadas para no hacer huelga. Parar un tren es una herramienta de solidaridad para parar las conexiones con otros puestos de trabajo", reivindica Anna Sala, miembro del comité de la localidad y de la plataforma 8MilMotius, que reúne las afectadas por la denuncia.

FGC pide para todas ellas 26.000 euros de responsabilidad civil. Por el contrario, su acción ha despertado la solidaridad de muchas vecinas: "La semana pasada éramos una cincuenta mujeres wn la plaza, esperamos ser más que el año pasado. Pero esto no se queda en Sant Cugat, se extiende por toda la comarca del Vallès", explica Sala.

En Girona, donde, según la Policía Municipal el año pasado se manifestaron hasta 8.000 personas por la tarde, esperan otra jornada sin incidentes. Se trata de una de las ciudades donde el calendario independentista acostumbra a tener éxito, y esto puede pasar factura en marzo lila: "Las mujeres que han hecho huelga el 21-F ahora les dificulta volver a hacer huelga el 8-M, y viceversa. Pero son movilizaciones hermanas", explica Júlia Terricabras, activista del colectivo Malapècora y miembro de la Coordinadora de Feminismos Anticapitalista de la comarca del Gironès.

Las huelgas no son fáciles de convocar, dice, pero en este caso la fórmula de la parada laboral toma una relevancia capital: "En el caso de la huelga feminista, claro, mucha gente considera que hay mujeres que no trabajan. Porque estar en casa cuidando niños, no es trabajo, dicen". Por este motivo, la activista considera necesario convocarla de nuevo, "y repetirla tantos años como haga falta", explica. En esta línea, Terricabras destaca la participación de trabajadoras del hogar a las comarcas gerundenses: "Son a menudo mujeres migradas, prácticamente sin derechos laborales".

Pero, como pasa en otros movimientos políticos, dentro del movimiento feminista también hay conflictos. Esto se ha hecho patente en Lleida, donde la Marea Lila, plataforma encargada de convocar el 8-M pasado, se ha dividido en dos espacios. Los conflictos principales: la participación de hombres en los comités –no aceptada por la gran mayoría de plataformas- y la presencia de sindicatos mayoritarios, como CCOO o UGT, que no han convocado la huelga de 24 horas: "Sabemos que hay mujeres de estos sindicatos que apoyarían a la huelga. No las queremos dejar fuera", justifica Maria Alloza, miembro de la Marea.

"Que el término feminismo llegue a pueblecitos de 600 habitantes ya es una victoria"

Por el contrario, desde la coordinadora 8M, la otra plataforma, no están de acuerdo con la asistencia de estas organizaciones y de partidos políticos, como el PSC o ICV, que aseguran que están "controlando" el espacio. Anna Arinyo, activista feminista y por la salud pública en Lleida, explica que la Coordinadora lleva movilizada ya un mes y reúne pueblos del entorno de la ciudad: "Desde el 8 de febrero hemos hecho varias acciones, como por ejemplo la cacerolada en el rectorado de la universidad o las denuncias al obispado de Lleida por los casos de violación y pederastia", dice. El 8 de marzo, la capital de ponent será escenario de dos manifestaciones en paralelo, fruto de las desavenencias.

El feminismo llega a los pueblos

La huelga feminista no solo se está organizando en las grandes capitales catalanas. También ha llegado a zonas más rurales, como es la comarca del Moianès. Lo explica Alba Morell, miembro de la CUP de Monistrol de Calders y del comité comarcal que reúne seis de los diez municipios, la mayoría de los cuales cuentan por primera vez con activistas feministas: "Hasta ahora, las comisiones de mujeres en los pueblos estaban formadas solo por mujeres que enfocaban el día de la mujer trabajadora con un cariz un poco arcaico, con talleres de cocina o de coser", explica Morell.

Este año, mujeres de diferentes pueblos –como por ejemplo Olò, Collsuspina, Calders o Monistrol de Calders– se han unido para afrontar la convocatoria conjuntamente, siendo conscientes que su realidad es algo hostil para las activistas: "En los pueblos pequeños, siempre hay más miedo. ¡Yo ya me estoy imaginando quién se pondrá las manos en la cabeza en Monistrol! Pero, aunque sea desde la crítica, ya es bueno que se hable. Que el término feminismo llegue a pueblecitos de 600 habitantes ya es una victoria", considera.

En otra gran ciudad, como es Reus, diez años después de que la colectiva Cau de Llunes iniciara la primera manifestación en Tarragona con motivo del Día de la Mujer Trabajadora, las reusenques y el resto del Camp de Tarragona cuentan con motor propio: "En Alcover, un municipio de 5.000 habitantes, consiguieron convocar 60 mujeres en el Casal la Bretxa. Y las edades iban de los 16 a los 70 años. ¡Me emociona!", dice Marta Minguella, militante de la CGT y miembro del comité de Reus. Minguella ve una clara subida de participación respecto al año anterior: "Se han sumado todavía más poblaciones. El hecho que no sea una huelga solo laboral, hace que muchas mujeres se la hagan propia. Hay que hacen política desde la cotidianidad, y tienen muchas cosas a decir", explica. El 7 de marzo al atardecer, las feministas han decidido convocar una marcha de antorchas por Reus que empezará en el instituto Vilaseca, de donde era alumna la joven menor de edad asesinada por su pareja el 31 de enero.

Y no solo las reivindicaciones laborales están en boca de todas las feministas. La reacción a la aparición de Vox también está actuando como revulsivo de la lucha. Lo explica desde Igualada Paula Allué, miembro del comité 8M Anoia: "La huelga del 2018 es un legado que tenemos que preservar y cultivar. Es evidente que no se ha logrado el objetivo. Incluso, hoy en día, con el crecimiento de la extrema derecha, se vuelven a poner en entredicho derechos que creíamos ganados", explica.

De la convocatoria de ahora hace un año, en Igualada intentaron hacer nacer un pequeño colectivo feminista que se alargara en el tiempo, pero no siempre es fácil mantener el movimiento cuando se está cerca del gigante barcelonés: "Es fácil convocar una movilización y que acabemos siendo muchas. Lo que cuesta es que la gente se implique más allá de un par de manis feministas al año".

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